domingo, 20 de diciembre de 2009

Los dueños de los libros

De cómo los libros pueden tener dueños
En 2001, estando en Mar del Plata, un librero me recomendó La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Confieso ser una lectora omnívora, y reconozco que el libro me produjo un placer inmediato y me amarró desde las primeras líneas. A lo largo de más de doscientas páginas se mezclan todo tipo de fórmulas de géneros masivos: melodrama, aventuras, policial, relato de aprendizaje, con un sabroso agregado: el héroe se movía en una gótica Barcelona, compuesta por lectores, escritores y libros... y casas viejas llenas de tesoros. En el comienzo, como símil de la biblioteca de Borges y custodiado por el fiel Isaac, un “Cementerio de Libros Olvidados”. El joven Daniel Sempere encuentra allí La sombra del viento, de Julián Carax. Antes, como si lo presintiera, el padre, un sabio y viejo librero, le advierte: “Cuando una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando un libro se pierde en el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos aseguramos de que llegue aquí. En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en el tiempo, viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo espíritu. En la tienda nosotros los vendemos y los compramos, pero en realidad los libros no tienen dueño. Cada libro que ves aquí ha sido el mejor amigo de alguien. Ahora sólo nos tienen a nosotros, Daniel. ¿Crees que vas a poder guardar este secreto?”.A primera vista una defensa de la lectura en un mundo hostil, la España del franquismo, con reflexiones, casi excesivas, sobre el futuro de los libros. La fascinación del lector se sostiene menos en la descuidada narración, llena de galicismos y según la cual Bogotá es la capital de Venezuela, que en el “flujo”, casi en un sentido televisivo, de los acontecimientos, que no dejan casi detenerse. La ficción está concebida casi góticamente en términos de luces y sombras en una ciudad prodigiosa en las primeras décadas del siglo XX.
La nueva novelaEn La casa del ángel la acumulación de elementos es mayor y los recursos se duplican hasta llenar agobiantes 667 páginas. La mezcla de géneros se exaspera, al punto que el lector se siente desorientado todo el tiempo acerca de si se encuentra ante una novela policial o frente a una historia de terror. Cuando creemos que resulta imposible que aparezcan nuevos elementos, Ruiz Zafón nos sorprende, como en las telenovelas, con un nuevo giro. El delirante diseño narrativo acude a continuos golpes de efecto y nos abruma con laberintos, desdoblamientos, exageraciones, reconocimientos. Un remoto y traicionado modelo está en Grandes Esperanzas, de Charles Dickens, el libro que acompaña al protagonista. David Martín, un joven periodista que nació con el siglo, se inicia en la literatura a través del periodismo. La novela es pródiga en figuraciones del mundo de los escritores y también del mundo editorial. Martín, obligado por su situación, se convertirá en un escritor por encargo de una serie folletinesca de nombre altisonante La ciudad de los malditos. Todo cambia cuando se muda a una antigua casa y se cruza en su camino un misterioso personaje, Andreas Corelli, sombra del Mefistófeles del Fausto, que le encarga un misterioso libro religioso. Martín descubrirá, a través de múltiples enredos, la trama siniestra que se esconde detrás de este mandato. También acá un librero, de apellido Sempere, es su amigo y muere defendiendo su novela, “porque los libros tenían alma, el alma de quien los había escrito y de quienes los habían leído y soñado con ellos”. El relato, casi kitsch, nos regala una prosa tosca, regada de casticismos, de gran velocidad, que enhebra todo tipo de acontecimientos. No faltan la historia de amor maldito ni, como broche final, un desenlace inusitado. Carlos Ruiz Zafón, escritor de guiones para Hollywood, ha afirmado que la mejor literatura está hoy en la televisión. Lo cierto es que, a pesar de la profesión de fe en los libros que parecen encerrar estas dos novelas, su verdadero modelo está en la reformulación que los medios masivos hacen de los géneros narrativos tradicionales, que le garantizan, a través de la repetición, la “ facilidad” del recorrido al consumidor. La figura de Ignatius B. Samson, el “autor fantasma” de folletines, es un espejo del autor. La narrativa española del siglo XX, quizá por el tardío ingreso en la modernidad que supuso el franquismo, dio un salto abismal al mundo del mercado. Juan Goytisolo habla de desertificación. Las industrias editoriales españolas, que ya habían celebrado lo que unos críticos llaman “la llegada de los bárbaros” (el boom latinoamericano) buscan el grial editorial. Casos como los de Antonio Muñoz Molina y Arturo Pérez Reverte son acompañados por la mismísima Academia. En ese horizonte no hay gestos, ya que el lector es visto como consumidor, y el libro, como producto. El éxito de los libros de Carlos Ruiz Zafón no es casual; tiene antecedentes en fenómenos como El Código Da Vinci y Harry Potter... y muchas aristas. Aunque no quepan dudas de que estos libros irán a parar al Cementerio de Libros Olvidados. © LA GACETA
CARMEN PERILLI

