martes, 20 de febrero de 2018

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MARTES, 28 DE ENERO DE 2014

Los amores de Haydée Santamaría (entre ellos José Martí)



Menos mal que existe
los que no tienen nada que perder,
ni siquiera la muerte.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Se mueren
sin decir de qué muerte,
sabiendo
que en la gloria también se está muerto.
Silvio Rodríguez (1)

Después de tantos años, todavía Mama nos moviliza a mi hermano y a mí con su presencia. Sin hablar, Abel (2) y yo sentimos latir su corazón en cada pieza que salió de su casa; y percibimos que su criterio, agudo e inteligente, es el que cambia una comadrita (3) o un florero de sitio. Cuanto tenemos, no nos ha pertenecido nunca; no heredamos nada; de alguna forma, ella así lo dispuso y así fue. El amor y la fuerza con que concebía todo, protege su propiedad. Su estirpe es más dimensionada que la de los revolucionarios, y sí que fue revolucionaria.

Creo no haber tenido tan cerca un ejemplo mejor; pero para imaginarla bien, para que mis hijos y los vuestros la conozcan, traten de integrar la independencia de una Simone de Beauvoir (4) con la pureza de una Juana de Arco(5),o más simple: la poesía intimista de Anne Sexton y su Wating of Die(6) con el compromiso frontal, arraigado y único de la revolución de Fidel Castro, en la que comenzó a vivir desde sus mismos inicios, como anuncia a gritos el título de este libro. Revolución que entró por la estrecha puerta del apartamento de 25 y O que ella se preocupaba por limpiar en el Vedado (7) y que fue la razón de toda su existencia.Esta misma revolución .que al cabo de cincuenta años parece ser la revolución mundial, cambió sus primeros pañales húmedos en el alma de esta mujer que, azarosamente, fue también mi madre.
Muchas veces me dijo que desde el inicio confió en Fidel de forma total y que, para ella y para Abel (8), Fidel debería estar vivo por mucho tiempo. De esto no tenemos dudas ahora, pero hace medio siglo sólo la luz especial que brilló en estos Santamaría pudo ofrecer la señal de la importancia de un Fidel Castro para la Revolución Cubana.
En la carta que les enviara a mis abuelos desde la cárcel de mujeres en Guanajay (9) con una ingenuidad casi infantil invita a su madre a que sea feliz en la muerte de Abel, y augura cambios «grandes y profundos», los cuales se hicieron verdad. Mi abuela, una española convencida, terminó sus días luchando por su Central Constancia con fervor apasionado y militando en las filas del Partido Comunista.
Pero, así y todo, el Moncada fue apenas la punta del iceberg. No creo que nadie que la conociera con esta intensidad pudiese sostener que «Haydée no soportó el Moncada» y que no pudo sobrevivir a los ojos de Abel sumergidos dentro de una palangana. Luego de eso fue mucho más rica e hizo mucho más. La muerte de Abel fue la muerte de su primer gran amor, del cual sacó siempre fuerza y nunca debilidad. Sabía que estaba en el vórtice del ciclón, como todos los iluminados. El Moncada, Boris (10) y Abel fueron apenas un buen comienzo para esta mujer.
No se me ocurre ahora, por ejemplo, cómo Fidel iba a conseguir que no fuera al hospital civil, por peligroso que pareciera. Desde que planchaba con sus manos excesivamente femeninas los uniformes de los combatientes, ella ya estaría en esta Historia. Le sobró espacio para conocer y llorar otros amores. Amores que adquiría o se inventaba. Fue una enamorada perenne. El amor fue la punta de la lanza de su extraordinaria sabiduría.
Sentada Celia Hart, de pie supongo que Haydée
Gracias al amor con su ciencia, .lección vital de Violeta Parra (11) he comprendido desde niña que amar es la manera más rápida de comprender el mundo. Muchas doctrinas las he tenido que ir a buscar en libros y gastara años en comprenderlas, no así a la piedra filosofal aguda y dolorosa que es la madre de la sabiduría: el amor.
En la clandestinidad era pez en su agua; habría que escucharle los cuentos sobre la incapacidad de mi padre para esconderse, y cómo prefería que estuviese preso «estudiando», pues era muy torpe para otra cosa. Pero no era cierto: reconocía en el joven abogado Armando Hart (12) cualidades e inteligencia únicas y necesarias para la empresa de Fidel, como son su cultura política y su capacidad de asociar en un mismo proyecto cualquier idea honesta.
Se dio cuenta, al amarlo como lo hizo, de que Armando Hart poseía la rara combinación de la armonía de la flexibilidad con la de un espíritu revolucionario absolutamente radical. Me consta el amor único que le profesó. Nos enseñó a respetarlo y a quererle más allá del amor filial. Recuerdo con húmeda melancolía la manera en que mi padre me trataba de leer a Carlos Marx, con la sonrisa cómplice de ella, mientras se movía silenciosa y ligera por la oficina de papa.
