miércoles, 28 de diciembre de 2011

José Pablo Feinman

L PAIS › OPINION
El puñal en la espalda






Por José Pablo Feinmann
Uno publica un libro y suceden estas cosas. Hay que empujar la venta con una serie de entrevistas que la editorial estipula. Habitualmente son muchas y la mayoría no exactamente con periodistas con los que se pueda mantener un diálogo alejado del esquema binario y ya salvaje de la sociedad argentina. Que es el siguiente: lo K y lo anti-K. O el “oficialismo” y la “oposición”. Llevamos años sin poder salir del brete en que el pensar ha sido atrapado, sofocado. Y hasta eliminado. Todo esto tiene su espacio de exaltación en Internet, el mundo de lo simple, de lo esquemático. Todo se reduce a si uno es “K” o “anti-K”. O el otro modelo binario mencionado. Pero uno creció y pensó en medio de otros condicionamientos u otras convicciones. Cree en la posibilidad del diálogo democrático. Al menos yo –y otros pensadores que conozco– creo que las palabras pueden y deben llevar más allá de sí mismas y constituir la posibilidad de un intercambio de ideas que alimente y constituya una sociedad democrática.

No es así. Mi pequeña esperanza era que –luego del contundente triunfo de Cristina Fernández en las últimas elecciones– la “oposición” revisara sus modos de operar. Si uno tiene un jefe de marketing que le diseña una campaña para el año 2011 y esa campaña conduce a un resultado calamitoso, lo lamenta. Pero decide darle una nueva oportunidad. El hombre (conjetura) es un profesional y sabe hacer su trabajo. Le pide un plan operativo para el año 2012. Si el eficiente profesional le trae el mismo, si le trae el del 2011, uno lo mira atónito: “Pero, ¿qué me trae? ¿A usted tengo que decirle que con esto nos fue horrorosamente mal?”. “Sí, pero no se me ocurre otro.” “Bueno, está despedido.” Así, uno había llegado a pensar en una inevitable autocrítica de la “oposición” que llevara sus planteos a otras esferas que no fueran las del agravio, la denuncia sin fundamentos o la agobiante repetición de las recetas neoliberales. Parte de esos planteos era que los agravios no eran de ellos sino de los otros. Que los crispados estaban enfrente. Que todo lo malo, lo antirrepublicano, lo turbio y lo antidemocrático estaba enfrente. Todo enfrente, más allá, en la “otra parte” del espacio político. Perdieron. Pero no sólo “perdieron”. Perdieron pavorosamente. Habitualmente –cuando la gente razona– estos cataclismos sirven para revisar errores y cambiar rumbos. No fue así.

Me veo compelido a escribir estas líneas por las incómodas e inusitadas reacciones que tuvo una nota que me hicieron en el diario La Nación. Mis palabras fueron tan distorsionadas (sobre todo en la edición para Internet de la nota) que pareciera he pasado a ser el líder ideológico de la “oposición”. Lamento quitarles el trabajo a Morales Solá o Grondona. Como un vértigo, se acumularon en mi contestador telefónico invitaciones que había dejado de recibir a fuerza de negarme a aceptarlas. De algunos que me llamaron “alcahuete del poder” en Perfil, medio en que cualquiera puede escribir cualquier bajeza sobre mí, desde un conservador hasta un “revolucionario” que, sencillamente, razonó por medio de conceptos como “tilingo” y “pelotudo”, cosas que vendría a ser yo, o agravios aún peores en la revista Noticias, donde también se me puede insultar con entera libertad, para eso es que, en ese medio, se encarna el “periodismo libre”. Pero lo de La Nación no lo esperaba.

La cosa es así: te llaman, te adulan, dicen que te quieren, que han leído toda tu obra y hasta te dicen que sos un genio. Uno, que, más que un genio, es un tonto que cree en la posibilidad de romper el esquema binario y abrirse a un diálogo amplio, democrático, que posibilite un país más armónico y menos esquizofrénico, menos bélico, acepta, va y dialoga. Ricardo Carpena, el periodista, es agradable. El fotógrafo es un joven que ha hecho cursos conmigo y hasta me pide que le firme un libro. El ambiente es agradable. Empieza el reportaje. Han logrado algo importante: que uno se afloje, que se sienta cómodo, que suelte un poco o bastante la lengua. Nos despedimos. Todo –hasta el momento– bien.

