jueves, 8 de marzo de 2012

El entierrro del engaño y la mentira



El entierro del engaño y la mentira
Publicado por Festival en Un nombre que repica el feb 23rd, 2009 | un comentario
Por Carolina Escobar Sarti
Para Prensa Libre (Guatemala)

El cortejo fúnebre iba detrás de una carroza negra, con un ataúd adentro; íbamos todos a enterrar al engaño y la mentira en el lago de Nicaragua. El “poetamóvil” que seguía a la carroza estaba vestido de flores de colores encendidos y olía todo a corozo. En cada esquina, tres o cuatro poetas de distintos países del mundo, nos subíamos a él, para empalabrar el mundo que llevábamos con nosotros. No íbamos solos… cientos de personas nos acompañaban bailando y cantando. Pero sobre, todo, escuchando y celebrando.

¿Quién pregunta por aquí que es un poeta?

En Granada, Nicaragua, nadie pregunta qué es un poeta, porque ningún niño y niña de por aquí se atrevería a preguntar qué es la vida, qué es la muerte, cómo se respira. Por esta parte del mundo, tan cercana a nuestra Guatemala, hay memoria de poesía y canción desde hace mucho. Y no sé por qué siento que eso hace la diferencia; este pueblo puede padecer las mismas hambres que el nuestro, podemos recordar momentos comunes de guerra y lucha por la paz, podemos –incluso- reconocernos hermanos en esta cartografía meridiana del mundo, pero en Nicaragua, la gente cree en sus poetas y músicos, casi tanto como en Dios.

Ciento cincuenta poetas de cincuenta países de todo el mundo caminamos por las calles de Granada, Nicaragua, en medio de una tarde soleada de febrero. En la segunda esquina, la poeta y novelista Gioconda Belli, fue aplaudida por la gente de su país, que la reconoce, la nombra y la pone cerca, muy cerca de su corazón. Una esquina más adelante, Yevgeny Yevtushenko, el poeta ruso nominado varias veces al Premio Nóbel, primero en leer tras la Cortina de Hierro, pronuncia, en un “español siberriano”, como él dice, su primer poema. Ovacionado, fotografiado, entrevistado y acogido, se le veía feliz; cuando estuvo en Guatemala, hace un par de años, apenas unos pocos lo nombramos y creo que ninguna foto quedó registrada en nuestros archivos históricos. Ernesto Cardenal, conocidísimo poeta anfitrión, le dio la mano y leyó al lado de Yevtushenko su poema, haciendo que la poesía fuera toda una fiesta. En una de las últimas esquinas, una mujer policía, con micrófono en mano, entrevistaba a un poeta. Imagen para celebrar. Esa tarde fue un carnaval. Que nadie diga que no.

Los días anteriores y posteriores a esas horas de fiesta, las lecturas de poesía inundaron Granada y las ciudades cercanas; grandes poetas de todos los continentes, que no alcanzo a nombrar en este breve espacio, leyeron, dramatizaron y vivieron su poesía en un contexto que recibe la palabra con la naturalidad que se recibe el sol de febrero. Los abrazos y las palabras se cruzaron también con Claribel Alegría, Ana Istarú, Sergio Ramírez, Anastasio Lovo, Francisco de Asís y tantos otros grandes escritores de nuestra región centroamericana. Estoy convencida. Luego de una semana en este Festival Internacional de Poesía de Granada que lleva como lema: “La Poesía es la Conciencia de la Tierra”, no puedo sino celebrar que en Nicaragua suceda algo así. Porque la poesía es en esencia profética, transgresora, hermanadora, política, un acto de fe irreductible.
Esta vez, el Festival fue dedicado al gran poeta nicaragüense Alfonso Cortés, que un 18 de febrero de 1927, perdiera repentinamente la razón. Cuatro décadas después de su muerte, el poeta de León ha sido debidamente reconocido y, quizás, lo mejor es cerrar este artículo con aquellos versos suyos que dicen: “La Tierra no conoce los caminos/ por donde a diario anda –y/ más bien esos caminos son la/ conciencia de la Tierra…- Pero si/ no es así, permítaseme hacer una/ pregunta: -¿Tiempo, dónde estamos/ tú y yo, yo que vivo de ti y/ tú que no existes?.” Otro día, quizás, hablemos de política.

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