Podrán decirse hoy muchas cosas, envueltas en la leyenda del final de la historia, pero todavía me resulta difícil separar esas dos vertientes raras de mi educación. Mi madre, de alguna manera, contrató a Armando Hart como al mejor padre que me correspondía, que me enseñase algo sobre lo que ella sabía que pocos eran tan buenos como él. No era especialista Haydée en marxismo, pero les puedo confesar que las lecciones más apasionantes que he tenido me las ofreció Armando Hart a instancia de ella; además, el primer paradigma de las teorías socialistas fue mi amor por José Martí; mi primera animadversión contra el estalinismo, me la enseñó el Che, sin él saberlo, sin saberlo mi madre: fue una enseñanza en clave Guevara, siendo yo una adolescente. Cuando aquello, yo ni siquiera sabía qué había sucedido en Rusia ni en el mundo. Pero desde aquella iniciación, supe respirar el aroma de las mejores ideas de la cabeza que, siempre, sin dudas, fueron las concubinas de las ideas del corazón. Ambas, amándose y necesitándose, pero sin decírselo, por mera vanidad. Sus dos profetas.
A ella le bastó amar bien para poder entender el mundo. Todo lo realizaba sin que mi padre, mi hermano o yo pudiésemos advertirlo. Por ahí anda Chela (13), un ser que viaja entre el uno y la otra, tratando de acomodar de alguna manera estas experiencias y añoranzas, sin que causen mucho dolor. También Chela fue contratada por su amor. De Frank País (14) me decía que desde su altura «nos hacía falta su seriedad y su sentido de la disciplina». Daría la impresión de que estaba construyendo un Arca de Noé dentro de la cual proteger lo más virtuoso y capaz del pueblo cubano. Una acuarela, una síntesis de la más pura raza del ser humano de su tiempo y lugar. Cuando yo le preguntaba, por ejemplo, para qué Frank nos hacía falta, ella me miraba con ojos enormes y misteriosos, y respondía bajito como si aún estuviese en la clandestinidad: «Para ésto, Celia María, para hacer ésto.» Nunca me llegó a decir qué cosa era ésto; ahora ya no hace falta, lo sé, pero gasté muchos años en comprenderlo.
Es imprescindible que la recuerden así: llena de luz, disfrutando su entrega a esta misteriosa obra de Fidel que nunca termina, que no terminará jamás.
En la Sierra Maestra junto a Vilma Espín (I) y Celia Sánchez (D)
De las veces que estuvo en la Sierra emergen, según lo que me contaba, dos almas elegidas: el Che, del cual comentaré después, y Celia (15), de la cual me dejó la maravilla de su nombre. Desde niña me decía: «Cuando te reconozcan por tus apellidos (Hart y Santamaría) di que tu nombre va primero, que te llamas así por Celia Sánchez y es ese el que debes cuidar. Fue el mejor regalo que te he dado: su nombre. Aprende a respetarlo.» Sentía una gran tranquilidad al saberla cerca de Fidel. La muerte de Celia unos meses antes de la suya la conmovió a límites increíbles. Sobre todas las cosas, me decía, entre una lágrima y otra, que quien nos debía preocupar era Fidel. ¿Quién lo cuidaría como Celia?
Al tomar el poder, el ejército rebelde comenzó otra etapa en la lucha. Mi abuela paterna, Marina, le decía constantemente a ella y a mi padre: «ya se acabó, tranquilícense ya».Esa palabra, tranquilidad, es la antítesis de un auténtico revolucionario: esos de estirpe mayor no conocen la paz, ni conocen la conformidad; el único fin es el cielo. Esta iluminada tomó como proyecto construir, con las más puras ideas de Fidel y con el calor y pericia de su espíritu, un nuevo mundo al cual la hermosa década del sesenta le abriría las puertas con un saludo, para ser feliz, para crear, para inventar, volar y prestar alas a las primeras y solitarias notas de Silvio, o a las saltarinas y frescas letras del Gabo (16), o para saber, sin desojar margaritas, quiénes serían sus aliados. Ahí están o estuvieron sus aliados para la empresa de una iluminada.
Al igual que pasaría con Celia, la muerte del Che fue un verdadero infarto de amor. Cuando me hablaba del Che sufría, muchas veces, más que al hablar del propio Abel. Ella misma me dijo: «Sin él, casi no concibo la revolución»y seguía: «¿Qué hará Fidel sin el apoyo del Che?» Pero pasó el Che a su rosario sagrado y siguió su lucha. Cada 8 de octubre Abel y yo no podíamos salir, nos quedábamos a transcribir las cartas del Che a sus hijos, a interpretarlas. Y desde entonces, tal vez porque en octubre oscurece pronto o por este rito, los días 8 de este mes me cargo de una melancolía especial.
Estudié el preuniversitario con Camilo, el segundo hijo del Che con Aleida, y recuerdo cómo era para mí este niño de especial. Camilo era indomable y de carácter limpio. Cuando me enfadaba con él y se lo contaba a mama, me decía: «Tú sólo cuídalo, que nadie hable mal de un hijo del Che.» No era difícil hacerlo: se ganó el respeto y cariño de todos sin tener que pronunciar una sola vez su apellido.
No había un fin de semana en que no me comentara algo para que yo sintiera por dentro al Che, como que le dolía el solo hecho de no haber yo conocido al amigo mayor; ya éso era, de por sí, un pecado original. Ella diseñaba los estados de ánimo, el entorno, como si fuese un hada; lo lograba sin dificultad. Por eso, el enigma del Che Guevara, el mito sin réplica de lo que significó para las generaciones posteriores su imagen de esperanza, la sintió mi mama desde que lo conociera. No tuvo que esperar a que se convirtiera en el Guerrillero Heroico.
Es poca la correspondencia que se conoce entre ambos; mas, las existentes, son verdaderas lecciones de la forma en que se relacionan los verdaderos «colegas de revolución». Hay una, fechada en 1964, muy reveladora, en la que el Che, renunciando a los derechos por un libro suyo que publicara Casa de las Américas, «puso en su sitio» a mi madre al decirle que no «podía aceptar un centavo de un libro que no hace más que narrar las peripecias de la guerra» y que no quería entrar con ella en «una lucha de principios que tienen alcances más vastos». Podríamos sospechar cuál sería aquella lucha de principios (17).