Dos escritores en dos lenguas

La potente literatura hispano- caribeña en EEUU puede clasificarse en dos categorías: los escritores emigrantes y los nacidos o criados en EEUU hijos de emigrantes que escriben en inglés y son traducidos. En esta última se encuentran el dominicano Junot Díaz y el norteamericano peruano Daniel Alarcón. Aunque la frontera siga siendo una cicatriz que separa el Norte del Sur, la lengua y la cultura la cruzan continuamente.
La escritora chicana Gloria Anzaldúa en Borderlands/La Frontera, desafía: “Deslenguadas. Somos los del español deficiente. We are your linguistic nightmare “Una pesadilla lingüística, una aberración cultural, es una de las formas de existencia de un mundo globalizado. Las historias de Alarcón y Díaz, tienen una multicultural. En la novela Radio Ciudad Perdida de Alarcón, antropólogo y cronista, la radio es el medio por el que se comunican los habitantes fantasmales de una nación devastada por la guerra, el Perú. Junot Díaz, ganador del Premio Pulitzer, escribe la novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao, un texto que reproduce el ritmo y el humor de la cultura caribeña, mezclando enguas en cada frase. La historia del obeso negro nerd- Negro", "negro" y (otra vez) "negro". - afectado por la maldición del Fukú, no nos permite dejar de leer. Como en el caso de Julia Álvarez trae, a través de la historia de las mujeres de la familia, la historia de Trujillo, en un texto lleno de notas explicativas. Se puede leer como parodia a La Fiesta del Chivo. Los dos escritores habitan en ese” fuera de lugar” que se ha tornado frecuente en una cultura global.

Carmen Perilli

A propósito de "Cine" de Juan Martini

Juan Martini, Cine, Buenos Aires: Eterna Cadencia Editora, 2009-.

El recurso a la imagen es una constante en la narrativa de Martini, en cuya obra se reiteran tópicos de Adolfo Bioy Casares. Un amigo me señaló que Martini era el último modernista. Quizá la aseveración sea un tanto fuerte, pero lo cierto es que su obra se asienta sobre una fuerte afirmación del valor de la literatura. En Cine, el protagonista, Sívori, un director de cine, debe armar un guión sobre el peronismo. Aunque no le interesa porque cree que no se puede agregar nada, ni siquiera saber quién es Eva, mucho menos su biografía”. Eva Perón aparece en otras novelas de Martini.
Se trata de un libro sobre el tiempo y la forma en la que se puede leer el pasado. El profesor de cine europeo prefiere hacer “una película sobre el tiempo”. O sea construir una Eva, alejada del museo, “reinterpretada por otra época, no la suya sino esta”. En el presente el autor se debate entre dos enigmáticas mujeres traductoras: Pina Bosch, la mujer de enfrente y Carola Holms, la “otra” mujer. El guión se sostiene en el diálogo entre las actrices Eva Duarte y Rita Molina,. Toda la acción, transcurre la víspera de la liberación del general el 17 de octubre de 1945, en un departamento de la calle Posadas.
El texto escenifica la reconstrucción de una época y una subjetividad a través de una mirada doble. “Sívori es un hombre que debe mirar “ ya que las figuras del pasado están íntimamente relacionadas con las figuras del presente. Los desdoblamientos son infinitos: remiten a Mulholland Drive de David Lynch. La narración incluye una vasta, por momentos excesiva, enciclopedia.
El cineasta pasea por una ciudad donde las estatuas reproducen a la naturaleza, Calles y plazas son objeto de lecturas históricas. El escritor es el paseante que arma otra ciudad a partir de las alusiones. Al mismo tiempo es el mirón, , el espectador que se apropia de las vida ajenas . Los “escenas no incluidas”, caen fuera de la novela y sirven para retomar líneas no concluidas.
Martini escribe una novela sobre la mirada, que sostiene una palabra vacilante que intenta construir una historia. El epígrafe de Stendhal proclama “¿Cuál es el ojo que puede verse a sí mismo?”. Martini se pronuncia por una literatura de resistencia: “si no borran del mapa de una vez y para siempre a la creación artística, a la poesía, a la ética, a una literatura que seguirá escribiendo en definitiva no contra el mercado sino a favor de ella misma, entonces esa resistencia sin concesiones podría en cualquier momento imaginarse y constituirse, nuevamente y otra vez, en utopía”.