La nota sale en dos partes: en el diario y en Internet. La del diario empieza mal. Expresa la esperanza de que no me condenen al exilio de los que se atreven a pensar distinto. O sea, en el mundo “K”, al que piensa “distinto” (no se aclara qué es “pensar distinto”) lo mandan al exilio. Expresa el deseo de que “los kirchneristas” no me “trituren” por haber expresado ideas diferenciadas del “relato oficial”. Es decir, en el mundo “K” hay un “relato oficial” (no se dice cuál es). Si uno piensa distinto de él es “triturado”. Nada menos. Pero no quiero caer sobre el entrevistador porque puedo comprenderlo. Su trato fue muy amable. No puedo pretender que piense como yo si está en La Nación. Es parte del disenso democrático que acepte sus puntos de vista y hasta algunas de sus trampas, que tal vez ya le broten solas. El problema surgió cuando –no lo pueden evitar– encaró el tema de la corrupción. Viejo tema golpista que jamás estuvo ausente del clima propiciatorio de toda alteración del orden constitucional. Dije, amablemente dije: “Hay que hacer una verificación final de eso”. Dije que con Menem había decenas de causas abiertas y hasta presos por corrupción, ¿por qué no hacían eso con los políticos kirchneristas? Si era tan evidente, ¿por qué no lo demostraban? El periodista insiste. Pregunta si no me sorprende “el vertiginoso y enorme aumento patrimonial de los Kirchner”. Pese a que este tema me irrita profundamente. Pese a que me resulta casi increíble que los que se robaron el país en el siglo XIX, los que liquidaron a sangre y fuego las provincias federales luego de Pavón, los que son corresponsables de la matanza de medio millón de paraguayos (¿en el relato oficial de La Nación figura esto?; y si no, ¿permitirían decirlo? o ¿permitirían decir que Sarmiento –nuestro Mariscal Bugeaud, junto con Mitre– aconsejó “Si Sandes va, déjenlo ir. Si mata gente, cállense la boca”?, citado por el gran José Luis Busaniche –que de revisionista, nada– en su Historia Argentina, Hachette, p. 727), los que se enriquecieron con los campos que Roca, luego de su campaña, les cedió, hablen del “vertiginoso y enorme aumento patrimonial de los Kirchner”, pese a todo esto, dije “Habría que hacer un muy buen análisis de cómo creció ese patrimonio”. Y si fui cauto, si mi firmeza no fue la deseada por los cuadros “K” es porque el tema de la sola sospecha o acusación de corrupción en un gobierno popular me desquicia. De aquí que (viniendo de un largo razonamiento que había empezado con la condición de hacer “un muy buen análisis” del bendito tema del patrimonio) haya concluido diciendo la consecuencia lógica que se produciría si eso fuera verdad: “Porque es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno popular, nacional y democrático”. Ahí cavé mi tumba. Porque Canepa tituló moderadamente su nota: “Si gobierna Moyano, van a ver lo que es el autoritarismo peronista”. Pero La Nación tiene el “policía malo”. No el que te recibe en el lujoso edificio y te habla como un caballero. No, el otro. El que está agazapado en Internet y cambia el copete y altera la nota extrayendo frases de contexto. Le pasó, antes que a mí, a Horacio González. Y, en menor medida, a Ricardo Forster y a Jorge Coscia. El título de Internet fue escandaloso: “Feinmann: Es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno popular, nacional y democrático”. Lo que más se lee es la versión de la web. Ese día me convertí en un aliado de la “oposición”, de los “anti-K”. Para ser breve: agradezco a todos los referentes mediáticos de la derecha su interés en mi persona. Pero –más allá del copete artero, de la puñalada en la espalda que implicó el “armado” que hizo La Nación de mi nota en Internet– yo sigo pensando lo siguiente: 1) Esta necia obstinación nos condena a todos a seguir en el pensamiento binario; 2) Jamás aceptaré un reportaje en La Nación. Más por la versión web que por el diario y algunos de sus periodistas; 3) Voté por Cristina Kirchner y adhiero a su Gobierno; 4) No acepto ser definido como “kirchnerista” porque sería validar el esquema binario con que se piensa (mal) la política argentina: lo K y lo no K; 5) Soy un escritor de izquierda ligado a la lucha por los derechos humanos; 6) Apoyo el Mercosur; 7) Rechazo el Consenso de Washington y los diez puntos del economista neoliberal John Williamson; 8) Apoyo una economía proteccionista, que defienda el mercado interno, que instaure una nación con industrias pequeñas y medianas que produzcan y trabajadores que consuman; 9) Si se puede fabricar aquí, no hay que importar ni un solo clavo, como bien dijo CFK; 10) Todos los que participaron activamente del gobierno desaparecedor deben ser juzgados; 11) Los delitos de lesa humanidad son solamente los cometidos desde la esfera del Estado y no prescriben; 12) Contra la delincuencia (creada sobre todo durante la década del ’90 por los que ahora piden seguridad porque se volvieron ricos ahí, en medio de esa bacanal de la corrupción) se lucha creando fuentes de trabajo y escuelas; después, con un sistema carcelario humano, para integrar a los que se extraviaron y no para hacinarlos en la indignidad y la violencia entre pares de desdicha; 12) El sistema binario –en que insisten los medios que impulsaron el protogolpe del 2008– imposibilita el diálogo democrático; 13) Creo en la lucha antimonopólica. Creo –como Adam Smith– que los monopolios enferman el mercado, son sus tumores, son antidemocráticos y sofocan el surgimiento de voces diversas; 14) Creo en el buen periodismo: el que expresa la libertad de quienes lo hacen y no la de las empresas; 15) Creo en la escritura. En la buena prosa. Creo en muchísimas otras causas. Y no creo en la TVVómito. Creo que esa TV es funcional a las lacras más profundas del país porque idiotiza a los ciudadanos en lugar de reclamarles lucidez. Creo que cualquiera puede entender cualquier cosa, cualquier idea o un buen espectáculo, por complejos que sean. Creo que estuve confiado, ingenuo y hasta algo bobo en el reportaje de La Nación. Le puede pasar a cualquiera. Hay algo que no me va a pasar. Desde hace cuarenta años estoy en la misma vereda. No solo, sino con algunos de mis más grandes amigos. Siempre que me busquen búsquenme ahí. Ahí voy a estar.