En la misiva enviada por el Che a mi madre antes de marchar a Bolivia, le confiesa: «Veo que te has convertido en una literata con dominio de la síntesis, pero te confieso que como más me gustas es en un día de año nuevo con todos los fusiles disparados y tirando cañonazos a la redonda», y la firma: «Tu colega» (18) Ellos no sólo fueron camaradas o compañeros: fueron colegas en ese estrecho recinto de los iluminados.
En la carta que le dirigiera al Che después de su muerte, expone mi madre con sinceridad no poder perdonarle por no haberla llevado a la Argentina, pues éso le había prometido en la Sierra Maestra (19).
En la Sierra Maestra
Eso es ser un revolucionario. A mi madre no le bastó la felicidad de haber participado en la liberación de su patria de la injusticia, ni fundar la Casa de las Américas y defender al arte de la incomprensión y la mediocridad, ni haber proyectado una vida de amor junto a mi padre en la ruta de Fidel Castro, ni siquiera haber tenido dos niños peque-ños a los que educar. Nada de éso era lo suficientemente importante frente al deber sagrado de la revolución del mundo. No necesitó mi madre leer tratados filosóficos para comprender el sentido de la auténtica felicidad. Lo que nos cuesta a nosotros años de estudio y siglos de controversias estériles, a los verdaderos revolucionarios les basta el primer aletear de una mariposa en una mañana de verano. Por eso sostengo que sí, que sí son diferentes ellos y nosotros. Los iluminados no miden la vida con los patrones comunes a los que llamamos felicidad: su métrica es la de las estrellas.
Me contó que lloró como nunca con la carta del Che. Cuando me lo contaba lloraba todavía más. Sus ojos casi se cristalizaban; mas, un segundo después de tanto llorar, estiraba los brazos y lanzaba al suelo cuanto hubiese a su alrededor. De esta anécdota recuerdo una vez, cuando era lo suficientemente chica como para casi quebrarme el cuello al mirarla sufrir diciendo: «Pero fue un machista imperdonable, machista imperdonable. Me juró que me llevaría a América a hacer la revolución, y acá me ha dejado».
Tuve que aceptar desde muy pequeña que aquella frondosa y feliz mujer estaba dispuesta a dejarme plantada en mis primeros años, con tal de hacer aquello a lo que el Che llamaba la Revolución. Estoy convencida que fue el Che quien le enseñó aquella palabra. Ha pasado mucho tiempo y no había querido contar esta anécdota en la cual, de forma explícita, mi madre llamaba «machista» al Che. Sin embargo, para ella el Che fue la materialización de que el Cielo estaba en la Tierra.
Me atrevo a narrarla, después de tanto tiempo, pues, recientemente, en un breve diálogo con Thiago de Mello (20), fue esta la anécdota que me hizo. Mama era fantasiosa y exagerada, y a veces se entremezclaban los sucesos. Pero para el gran poeta brasilero, después de tantos años fue ésa la impresión que sacó de la lágrima de Yeyé por haber perdido para siempre a aquel argentino irónico, y por no haber sido invitada a hacer la revolución en América.
En mi caso particular, queridos lectores, a estas alturas no me está claro si también debo al Che el haber dejado en brazos de mi madre este sentimiento suyo, último e impostergable, para que ella me lo transmitiera. Los que de veras se consagraron a la revolución cubana con más fervor, fueron aquellos que entendieron que el mejor intento para defender la revolución socialista, era luchar por la revolución mundial.
Si nos detenemos a observar todos estos seres especiales, que de una u otra manera viajaron más o menos tiempo en la nave de Fidel, comprendemos que su brújula era la misma: proporcionar al nuevo milenio, donde escasean los mitos y la altura de alma, un veterano que levantara los tiempos en almohadillas de amor y de coraje. Ese debería ser Fidel. La confabulación atemporal de estos astros. Abel, Frank, el Che, Celia y otros más, consignó su meta a la llegada de un Fidel Castro íntegro y pleno que pudiese recordar la necesidad que tiene la humanidad de soñar, para poder construir verdaderamente la realidad.
Para Haydée fue sagrado nuestro comportamiento moral. Recuerdo que en uno de mis cumpleaños, Celia Sánchez me regaló una fabulosa caja de muñecas. Yo no pasaba de los 7, y después de dejarme disfrutar de aquella sorpresa me dijo: «Ahora escoge una, el resto para tus amiguitas que no tienen a Celia que le haga regalos». Aquella historia, parecida a la de Bebé y el señor don Pomposo de José Martí, es una experiencia muy fuerte cuando la vida te la saca del papel de los hermosos cuentos, y te convoca al corazón para el personaje. Fue tan profunda, que todavía sueño con aquellas muñecas; pero también aprendí, junto al recuerdo de los juguetes perdidos, que lo que se regala con más amor es aquello que en verdad nos gusta. Así fue nuestra educación. El hecho de ser su hija no era un beneficio: era un compromiso que apenas lograban identificarlos niños Abel Enrique y Celia María. Nos cambiaba año tras año el número de hermanos, y en mi casa se reunía todo aquel que tenía pena para resolver: los recuerdos amados de Víctor Jara (21) y su voz timbrada de tristeza y amor; la hermosa Milena Parra, a quien debería yo cuidar y dar las muñecas más lindas por ser la nieta de Violeta; y así tantas personas.
