martes, 25 de mayo de 2010

Despedida a Daniel Alberto Dessein

Defensor de la lectura en un mundo que tiende a olvidar los espesores de la escritura
. Carmen Perilli

Cuando supe de la muerte de Daniel Alberto Dessein, no pude sino pensar que había emprendido el viaje para reunirse con sus grandes amigos, Gennie Valentié y Tomás Eloy Martínez. Me los imaginé sentados, en cómodos sillones, retomando, por fin, sus largas conversaciones.Al empezar a escribir estas palabras me di cuenta de que en su figura se unían dos significativos conceptos: la amistad y el periodismo. Como colaboradora de LA GACETA Literaria, Daniel Alberto me otorgó un trato respetuoso y cálido, beneficiando mi escritura con atinadas sugerencias. Pero me acerqué a él a través de sus dos grandes amigos, Gennie y Tomás, y me impresionó su entrega a la amistad de intensidad infrecuente. Como Octavio Paz, el poeta mexicano, comprendía que "para que pueda ser he de ser otro, /salir de mí, buscarme entre los otros, /los otros que no son si yo no existo, /los otros que me dan plena existencia".Lo recuerdo en la despedida de la gran amiga, recién llegado del avión, frente a la tumba abierta, diciéndole hasta luego. Me escribió después de la muerte de Tomás Eloy, diciéndome que su partida se estaba demorando solamente para dejar el último adiós a los que amaba y apreciaba.Su actividad cultural fue incesante y se entregó con denuedo a su titánica defensa de uno de los suplementos literarios argentinos más antiguos. Su vida marcó la segunda mitad del siglo XX tucumano; su muerte representa el fin de ciclo, el de una ciudad letrada, surgido cuando el suplemento era una sola página. Su historia ha sido objeto de estudios y ficciones. Los primeros años fueron retratados por Hugo Foguet en "Pretérito Perfecto" y Tomás Eloy en "Sagrado". Un conjunto de intelectuales que, más allá de cualquier opinión, ha marcado, de modo definitivo, la vida provincial y nacional. LA GACETA Literaria tiene un puesto en el mundo cultural argentino, latinoamericano e internacional.Daniel Alberto fue un defensor de la lectura en un mundo donde la "comunicación" tiende a olvidar los espesores de la escritura y la imaginación, escindiendo letra la importante relación entre la literatura y el periodismo. Sabía el daño que produce el desencuentro entre estos oficios. Su gran acierto fue el armado de una suerte de zona libre que, dentro del diario, permitiera hablar a quienes pertenecían al mundo exterior. Con ello abrió las puertas a una casa que da sentido y continuidad a nuestro lugar de cultura, Tucumán. Sin duda seguirá habitando en el suplemento.