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martes, 27 de diciembre de 2011

Aquel Martes después de navidad-Diego Battle


AQUEL MARTES DESPUÉS DE NAVIDAD (Marti , Dupa, Cracium, Rumania/2010)

Dirección: Radu Muntean

Guión: Alexandra Baciu y Radu Muntean

Fotografía: Tudor Lucaciu

Edición: Alexandru Radu

Diseño de producción: Sorin Dima

Elenco: Maria Popistasu, Dragos Bucur y Mirela Oprisor

Distribuidora: CDI Films

Duración: 99 Minutos

Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas

Nuestra opinión: muy buena

Paul (Mimi Branescu) y Adriana (Mirela Oprisor) están casados desde hace diez años, tienen una hija, un amplio y moderno departamento, un auto y un buen nivel económico. A pesar del paso del tiempo, el matrimonio parece bastante armónico, hasta podría decirse que feliz. Sin embargo, él lleva una doble vida, ya que desde hace seis meses mantiene una relación paralela con Raluca (Maria Popistasu), una atractiva dentista bastante más joven que él.

Así planteadas las cosas, este nuevo acercamiento a un triángulo amoroso podría resonar en primera instancia como una historia vista ya demasiadas veces. Sin embargo, el notable director rumano Radu Muntean trasciende cualquier limitación o lugar común con un sofisticado, minucioso y sutil andamiaje narrativo construido a partir de un puñado de largos y virtuosos planos secuencia para concretar un profundo e incisivo retrato psicológico en el que cada detalle, cada observación, cada gesto, cada palabra adquiere una significación y una trascendencia insospechadas.

Para que el largometraje (cuarto en la carrera de Muntean) alcance la potencia, naturalidad, consistencia, fluidez y credibilidad que finalmente logra, el director de Boogie se basa en el trabajo de tres intérpretes extraordinarios (a esta altura, una marca recurrente en el nuevo cine rumano) que sostienen y amplifican cada una de las situaciones y conflictos (sorpresa, incredulidad, rabia, dolor, culpa) que aquí se plantean a la hora de exponer la crisis íntima y, en un terreno más amplio, las contradicciones de la clase media-alta rumana en medio de una sociedad que todavía digiere su transición de tantos años de socialismo hacia las tentaciones y placeres burgueses que propone el capitalismo.

Esta perfecta interacción entre un realizador y su elenco (que denota un gran trabajo previo conjunto) remite a sociedades artísticas como las que generaron con sus actores directores de las dimensiones de Ingmar Bergman o John Cassavetes.

Dueño de un estilo austero y depurado, en el que jamás hay lugar para el exceso ni la grandilocuencia, Muntean redondea una propuesta que destila tanta verdad, tanta convicción en cada uno de sus fotogramas, que la convierten en un experiencia de una intensidad muy poco habitual en el cine contemporáneo..

domingo, 25 de diciembre de 2011

El país imaginado de Eduardo Berti


Viernes 23 de diciembre de 2011 | Publicado en edición impresa
Libros y autores
Fantasmas de la China soñada
El país imaginado, nueva novela de Eduardo Berti, narra la historia de dos adolescentes orientales que luchan por afirmar su identidad ante el peso de las tradiciones milenarias
Por Martín Lojo | LA NACION
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Foto: EDUARDO CARRERA / AFV
Más notas para entender este tema
Una novela hecha de sutilezas


El Oriente suele seducir a los novelistas argentinos más enemistados con el realismo, ansiosos por huir de la imaginación local: ahí están, por ejemplo, Una novela china (1987) de César Aira, La mujer en la muralla (1990) de Alberto Laiseca o La perla del emperador (1990) de Daniel Guebel. Pero como el artificio literario exige que aun los hechos más naturales deban ser soñados, el exotismo es un viaje a las antípodas para volverse extranjero y poder mirarse como tal a sí mismo, porque, como afirma Aira, "para que la realidad revele lo real, debe hacerse ficción". Eduardo Berti es consciente de estas sutilezas de la distancia cuando emprende su viaje a la China de comienzos del siglo XX en El país imaginado , novela ganadora del premio Emecé 2011. Es por eso que en su relato las costumbres más extrañas se leen con naturalidad. Son acordes que armonizan la educación sentimental de Ling, una adolescente que encuentra en su amor por Xiaomei, la hija de un pajarero ciego, un mundo imaginario para refugiarse de las duras reglas que le impone su familia tradicionalista y supersticiosa.