Recuerdo también, siendo muy pequeña, que alguien con guitarra fue a la casa, muy triste por algo. Pudo ser Silvio (22), Pablo (23), Vicente (24), nunca lo supe, y mirando de frente al mar erizado de invierno, donde caían ruidosos los relámpagos de una verdadera tormenta, dijo: «De esos rayos de luz que matan, algún día sacaremos corriente». La relación entre el temor y la felicidad no la supe nunca, pero entonces aquel joven tomó la guitarra y se puso a cantar. Ya era nuevamente feliz.
Odiaba el formalismo más allá del límite. Eso reinó en su Casa, en la casa del Vedado, como llamaba a la de las Américas. Allí impuso con el garrote del amor su forma especial de impulsar una empresa. Creo que la burla y el desprecio a la burocracia de la gente menor está en mi casa colgando de una pared: un dibujo sobre una servilleta de papel, del pintor Mariano Rodríguez durante un flamante Consejo de Dirección al que debía poner asunto. Ella fue su jefe y esa servilleta fue la única acta de esa reunión; al menos, la única que debe quedar. Me parece ver sus reuniones libres de dobleces; me las imagino como un conjuro de estrellas peleando contra el lodo, cuya única razón de existir es hacerlas brillar más.
También decidió que yo, con 12 años, estaba muy enamorada de Roberto Fernández Retamar (25) y no cumpliría los13 sin estarlo verdaderamente. La gran Adelaida de Juan, esposa de mi Quijote, sería mi confidente; todo eso dispuesto por Mama. Guardo en mi casa la foto que le obligó a regalarme y el pequeño búcaro, donde cada dos días debía poner una rosa blanca, porque «Roberto amaba mucho y muy lindo a Martí y para amar a Martí hay que hacerlo como él». De aquel amor quedó lo que se proponía: una profunda admiración por Roberto y Adelaida, y una conexión sentimental de amor virginal por José Martí, que sólo el estudio posterior de su obra ha realzado. Cuando leo a Martí todavía siento el aroma de la rosa blanca y la cinta que con amor Mama me colocaba en el cabello antes de dormir. Me ligó a Martí con lo inquebrantable: el amor pasional de una adolescente. Nunca he amado a ningún hombre así.
Ella no pasaba del sexto grado, pero para ellos, los iluminados, eso basta. El lazo de su amor por la vida los exime de todo reconocimiento académico. Allí es donde está esta mujer que todavía persigue dónde vivir. Errante, pero feliz de lo que está viendo. Creo que mi hermano y yo, «herederos genéticos» de su existencia, estamos de acuerdo en lo esencial. Las palabras inspiradas de Abel, de mi Abel., en escasas ocasiones le alcanzan para suplir su prolongado silencio. No nos queda otra que respetar a todas las personas que deciden estar mejor muertas que vivas. El viejo cliché de que los revolucionarios no se quitan la vida .éso lo decía ella también; es tan pueril que basta un par de nombres para echarlo por tierra. Dicen que los animales no se suicidan, a no ser para defender la especie. Es pues, cuando menos, una forma muy humana de morir. Los Lafargue (26) decidieron que eran más útiles así para la causa del proletariado y no dudo que lo hayan sido. ¿Quién osa decir que las campanas que hizo doblar Hemingway (27) con su pluma no hicieron repicar a todas las iglesias del mundo con el grito de su última bala?¿Quién no prefiere todavía la rubia de todos los tiempos en el cine, a la cual hasta un sacerdote brillante le escribe un poema de amor? ¿Quién diría que Violeta no daba gracias a la vida con honestidad, para viajar a la muerte sin temor y segura de sí misma, al dejarnos en su voz el candor de todo un continente? Entonces sólo es bajar la cabeza, quitarse el sombrero y deslizar lágrimas de piedad por nosotros, y no por ellos que están más vivos que muertos, que viajan por el lindero entre ambos estados de la materia libremente y sin dolor, que nos cuidan de los errores. Nosotros estamos destinados a morir irreversiblemente: ellos no.
Y para quienes sólo cuentan los hechos «medibles», ahí está la Casa del amor que fundó Haydée, ahí está esa América, de la cual fue devota, pues sintió su palpitar trémulo y confuso al hacerse novia de sus heraldos. Respetad, pues, esos hechos contables, todos aquellos para quienes el corazón no piensa y, por no saber sentir, no entienden y llaman locos a los que les superan en cordura del alma. Para los iluminados, vivos y muertos, sí va mi mensaje de gratitud como grita Silvio en su «menos mal que existen».
Un solo detalle se me escapa: soy su hija o lo fui, y me dejó objetivamente viva en su muerte, rodeada de algunos muertos en vida, aunque en un Universo de gravedad y magnetismo que es Cuba como epicentro de las luchas humanas por un mundo mejor, el único mundo que se merece este universo que lleva quince mil millones de años trabajando en pos de la armonía. Se fue dejándome segura, donde puedo, al lado de Fidel, trabajar por lo justo que tantos y tantos levantaron con sus últimos suspiros, y enamorada perdidamente de Martí. Entonces nuestra victoria final, la de Yeyé (28), está relacionada con el logro de la felicidad de cierto planeta azul de un sistema solar en los confines de la Vía Láctea, y del que dentro de varios siglos podrán decir sus moradores: «Nuestra dicha mundial pudo muy bien estar relacionada con un pequeño apartamento de una pequeña isla, de nuestro pequeño planeta. La Tierra es feliz, debemos ahora cuidar del Sol».