Carmen Perilli

domingo, 6 de diciembre de 2009

Homenaje a José Emilio Pacheco

LA GACETA Literaria
José Emilio Pacheco, Premio Cervantes 2009
Domingo 6 de Diciembre de 2009 Esta semana se anunció que el mayor galardón de las letras españolas quedó en manos del poeta mexicano, un verdadero viajero del siglo. Por Carmen Perilli, para LA GACETA, Tucumán.
Los premios tienen la virtud de convocar a la lectura, más allá de las consagraciones. El Premio Cervantes otorgado a José Emilio Pacheco pone en el escenario una de las más grandes figuras de la literatura latinoamericana. Su escritura, que ha incursionado en la poesía, el ensayo y la narrativa, está obsesionada por el paso del tiempo y los efectos de la historia: "A mí sólo me importa / el testimonio / del momento que pasa / las palabras / que dicta en su fluir / el tiempo en vuelo". El poeta se somete y somete a la época que le ha tocado vivir a severo escrutinio, sin olvidar al cronista. Un crítico afirma que es uno de los grandes románticos del siglo XXI, ya que si bien trabaja la épica, revela las energías del sujeto, distanciándose de las repeticiones. Su relación con México es ambigua y entrañable "No amo mi Patria. Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) daría la vida / por diez lugares suyos, cierta gente". En su gran novela, Las batallas en el desierto, afirma: "Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia". Con tono escéptico, plantea una poética que reivindica el encuentro: "Llamo poesía a ese lugar del encuentro / con la experiencia ajena. El lector, la lectora / harán o no el poema que tan sólo he esbozado. / No leemos a otros: nos leemos en ellos...". El trabajo del poeta se adensa en otros escritores; no teme a las referencias culturales de todo tipo. Margo Glantz habla de una literatura de incisión, México, que para algunos era la región donde el aire era sobre todo transparente, "se convierte en una metáfora escatológica, en una región infestada donde los hombres pierden su humanidad y se apelmazan".Poco a poco su poesía se torna fragmentaria y testimonial, reconocemos en ella los tonos conversacionales de Sabines, Parra o Gelman. En sus últimos poemarios ha renunciado a una poesía que sea "el espejo de armonía". El aeda retoma las palabras de Jorge Manrique: "La mar no es el morir / sino la eterna circulación de las transformaciones". Su palabra se transforma continuamente hasta el despojo, para grabar indeleble "la tinta de la memoria" ya que "la desnudez sigue intacta / como al principio del mundo" y siente que a los pasajeros del siglo XXI "sólo legamos una red de agujeros".© LA GACETACarmen Perilli - Profesora de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Nacional de Tucumán.

martes, 1 de diciembre de 2009

Premio Cervantes para José Emilio Pacheco



EL REPOSO DEL FUEGO
III
1
Brusco olor del azufre, repentino
color verde del agua bajo el suelo.
Bajo el suelo de México se pudren
todavía las aguas del diluvio.
Nos empantana el lago, sus arenas
movedizas atrapan y clausuran
la posible salida.

Lago muerto en su féretro de piedra.
Sol de contradicción.
[Hubo dos aguas
yj, a la mitad una isla.
Enfrente un muro
a fin de que la sal no envenenara
nuestra laguna dulce en la que el mito
abre las alas todavía, devora
la serpiente metálica, nacida
en las ruinas del águila. Su cuerpo
vibra enf el aire y recomienza siempre.)

Bajo el suelo de México verdean
eternamente pútridas las aguas
que lavaron la sangre conquistada.
Nuestra contradicción -agua y aceccite-
permanece a la orilla , aún divide.
como un s;egundo dios.
todas las cosas:
que deseamos ser y lo que somos.

(Si ser excavan
unos muetros de tierra
brota el lago.
Tienen sed las montañas, el salitre
va royendo los años.
Queda el lodo
en que yace el cadáver de la pétrea
ciudad de Moctezuma.
Y comerá también estos siniestros
palacios de reflejos, muy lealmente,
fiel a la destrucción que lo preserva.)

El ajolote es nuestro emblema. Encarna
el temor de ser nadie y replegarse
a la noche perpetua en que los dioses
se pudren bajo el lodo
y su silencio
es oro
-como el oro de Cuauhtémoc
que Cortés inventó.

Prende la luz. Acércate. Ya es tarde.
Ya es tarde. Se hizo tarde. Ya es muy tarde.
Abre la puerta. Hay tiempo. Hoy es mañana.
Dame la mano. No se ve. No hay nadie.
No hay nadie. Sólo nada. Es el vacío.
O es el lodo que sube y nos envuelve
para volvernos polvo de su polvo.

6
¿Hasta cuándo, en qué islote sin presagios,
hallaremos la paz para las aguas,
tan sangrientas, tan sucias, tan remotas,
tan subterraneámente ya extinguidas
de nuestro pobre lago, cenagoso
ojo de los volcanes, dios del valle
que nadie vio de frente y cuyo nombre
los antiguos callaron?

¿Qué se hicieron
tantos jardines, las embarcaciones
y los bosques, las flores y los prados?
Los mataron
para alzar su palacio los ladrones.
¿Qué se hicieron los lagos, los canales
de la ciudad, sus ondas y rumores?
Los llenaron de mierda, los cubrieron
para abrir paso a todos los carruajes
de los eternos amos de esta tierra,
este cráter lunar donde se asienta
la ciudad movediza, la fluctuante
capital de la noche.

Dijo el virrey: Los hombres de este reino
Son seres para siempre condenados,
a eterna oscuridad y abatimiento.
Para callar y obedecer nacieron.

La injuria del virrey flota en el lodo.
Ningún tiempo pasado ciertamente
fue peor ni fue mejor.

No hay tiempo, no lo hay,
no hay tiempo; mide
la vejez del planeta por el aire cuando cruza implacable y sollozando