"Durante mucho tiempo leí literatura china sin pensar que iba a escribir esta novela. Por gusto personal y porque estuve investigando la micronarrativa, que existe allí desde el año 300 de nuestra era. También me interesé en los cuentos orientales de fantasmas. Eso coincidió con que mi mujer, fanática de los idiomas, se puso a estudiar la lengua, e hicimos un viaje a China en 2004. La curiosidad me llevó a documentarme en libros de historia, tradiciones, usos y costumbres. Encontré algunas interesantes, como el nu-shu , la escritura secreta de las mujeres, y la práctica de los casamientos entre vivos y muertos. A partir de estos hallazgos surgió una historia. Cuando tomó forma la voz de la narradora, sentí que la novela pedía ser escrita. Podría haberla contado en tercera persona, pero se impuso la voz de Ling, algo nuevo para mí, porque es mi primera novela narrada en primera persona clásica. Aunque era consciente del lío en el que me metía, nunca dudé de que transcurriría en China. Me documenté, pero no es una novela histórica. No es la China real, ni un país totalmente imaginario, es algo creado con mucha libertad a partir de cosas reales.

-En la literatura argentina, no es muy habitual encontrar buenos personajes femeninos escritos por hombres. ¿Cómo lograste la voz de una adolescente?

-Siempre me asombraron esas canciones de Chico Buarque en primera persona femenina. Cuando le preguntan, dice que le salen así. Yo tampoco sé cómo lo hice. Lo puedo pensar al revés, sentí que funcionaba y por eso seguí. Me causó gracia que los miembros del jurado del concurso de Emecé estuvieran convencidos de que el autor era una mujer. Pensé que iba a ser un trabajo duro, así que no sé por qué se dio con tanta naturalidad. Mientras escribía, recordé que William Goyen decía que escribir era saber escuchar. También Tabucchi decía que algunas novelas las había escrito siguiendo la voz que aparecía. No creo en la idea mística de una voz que te dicta, como un fantasma, pero sí sentí que se había formado una voz que tenía que escuchar.

-La novela está plagada de fantasmas imaginarios y reales, pero sólo toma la palabra la abuela de la narradora, que le habla en los sueños antes de cada capítulo. ¿Por qué dejaste abierta esa puerta a lo fantástico?

-Desde el comienzo quise contar los sueños de la joven. En los primeros borradores los narraba ella, pero así como sentía real su voz en el resto de la novela, en los sueños no me convencía. Entonces crucé una frontera más: Ling narra la China que yo invento y la abuela narra el otro país imaginado, el de los sueños. Empezó a funcionar como un juego de espejos, sobre todo cuando escribí que el verdadero sueño lo recuerda el soñado y quien sueña sólo recuerda imágenes falsas. Los sueños son una válvula de escape ante una sociedad muy rígida, con tradiciones firmes durante siglos. A pesar de que en ese momento empiezan a desmoronarse.

-¿Por qué elegiste situar la novela a principios de los años treinta?

-Me gustan los momentos en los que las tradiciones férreas conviven con un sentimiento de ruptura grande. Ese momento histórico de China es poco conocido. Cuando estuve en Shanghái me dejó mudo la "modernidad vieja": la industria cinematográfica, los hoteles art decó y art nouveau de los años treinta, que no responden a nuestro estereotipo de "lo chino". Incorporé cosas como un automóvil o el cine para generar esa tensión entre dos épocas y para que la rebeldía de Ling fuera más verosímil.

-De todos modos, esa rebeldía nunca llega a transgredir las reglas.

-No hago sociología ni historia, pero sentí que había un límite para la rebelión. Ella fue lo más lejos que pudo. Un enfrentamiento típico, en el que toda la tradición fuese opresiva hubiese sido muy mecánico. Por eso tomé la tradición del nu-shu , la escritura en código femenina, que se había deshilvanado generación tras generación y que ella recupera y renueva. Una novela está llena de puertas que uno decidió no abrir. Quise respetar los límites que creía ver. Ella se enamora, como es usual a esa edad, de una figura que construye. Inventa un personaje más puro que la Xiaomei real, porque necesita crear un espacio de libertad en un mundo muy cerrado.

-¿Cómo surgió Xiaomei?

-Es una inconformista, muy rebelde dentro de lo que puede. Aunque es más pobre y tiene menos libertad que Ling, se transforma constantemente, cortando sus vestidos y su pelo, para lograr un espacio propio que es muy fugaz, una juventud muy corta. Tanto Xiaomei como Ling tienen muchas cosas de mi experiencia personal. Hay escritores que pasan su voz al libro sin tanta vuelta. A mi me gusta mantener cierta distancia. Una vez que supe que eran chinas, la idea de que fueran mis antípodas me tentó. Hombre/mujer; cuarenta y pico/catorce. Tuve la suerte de que la narradora se enamorara de una mujer, entonces fue fácil acordarme de las primeras chicas que me enamoraron a los doce o trece años. Volqué mis experiencias en una caja de resonancias totalmente ajena.

El país imaginado

Por Eduardo Berti

El mundo según Barney

El film presenta un personaje central sin demasiados matices
Por Natalia Trzenko | LA NACION
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El mundo según Barney ( Barney's Version, Canada-Italia/2010). Dirección: Richard J. Lewis. Guión: Michael Konyves, Basado en la novela de mMrdecai Richler. Fotografía: Guy Dufaux. Elenco: Paul Giamatti, Dustin Hoffman, Rosamund Pike, Scott Speedman. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 134 minutos. Calificación apta para mayores de 13 años con reservas. Nuestra opinión: buena.