Notas
1) Silvio Rodríguez (1946), cantautor cubano, exponente del Movimiento de la Nueva Trova. Su canción «Todo el mundo tiene su Moncada» (1968), puede hallarse en el álbum reciente Érase que se era (2006).
2) Abel Enrique Hart Santamaría (1960-2008), hijo de Armando Hart y Haydée Santamaría; hermano de la autora.
3) Sillón de brazos cortos, utilizado para balancearse, muy común en los
hogares cubanos de principios del siglo XX.
4) Simone de Beauvoir (1908-1986), novelista francesa de gran importancia
para el desarrollo del movimiento feminista internacional.
5) Juana de Arco (1412-1431), heroína nacional y santa patrona de Francia.Vestida de hombre lideró ejércitos en la guerra de los Cien Años que sostuvieron Inglaterra y Francia entre 1337 y 1453.
6) Esperando la muerte, obra de Anne Sexton (1928-1974), poetisa norteamericana de sensibilidad extrema, que sufrió en vida por sus fantasías suicidas y produjo una literatura sumamente confesional.Ganadora del Premio Pulitzer en 1967 por su poemario Vida o muerte.
7) Vivienda de los hermanos Santamaría, donde se reunían con Fidel Castro para planear las acciones revolucionarias.
8) Abel Santamaría Cuadrado (1927-1953), segundo jefe del Movimiento 26 de Julio. Con sólo 25 años fue apresado en la mañana del 26 de julio de 1953 junto a un valeroso grupo de compañeros. Fue salvajemente torturado. Le sacaron los ojos y se los mostraron a su hermana (Haydée) en prisión. Asesinado ese mismo día. De él diría Fidel que era el «Alma del Movimiento».
9) Véase carta, pp. 93-95. Haydée, del Moncada a Casa. Celia Hart, Editorial Capiro, Santa Clara, Cuba, 2009.
10) Reinaldo Boris Luis Santa Coloma (1928-1953), novio de Haydée durante la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista.Integrante del Comité Civil del Movimiento 26 de Julio. Asaltante al Cuartel Moncada. Apresado por los sicarios batistianos, fue horriblemente torturado y asesinado.
11) Violeta Parra (1917-1967),poetisa y cantante chilena, autora de canciones legendarias como “Los pueblos americanos” y “Gracias a la vida”.
12) Armando Hart Dávalos (1930), personalidad de gran contribución a la historia y la cultura cubanas, fue miembro de la dirección nacional del Movimiento 26 de Julio y participante en el 30 de Noviembre de 1956 en Santiago de Cuba. Estuvo casado con Haydée Santamaría y de ese matrimonio nacieron Abel y Celia, la autora del testimonio.
13) Graciela Rodríguez Pérez (Chela), amiga de la familia de Haydée Santamaría desde que residía en su natal Encrucijada, mucho antes del triunfo revolucionario. Desde 1959 trabaja con Armando Hart. Mantuvo también estrecha relación con Abel y Celia, los hijos del matrimonio.
14) Frank País García (1934-1957), joven luchador de la clandestinidad, prestigioso líder revolucionario de la zona oriental de la isla de Cuba; jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio. Asesinado el 30 de julio de 1957, cuando tenía 22 años.
15) Celia Sánchez Manduley (1920-1980), la primera mujer en incorporarse a la lucha en la Sierra. Junto a Frank País organizó y dirigió los refuerzos que se enviaron a la Sierra Maestra. Luego de la guerra, creó la Oficina de Asuntos Históricos. Se desempeñó como Secretaria de la Presidencia.
16) Gabriel García Márquez (1928), escritor y periodista colombiano.Premio Rómulo Gallegos en 1973 y Premio Nobel de Literatura en 1982.
17) Véase nota del Che, p. 103. Ibídem 9.
18) Véase carta, pp. 105-106. Ibídem 9.
19) Véase carta, pp. 107-109. Ibídem 9.
20) Amadeu Thiago de Mello (1926), poeta brasileño, icono de la literatura regional amazonense. Su obra, de gran fuerza interior, expresa un auténtico compromiso social. Durante el régimen militar, vivió exiliado en Argentina, Chile, Portugal, Francia y Alemania. Tras la caída del régimen, volvió a su patria.
21) Víctor Jara (1932-1973), cantautor chileno, uno de los máximos exponentes del resurgimiento de la canción popular latinoamericana. También director de teatro. Por los ideales revolucionarios que promovía, fue torturado y asesinado durante el golpe militar de Augusto Pinochet en septiembre de 1973.
22) ibídem 1.
23) Pablo Milanés (1943), cantautor cubano, fundador del Movimiento de la Nueva Trova; su obra ha alcanzado el más alto reconocimiento internacional.
24) Vicente Feliz (1947), cantautor cubano exponente del Movimiento de la Nueva Trova.
25) Roberto Fernández Retamar (1930), poeta y ensayista cubano; actual presidente de la Casa de las Américas.
26) Paul Lafargue (1842-1911), político y pensador francés nacido en Cuba. Este importante luchador socialista se suicidó junto a su mujer.
27) Por quién doblan las campanas (1940), novela de Ernest Hemingway (1889-1961), narrador norteamericano que ha resultado uno de los más relevantes escritores entre las dos guerras mundiales. Premio Pulitzer de Literatura en 1953 y Premio Nobel de Literatura en 1954. Se suicidó con un arma de fuego.
28) Apodo cariñoso con que se conocía a Haydée Santamaría.