Desde la primera hasta la última escena de esta película es evidente que el mundo, desde el punto de vista de un señor llamado Barney Panofsky, es un lugar más bien triste, lleno de resentimientos y donde lo único que importa es justamente lo que Barney quiere. Un personaje egocéntrico y egoísta con una notable capacidad para rodearse y conseguir el amor de personas mucho más interesantes y generosas que él. Personas a las que, casi sin excepción, termina lastimando gravemente. El desafío de transformar a este hombre y su vida en un personaje atractivo como para encabezar el film recayó sobre Paul Giamatti ( Entre copas ), un talentoso actor que aquí no se luce como otras veces. Tal vez porque las escenas más significativas y emocionantes que tiene las comparte con Dustin Hoffman, que interpreta a su padre, Israel o Izzi como prefiere ser llamado. Con unas pocas apariciones, Hoffman se roba la película y consigue lo que el guión y el director debutante no logran nunca: aportarle dimensiones a su protagonista.

HISTORIA DE VIDA

El recorrido del film comienza con un joven Barney pasándola bien en Roma, rodeado de amigos bohemios y mujeres hermosas aunque desequilibradas como Clara, esa artista plástica que dice estar embarazada de su hijo. Menos enamorado e interesado en la mujer que en leer el manuscrito de Boogie, su carismático amigo escritor (interpretado por Scott Speedman, a años luz de su inexpresividad en Felicity e Inframundo ), el protagonista rápidamente cambiará su destino regresando a su Canadá natal. Allí, mientras comienza a trabajar como productor televisivo, se casará con la mujer equivocada (Minnie Driver) y se enamorará de la correcta (la bellísima y dúctil Rosamund Pike) en su propia boda. Y hasta esa retorcida forma del romance perderá su brillo por la incapacidad de Barney para reflexionar sobre sus propios errores y dificultades.

Con el material aportado por una exitosa novela, el director debutante Richard J. Lewis realiza una labor correcta, pero no supera la estructura planteada por un relato que revisa la vida y obra de un personaje más bien insoportable aunque muy bien acompañado.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Ningún Lugar Está Aquí O Está Ahí Oscar Hahn

Ningún lugar está aquí o está ahí
Todo lugar es proyectado desde adentro
Todo lugar es superpuesto en el espacio
Ahora estoy echando un lugar para afuera
estoy tratando de ponerlo encima de ahí
encima del espacio donde no estás
a ver si de tanto hacer fuerza si de tanto hacer fuerza
te apareces ahí sonriente otra vez
Aparécete ahí aparécete sin miedo
y desde afuera avanza hacia aquí
y haz harta fuerza harta fuerza
a ver si yo me aparezco otra vez si aparezco otra vez
si reaparecemos los dos tomados de la mano
en el espacio
donde coinciden
todos nuestros lugares

jueves, 22 de diciembre de 2011

Blog de Sergio Ramírez

LOG DE SERGIO RAMÍREZ
I. La otra dimensión
Pilar Donoso, a quien nunca conocí más que a través de su libro de memorias Correr el tupido velo, se había excusado de asistir a la ceremonia en la que recibí el Premio Iberoamericano de Letras "José Donoso" en Santiago de Chile, instituido por la Universidad de Talca en memoria de su padre, uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo veinte, autor de novelas de primera línea como Coronación, o El obsceno pájaro de la noche.

No recuerdo ahora cuál fue su excusa, pero es que ya se hallaba con un pie en la otra dimensión, esa dimensión vacía de los ruidos del mundo y de paredes desnudas a la que se trasladan los suicidas antes de dar el paso final, un cuarto de hotel desolado donde los pesados muebles apenas caben como esos de los cuadros de Edward Hopper, las maletas que ya nunca serán abiertas depositadas en el piso y la muchacha que sentada sobre la cama en ropa interior lee lo que parece ser la carta de despedida de un amor perdido, pero que no es sino el itinerario de trenes en busca del que habrá de llevarla donde al fin quiere ir sin equipaje, sin ni siquiera volver a vestirse.

La ceremonia de entrega del premio fue el sábado 12 de noviembre en la Feria Internacional del Libro de la Estación Mapocho. Yo partí hacia Madrid al mediodía del domingo. El lunes, cerca de las cuatro y media de la tarde, Pilar bajó de su departamento en el tercer piso de un edificio de la calle de Los Leones, en Providencia, y el portero declara que parecía recién levantada de la cama. Regresó al poco rato cargando unas bolsas del supermercado Ekono.

[Publicado el 21/12/2011 a las 09:00]

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domingo, 18 de diciembre de 2011

El estudiante- Complejo Teatral San Martín 11 de diciembre


Roque llega a Buenos Aires para iniciar sus estudios universitarios por tercera vez. Ya no es tan chico y parece tener más talento para conquistar mujeres que para estudiar. Una de ellas es Paula (Romina Paula), profesora adjunta, que milita en una agrupación universitaria. Roque (Esteban Lamothe) participa de un par de reuniones como espectador, de a poco empieza a meterse y pronto entiende que ahí está su lugar y que tiene un talento inesperado para la rosca política.