LUCIA

https://www.youtube.com/watch?v=OjLzN7LBxi0

La otra isla sara gómez

https://youtu.be/kOnBzj-0_Xc

lunes, 16 de octubre de 2017

http://www.lagaceta.com.ar/nota/748072/la-gaceta-literaria/madres.html

Por Carmen Perilli - Para LA GACETA - Tucumán
Carl Jung consideraba que la madre era el arquetipo por excelencia que reunía sabiduría y seducción, protección y temor. Cuna y sepulcro del hombre, lo femenino se connota como la tierra que cobija el germen de la vida y los huesos de los muertos. Los mitos sobre la maternidad se multiplican en la cultura. Me interesa detenerme a escuchar una serie de voces de poetas mujeres que muestran imágenes diferentes de la maternidad, desarmando la idea de una esencia fija. Mi intención es escucharlas.
Durante años nos estremecimos con La higuera de Juana de Ibarborou: Porque es áspera y fea, / porque todas sus ramas son grises, / yo le tengo piedad a la higuera. La piedad está directamente relacionada con la supuesta esterilidad de la planta.
La poeta mexicana Rosario Castellanos rompe con el estereotipo: Como todos los huéspedes mi hijo me estorbaSu cuerpo me pidió nacer / cederle el paso, exclama. El hijo es un huésped, y, en ese sentido, un extraño que poco a poco la desaloja de su propio cuerpo Haciéndome partir en dos cada bocado.
Ser madre y ser hija son movimientos relacionados. Gabriela Mistral, en Meciendo, describe la maternidad como una forma de realización y la asocia al intercambio erótico. Pone la tristeza materna en forma de nana: Duerma en ti la carne mía, /mi zozobra, mi temblor. / En ti ciérrense mis ojos: / ¡duerma en ti mi corazón! Y en La Fuga canta a la madre muerta: te busco, y no sabes que te busco, / o vas conmigo, y no te veo el rostro; / o vas en mí por terrible convenio; / sin responderme con tu cuerpo sordo, / siempre por el rosario de los cerros, / que cobran sangre para entregar gozo.
La tucumana Denise León afirma: La vida entera -y el modo en que la vivo- / son historias / contadas por la voz / de mi madre.
El cuerpo propio asume sentidos ambivalentes. La portorriqueña Daisy Zamora se vuelve sobre su preñez. Esta inesperada redondez / este perder mi cintura de ánfora / y hacerme tinaja, / es regresar al barro, al sol, al aguacero / y entender cómo germina la semilla / en la humedad caliente de mi tierra. La hija establece una relación ambivalente con la madre. Una mujer que es por la madre y contra la madre clama Gioconda Belli en No me arrepiento de nada
Alejandra Pizarnik, casi cruel, escribe Sí, señora, la madre es un animal carnívoro que ama la vegetación / lujuriosa. A la hora que la parió abre las piernas, ignorante del sentido / de su posición destinada a dar a luz, a tierra, a fuego, a aire.
La cubana Carilda Oliver Labra prefiere la nostalgia de la madre lejana: Madre mía que estás en una carta / y en un regaño antiguo que no encuentro, / quédate para siempre aquí en el centro / de la rosa total que no se aparta.
Desmadradas
La muerte y la vejez de la madre se reiteran. Olga Orozco, con tono elegíaco, llama a la madre muerta: Madre: tampoco yo te veo, / porque ahora te cubren las sombras congeladas del menor tiempo y la mayor distancia, / y yo no sé buscarte, acaso porque no supe aprender a perderte… Y aunque cumplas la terrible condena de no poder estar cuando te / llamo, / sin duda en algún lado organizas de nuevo la familia, / o me ordenas las sombras… o tratas de coser con un hilo infinito la gran lastimadura de mi / corazón. En El eco de mi madre Tamara Kamenzain ve perderse a su madre, sentada al borde de su memoria; no puedo narrar. / ¿Qué pretérito me serviría / si mi madre ya no me teje más? / Desmadrada entonces me detengo / ante un estado de cosas demasiado presente: / ser la descuidada que la cuida / mientras otros la descuidan por mí.
La peruana Blanca Varela en Casa de cuervos elabora la experiencia vital la soledad y el desamparo del progenitor, especialmente de la madre, una vez que el hijo ha asumido una identidad autónoma: aquí me tienes como siempre / dispuesta a la sorpresa / de tus pasos / a todas las primaveras que inventas / y destruyes / a tenderme nada infinita / sobre el mundo / hierba ceniza peste fuego / a lo que quieras por una mirada tuya / que ilumine mis restos / porque así es este amor.
María Elena Walsh, con mucho humor, escribe un Réquiem de Madre: Aquí yace una pobre mujer / que se murió de cansada. / En su vida no pudo tener / jamás las manos cruzadas. Diana Bellesi se pregunta ¿Es la hija madre que se rebela? bajo tortura o galopando magia / sin permiso la vaca, la preciosa / complicidad de verte madrecita / como yo a veces un tanto extraviada. Alicia Genovese se rebela: me negué a coser / a ser mi madre: / hierro apuntillado / en la orfebrería de Puente Alsina, / criar mujeres fuertes / y que todo pase / por ellas.
Me interesaba recorrer rincones de algunos poemas escritos por mujeres para mostrar ese curioso diálogo entre madres e hijas en la poesía, Un diálogo que pone en escena distintos modos de la maternidad. Lejos de las representaciones unívocas la experiencia con ese “cuerpo para”, como decía Simone de Beauvoir, que incluye desde el gozo hasta el dolor.

martes, 3 de octubre de 2017

https://www.youtube.com/watch?v=ydhW3aLI2js


sábado, 29 de abril de 2017

La sangre de la aurora Claudia Salazar Jiménez

http://eugeniaalmeidablog.blogspot.com.ar/2015/12/la-sangre-de-la-aurora-claudia-salazar.html

https://claudiasalazarjimenez.files.wordpress.com/2015/11/claudia-salazar-en-velaverde-nov2-2015.pdf