La película es El estudiante , dirigida por Santiago Mitre, que se estrena el jueves en el MALBA (a las 22) y en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (va en todas las funciones a partir también del jueves), y que se mete de lleno en el ámbito de la política universitaria como ninguna otra película argentina lo hizo, mediante una historia que además tiene suspenso, romance y algo de humor. “La premisa era retratar el entramado politico en la Universidad de Buenos Aires para referir de un modo indirecto a determinados procesos políticos -revela Mitre-. Lo que buscábamos era hacer un retrato de iniciación política, más moral si se quiere.” El estudiante se estrenó en el último BAFICI, con entradas agotadas en todas las funciones desde antes del comienzo del festival. “Quería pasarla ahí porque es donde se discute el cine argentino hoy”, explica Mitre. Ahí ganó el Premio Especial del Jurado y empezó su recorrida por festivales: se proyectó en Locarno, donde también ganó el Premio Especial del Jurado, y formará parte de la sección dedicada a Buenos Aires del festival de Toronto y fue seleccionada para participar en el de Nueva York, entre otros.

El rodaje se llevó a cabo en 2010 y fue atravesado por una etapa política turbulenta. A principios de septiembre los estudiantes tomaron la Facultad de Sociales -donde se filmó la película- y Mitre decidió adelantar el inicio del rodaje para registrar el ambiente. Y ya en plena filmación ocurrieron dos hechos fundamentales: el asesinato del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra y la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.

“Nosotros estábamos mareados, haciendo una película que pretendía narrar cuestiones singulares de la política argentina, pero sin hacer referencia directa a la coyuntura. Pero a la vez estaban pasando unas cosas que teníamos que filmar. Filmamos el funeral de Kirchner, manifestaciones reclamando la cárcel a (José) Pedraza (el sindicalista sospechado de instigar el asesinato de Ferreyra). Suceden tantas cosas en la política argentina que creo que terminamos tomando una decisión acertada no fechando la historia.” ¿Estos hechos modificaron la película? No me modificaron la historia, pero sí hay algo que, cuando veo la película, me gusta mucho, y es que a pesar de que hace fuerza por ser un retrato de época sin anclarse específicamente a ningún proceso político, hay algo de eso que se filtra por el modo en que está filmada. Es de ficción, pero está filmada con una estrategia de registro documental. Hay una escena de Esteban Lamothe (que interpreta a Roque) caminando por un pasillo y atrás hay una foto de Mariano Ferreyra, hay un paneo y atrás ves un stencil con la cara de Kirchner al poco tiempo de que se murió. De algún modo los procesos políticos se traducen en las paredes de la facultad y se traducen en la película.

Respecto de su formación política, Mitre aclara que no pertenece a “esos Mitre”. “Es un apellido sirio, nada que ver -sonríe-. Mi bisabuelo fue ministro de Agricultura de Yrigoyen, mi abuelo fue funcionario y embajador durante el primer peronismo y mis viejos fueron militantes en los setenta en la Juventud Peronista y después pertenecieron al Frente Grande. Yo nunca milité formalmente.” ¿Y qué comentarios recibiste de los militantes que ya vieron la película? En general estaban contentos con que se reflejara ese mundo. Hay cosas que le discuten. Hay un personaje muy funcional al argumento, Lautaro (interpretado por Julián Larquier), un militante de izquierda muy pesado que interrumpe una y otra vez en las clases... Bueno, algunos se ofendían porque decían que estaba ridiculizando a los troskos. No es que yo quiero ridiculizarlos, los respeto tanto o más que a los líderes de la agrupación ficticia que se inventó para la película, pero había que poner ese personaje porque nos servía para la trama. También hubo gente a la que le cayó antipático que se cantara la marcha peronista en ese tono (hay una escena en la que unos intelectuales, algo bebidos en una sobremesa, cantan la marcha entre risas). Yo vengo de una familia profundamente peronista, de un peronismo absurdo casi, y la verdad es que si algo puedo hacer es no tomarme en serio la marcha.

La película tiene referencias a la realidad local muy concretas. ¿Cómo te parece que la ven afuera, en los festivales? Ellos agarran el relato de base, el relato moral: un tipo que se mete en una estructura política y se da cuenta de que está siendo usado. Incluso hubo una crítica en un medio norteamericano que a mí me sorprendió y me causó mucha gracia: que Roque era como un Anakin Skywalker universitario. Es verdad, hay como un relato medio mítico en la película: un chabón que va aprendiendo determinadas reglas y va creciendo.
Clarin
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Un amor -excelente pelicula


Inspirada en "Un amor para toda la vida", cuento de Sergio Bizzio, Paula Hernandez dirige Un amor con dos líneas narrativas definidas: los sucesos del presente y el tiempo pasado, donde Lisa, Lalo y Bruno son interpretados por Denise Groesman, Agustín Pardella y Alan Daicz. Separados en largas secuencias, que suman escenas y escenas en un tiempo para recién después volver al otro, Hernández elude la vorágine narrativa con un criterio claro: el presente es consecuencia del pasado, pero éste último es inasible; no podemos volver a él. Elena-adulta, quien asegura que jamás pudo olvidar la juventud, contrasta con Bruno, quien ha continuado su vida y poco quiere saber de aquellos años. Aun con la formalidad de la gente adulta, sus dos posturas de vida chocan cuando la mujer le plantea juntar el grupo una última vez. La directora Hernández tiene el buen tino de reservarse algunas cuestiones para sostener la película s

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Diez mujeres de Marcela Serrano por Carmen Perilli

la gaceta literaria
Mujeres salvadas por la complicidad y el lenguaje, en clave de Mujercitas
Domingo 11 de Diciembre de 2011 | La obra que encabeza los rankings se debate entre el folletín amoroso y el manual de autoayuda. Carmen Perilli.