Siboña Cñarom

La atrapante historia de Sibila, un antídoto contra el silencio familiar

Teresa Arredondo cuenta en su película “Sibila” el caso de su tía, que pasó 15 años presa en Perú por supuesta simpatía con Sendero Luminoso. Ahijada de Gabriela Mistral, esposa de José María Arguedas, su historia oculta motivó el deseo de Arredondo de acercarse a ella y encarar el filme, un retrato crudo e intimista.
La atrapante historia de Sibila, un antídoto contra el silencio familiar
HISTORIA OCULTA. Sybila estuvo presa 15 años en Perú, es ahijada de Gabriela Mistral y estuvo casada con José María Arguedas.
Sybila Arredondo de Arguedas es una de esas figuras sobre las que podrían escribirse varios libros. Su madrina era Gabriela Mistral, y tanto la poeta como Pablo Neruda visitaban frecuentemente a su madre, la escritora Matilde Ladrón de Guevara. No es raro entonces que Sybila tuviera dos hijos con Jorge Teillier y que luego fuera pareja del escritor José María Arguedas. Y si bien esos grandes nombres de la literatura podrían valer un documental, Teresa Arredondo escapa de lo biográfico y hunde el cuchillo donde más duele: en el silencio familiar.
La cineasta peruana/chilena decidió confrontar a sus seres más queridos, y así develar cómo afectó a su familia que Sybila fuera acusada de ser miembro de Sendero Luminoso. El filme muestra también algunas imágenes del juicio a su tía llevado a cabo en una base militar, conducido por jueces sin rostro y con voces distorsionadas. Estos jueces anónimos condenaron a Sybila a 15 años de prisión. Ese sistema ilegal de enjuiciamiento fue inventado por el ex presidente Alberto Fujimori con la excusa de combatir al terrorismo.
Así Sibila (2012) con i latina, porque su protagonista quiso que su nombre quedara escrito como las mitológicas profetisas griegas, constituye un retrato honesto e imperdible sobre cómo el terrorismo de Estado no sólo afectó a sus víctimas, sino que también destruyó sus lazos familiares. El documental, premiado en la última edición del BAFICI y en importantes festivales internacionales, se estrena este jueves en las salas Gaumont y Cosmos-UBA y el sábado en el Centro Cultural General San Martín.
Teresa Arredondo nació en Perú, creció en Chile, estudió cine en España y se radicó recientemente en Córdoba. Desde allí y vía Skype, le contó a la Revista Ñ digital cómo fue y cuáles fueron las consecuencias por cuestionar a toda su familia. “En 2003, cuando Sybila salió de la prisión, empecé a conocerla nuevamente y surgieron muchas preguntas. Pero en ese momento, no me atreví a planteárselas. La película tuvo grandes costos personales, pero seguí adelante porque me parecía importante romper el silencio familiar”.
-En los primeros minutos de Sibila, usted le pregunta a su madre y a su padre por qué nunca le contaron lo que había sucedió con su tía. ¿Cómo fue realizar esas escenas?
-Cuando empecé el proyecto, pensé que iba a tratarse sobre la familia de mi padre, pero Martín Sappia, el coguionista y editor, me alentó a hablar también con mi mamá. Esas escenas en principio eran materiales de investigación. Filmé a mis padres por separado y fue duro para mí enterarme de cómo habían vivido la cárcel de mi tía. Yo no sabía que entre ellos no habían hablado sobre qué actitud tomar, pero los dos decidieron finalmente guardar silencio sobre el tema porque creían que me estaban protegiendo.
-¿Ese silencio generó más interrogantes?
-Yo tenía 7 años cuando mi tía fue arrestada y durante el rodaje mi madre me dijo que si yo hubiera preguntado, ella me hubiera contado. Yo sabía qué opinaba mi madre sobre Sendero Luminoso, pero nunca supe qué pensaba ella de Sybila al haber caído presa por una supuesta relación con Sendero. Creo que la cámara fue un instrumento que me sirvió para preguntarles a mis padres. No sé si los hubiera confrontado a ellos y al resto de mi familia si no hubiera sido por la película. Sé que mis padres fueron muy generosos al exponerse y contestar en forma sincera.
-En el filme usted dice que creció entre dos familias muy diferentes y que eso le generó muchas contradicciones.
-Nací en Perú, donde viví hasta los 6 años. Más adelante nos fuimos a vivir a Chile, porque papá era chileno. Crecí entre dos familias con ideologías diferentes. La de mi madre es peruana y tiene ideas cercanas a la derecha, mi abuelo era fujimorista. Al mismo tiempo, mi papá y mi abuela chilenos eran de izquierda. Durante la dictadura de Pinochet, debieron exiliarse. Crecí entre mensajes contradictorios y en mi adolescencia asumí un punto de vista crítico sobre las opiniones políticas de la familia de mi madre. Pero todo lo que sabía sobre Sendero Luminoso venía de mi familia materna y no sabía dónde colocar la figura de Sybila, que estaba en prisión.
-En 1992, Fujimori decretó una ley para juzgar a los “terroristas” con juicios sumarísimos, llevados adelante en bases militares con jueces sin rostro. ¿Sybila fue una de las víctimas de ese tipo de procesos?
-Fujimori realizó un autogolpe y desarticuló los poderes legislativo y judicial. A partir de allí creó una ley para juzgar a las personas por apología del terrorismo, que condenó a muchas personas por tener una supuesta simpatía con Sendero Luminoso. El juicio que tuvo Sybila fue absolutamente ilegal, no sé sabe quiénes fueron los jueces, cuyas voces están distorsionadas. Cuando una persona llegaba a ese espacio ya estaba sentenciada, todo era un circo. Sybila cumplió 15 años de una condena ilegal y sin ninguna prueba real en su contra.
-Fujimori practicó el terrorismo de Estado en su lucha contra el terrorismo. ¿Cuál fue el saldo de tantos años de enfrentamiento armado?