Las novelas escritas por mujeres en las últimas décadas del siglo XX trazan geografías recurrentes: señoras, casas, alcoba, sombra, palabra, silencio, deseos, espíritus, sueños, amores. Estas narraciones de mujeres sobre mujeres suelen centrarse en cuerpos y voces y levantan un continente de "gritos y susurros", en el que se busca genealogías e inventan identidades.
El relato maestro es indudablemente Mujercitas, de Louise May Alcott, publicado a fines del siglo XIX. Cuatro jovencitas bajo la tutela de la su madre que, durante la guerra civil estadounidense, se inician sentimental e intelectualmente. Las cuatros figuras proveen modelos distintos de mujer, con escasos rasgos transgresores, con los cuales se identificaron millones de niñas y de jovencitas: La bella, la buena, la intelectual, la coqueta. Aisladas, aprenden junto a su madre las amarguras y los encantos del desarrollo.
Marcela Serrano apela a la fórmula de Alcott e intenta mostrar las historias de diez personajes que se salvan por la complicidad y el lenguaje. Se podría decir que sus libros son variantes contemporáneas degradadas de Mujercitas. Sin embargo, los problemas de las mujeres se reducen a cuestiones de amor aunque condimentadas por la historia. Las protagonistas mejor delineadas son las que pertenecen a la misma clase que la escritora. Serrano insiste en el camino que le dio resultados de ventas como Nos habíamos amado tanto y El albergue de las mujeres tristes.
En una casa en las afueras de Santiago se reúnen las diez pacientes de Natasha, una altruista psiquiatra. Los tópicos se reiteran: la enfermedad, el desamor, la victimización, la solidaridad entre mujeres. Lejos de eludir el melodrama, la trama se sumerge en sus pantanosas aguas. El striptease emocional no logra conmover y carece de todo humor, ni siquiera reúne la eficacia de los folletines que hacen del llanto un placer.
Serrano no se priva de golpes bajos y construye un mundo maniqueo, donde ronda el fantasma del eterno femenino, la creencia de una esencia. Una vez más la psiquiatra ofrece un paraíso de curación de las mujeres. Diez mujeres mezcla el manual de autoayuda y el folletín amoroso. Uno de esos productos de mercado que triunfan sobre la base de la reproducción de un imaginario que aparece una y otra vez en las telenovelas. © LA GACETA

Nicanor Parra, el poeta de la antipoesía por Carmen Perilli

la gaceta literaria
PREMIO CERVANTES 2011

Domingo 11 de Diciembre de 2011 | La poesía del chileno está atravesada por una fuerza genésica. Quiere construir su propio alfabeto y reivindica la necesidad de un código poético propio, impulsado por una triple crítica: de la realidad, del lenguaje y del poema fundado. Su escritura repone la lucha como parte de la poesía, una lucha que ataca la "ilusión estética". Por Carmen Perilli para LA GACETA - Tucumán.

El poeta acepta la caída del aura en el barro y denuncia la falsedad de la civilización. "Señoras y señores: / Yo voy a hacer una sola pregunta: / ¿Somos hijos del sol o de la tierra? / Porque si somos tierra solamente / No veo para qué / Continuamos filmando la película: / Pido que se levante la sesión". La burla se extiende a la especie humana, de la que se reconoce parte: "Los imbéciles que bajan de los árboles". Esta lírica incorpora la narración e intenta recuperar el lazo con la esencia del lenguaje.
El creador es un antihéroe que se indigna, sufre, acusa y se ríe de todo y de todos. Es un profesor envejecido en su tarea, un tenorio de parques, un cobarde, un loco. Se ridiculiza descaradamente: "Considerad, muchachos, / Esta lengua roída por el cáncer: / Soy profesor en un liceo oscuro / He perdido la voz haciendo clases".
La antipoesía de Parra se acerca a la crónica, trabaja con el prosaísmo y lucha contra el hechizo de la "poesía gorda" de los grandes poetas como Neruda y Huidobro. Poemas y antipoemas revoluciona la manera de poetizar en lengua española. Pretende transformar al lector en cómplice y lo interpela a convertir la experiencia poética en parte de nuestra experiencia cotidiana. El antipoema se balancea entre poesía y no poesía, siempre al borde de la negación. En el Soliloquio del Individuo, Parra después de recorrer con el lector los pasos de la humanidad desde las cavernas hasta la era del automóvil, resume el viaje de la humanidad con palabras de desaliento: "Mejor es tal vez que vuelva a ese valle / A esa roca que me sirvió de hogar, / Y empiece a grabar de nuevo, / De atrás para adelante grabar / El mundo al revés. / Pero no: la vida no tiene sentido".
El poeta escribe rodeado de escombros, de restos y ruinas de mundo: "Según los doctores de la ley, este libro no debiera publicarse / La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte, / Menos aún la palabra dolor, / ... Sillas y mesas sí que figuran a granel, / Ataúdes, ¡útiles de escritorio! / Lo que me llena de orgullo / que, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos". El poeta "no es un alquimista / El poeta es un hombre como todos / Un albañil que construye su muro: / Un constructor de puertas y ventanas". Por eso proclama el Manifiesto que "los poetas bajaron del Olimpo" y se mueven entre los hombres. Ha llegado el momento de sacarse las máscaras, de cambiarlo todo: "A mi modo de ver / Ha llegado la hora de modernizar esta ceremonia / Y yo entierro mis plumas en la cabeza de los señores lectores". Sólo entonces podremos recatar el asombro que forma parte del ritual poético. © LA GACETA