-En 2001 fue creada la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que redactó un informe donde se asegura que entre 1980 y 2000 hubo en Perú 70 mil muertos provocados por la violencia armada. El documento dice que la mitad de esas personas fueron asesinadas por Sendero Luminoso y la otra mitad por el terrorismo de Estado. Sólo se lograron identificar a 35 mil víctimas. La Comisión estuvo formada por personalidades representativas de diferentes estratos de la sociedad peruana, y sin embargo tanto la derecha como la extrema izquierda no están de acuerdo con el resultado de la investigación.
-En el documental aparece un tío suyo que fue parte de esa Comisión. ¿Cómo fue su experiencia?
-Mi tío se tuvo que exiliar porque cuando era alcalde de un pueblito de la sierra, por un partido de izquierda, Sendero Luminoso lo incluyó en una lista de personas a matar. Sendero quería eliminar todo sistema político existente. Avisado de que estaba en esa lista, mi tío se fue del pueblo. Cuando llegó a Lima lo secuestraron los militares y lo torturaron porque supuestamente él ayudaba a Sendero Luminoso. Finalmente lo soltaron y pudo exiliarse en Francia. A un amigo que trabajaba con él lo mató Sendero Luminoso. El me contó que fue durísimo tomar testimonio a las víctimas del terrorismo de Estado y a las de Sendero Luminoso.
-Carolina, la hija de Sybila, cuenta que las mujeres condenadas por haber pertenecido a Sendero Luminoso, sufrieron muchos maltratos por parte de los guardiacárceles. ¿Cómo eran las condiciones de detención?
-Las condiciones de detención que sufrieron fueron inhumanas durante muchísimos años. Seis personas compartían una celda pequeña, y sólo podían salir media hora al día al patio. No tenían acceso a la lectura, ni a ningún papel. Las mujeres también fueron torturadas por los guardiacárceles. Mi tía se convirtió en delegada de las presas y empezaron a pelear por mejores condiciones. Después de unos años le ofrecieron a Sybila una extradición para que pudiera terminar su condena en Chile, pero ella se quedó en la cárcel peruana porque no quería abandonar a sus compañeras.  De a poco fueron mejorando las condiciones de detención.
-En la película, a Carolina le cuesta recordar y cuenta que sólo guardó una carta que le envío su madre escrita en papel higiénico. ¿Cree que el olvido funciona como un mecanismo para borrar recuerdos muy dolorosos?
-Sí, fue un mecanismo para protegerse. Carolina se quedó en Perú para luchar por las condiciones de detención de su madre. Todas las semanas durante 15 años fue a llevarle comida, aunque en los primeros años no le permitían verla. Ella tenía su propia familia, pero nunca dejó de estar al lado de Sybila. La escena donde ella muestra la carta fue algo que surgió durante el rodaje, y en ese momento me di cuenta de que iba ser muy importante para la película.
-Usted cuenta que recibió diferentes presiones por parte de su familia por cómo iba a quedar retratada Sybila en su filme. ¿Cómo fue sorteando esas influencias?
-Durante el rodaje recibí cuestionamientos difíciles. Una parte de mi familia me pedía que la cuidara y otra que no la glorificará. Yo me planteé el documental como una búsqueda, tenía muchas preguntas y ninguna certeza. Sabía que si bien yo le tengo mucho cariño, no iba a dejar de preguntarle cosas complicadas.
-Sybila ocupa el centro del discurso, pero usted hace un retrato de toda su familia. ¿Cómo recibieron la película?
-La primera que la vio fue Sybila, yo estaba bastante nerviosa porque no sabía qué le iba a parecer. Cuando terminó la proyección me corrigió dos fechas que salían mal. Y le pregunté si le molestaban algunas de las opiniones que daban miembros de la familia y me dijo que no. También le pregunté si le molestaba que hubiera dejado una pelea que tenemos sobre el final. Me dijo que eso no era una pelea sino una discusión, y que el valor del documental estaba en poder poner sobre la mesa esa discusión. El resto de la familia quedó muy conforme con la construcción del relato, todos se sintieron bien representados a pesar de que a unos les ha gustado más que a otros. La película abrió un espacio de diálogo dentro de la familia sobre un tema que nunca hablaron entre ellos.
-¿Usted le preguntó a su tía si apoyaba todas las acciones llevadas adelante por Sendero Luminoso?
-Me costó mucho hacerle algunas preguntas a Sybila. En las primeras conversaciones que tuvimos ni siquiera me animé a nombrar a Sendero Luminoso. El hecho de hacer la película me llevó a construir una relación con ella, que luego me permitió poder cuestionar algunas de sus posturas. Creo que no preguntar cosas para proteger a una persona es una farsa. Yo desconocía su posición sobre Sendero Luminoso y pensaba que ella podía tener una mirada más crítica sobre algunas acciones de Sendero.
-En el documental usted se posiciona de una manera diferente a la de Sybila frente al accionar de Sendero Luminoso. ¿Por qué decidió ponerlo en la película?
-Nos llevó varios años volver a construir el vínculo, y para mí era importante decirle que no estaba de acuerdo, porque sentía que tenía que ser honesta en honor a nuestra relación. Se dio dentro de la película porque esa fue la primera razón por la que nos volvimos a vincular y si yo le estaba pidiendo que se exponga, me parecía justo exponerme yo.


Ficha Técnica

Sibila (2012). Duración 94 minutos. Chile, España, Argentina.

Con la participación de: Sybila Arredondo de Arguedas, Teresa Lugon, Marcial Arredondo, Matilde Ladrón de Guevara, Inti Briones, Carolina Teillier, Marco Briones, Julio Lugon Badaraco, Jaime Urrutia, Luis Fernando Romero, Tamia Portugal.

Dirección: Teresa Arredondo
Montaje: Martín Sappia
Guión: Teresa Arredondo y Martín Sappia
Cámara: Teresa Arredondo y César Boretti
Sonido Directo: María Elisa Cánobra
Música Original: Esteban Anavitarte
Producción General: Viviana Erpel
Producción Ejecutiva: Casimúsicos Cine

Se proyecta desde este jueves 1 en las salas Gaumont y Cosmos-UBA. Y a partir del sábado 3 en la sala del Centro Cultural General San Ma