HALLAZGO DE FOSA COMUN DE INHUMACIÓN EN EL ARSENAL MIGUEL DE AZCUENAGA DE SAN MIGUEL DE TUCUMAN

“.
Que en el marco de la realización de excavaciones en el ex Arsenal Miguel de Azcuénaga sito en San Miguel de Tucumán, se produjo el hallazgo de una fosa común de inhumación de personas, donde fueron hallados -hasta la fecha- restos óseos correspondientes a un mínimo de 15 (quince) individuos esqueletizados parcialmente quemados, ubicados en diferentes profundidades y con distintas orientaciones, en la mayor parte de los casos dispuestos en relación anatómica. Como elementos asociados a los restos óseos se hallaron: proyectiles de armas de fuego, restos de ropa y calzado.-
Que dicho hallazgo se produjo a instancia de la substanciación de una pericia a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense con colaboración del Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán.
Que la investigación relativa a la localización de fosas comunes en el predio del ex Arsenal Miguel de Azcuénaga tramitó en el ámbito de la causa 400563/05 ante el Juzgado Federal n°2 de Tucumán desde su inicio en el año 2005 hasta el 26 de setiembre de 2011 momento en el cual es atraída por la mega-causa penal donde se investigan los delitos perpetrados en el ámbito del centro clandestino de detención que habría funcionado en el Arsenal Miguel de Azcuénaga (causa 400443/84) y que se encuentra radicada en el Juzgado Federal n° 1 a cargo del Dr. Raúl Daniel Bejas, Secretaría de Derechos Humanos a cargo de María Virginia Duffy.
Que la remisión de la investigación pericial se produce a consecuencia de los hallazgos producidos en el predio del ex Arsenal Miguel de Azcuénaga el 31 de marzo de 2011, momento en que se detecta la primera remoción en profundidad descubriéndose restos óseos y material asociado y la presencia de paredes quemadas.
Que en el peritación de la fosa hallada se advirtieron marcas de retroexcabadora, posteriores a la presunta quema de cuerpos, habilitándose la hipótesis de que primero se habría producido la quema de cuerpos, luego la remoción de la fosa mediante uso de retroexcavadora, para finalmente procederse a su relleno. Que las remociones se efectuaron en diferentes direcciones advirtiéndose marcas de oruga como la de los tanques de guerra.
Que a la fecha se encuentran identificados a los fines periciales cuatros sectores denominados “conjuntos quemados 1”, “conjuntos quemados 2” “conjunto quemado 3” y conjunto quemado 4”.
Que en el ámbito del “conjunto quemado 4” en niveles superiores se produjo a partir del 25 de noviembre el hallazgo de huesos completos no asociados, y continuando con la excavación pericial se descubrió lo que fuera una fosa común con la presencia de cuerpos completos en diferentes posiciones, varios de ellos atados en las extremidades superiores, algunos con presencia de proyectiles de arma de fuego y vainas asociados directamente. Que los cuerpos hallados se encontraban ubicados como cayeron. Que la fosa habría sido de quema atento la presencia de círculos de neumáticos y rastros de combustión en los cuerpos, pero la misma no habría concluido por razones desconocidas.
Que al parecer la fosa peritada habría sido abierta con pala en forma manual. Que la evidencia hallada permitiría suponer que fue el lugar de ejecución
El hallazgo descripto fortalecería la presunciones existentes respecto a la comisión del delito de homicidio agravado y la relativa a un accionar posterior destinado a garantizar la impunidad de los delitos perpetrados, conforme se sostuviera en el auto de procesamiento dictado con fecha 27 de diciembre de 2010 en el marco de la megacausa “Arsenal Miguel de Azcuénaga CCD s/Secuestros y Desapariciones” Expte. 400443/84.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Texto completo

Argentina: historia oficial. La declaración de los historiadores (texto completo)
diciembre 3, 2011
Por Frédérique Langue
Sobre la creación del Instituto Dorrego
El Poder Ejecutivo Nacional acaba de crear por decreto el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego. Según se expresa en los considerandos de la medida, su finalidad “será estudiar, investigar y difundir la vida y la obra de personalidades y circunstancias destacadas de nuestra historia que no han recibido el reconocimiento adecuado en un ámbito institucional de carácter académico, acorde con las rigurosas exigencias del saber científico”. Entre esas figuras, se incluye a Dorrego, San Martín, Güemes, Artigas, Rosas, Yrigoyen, Juan Perón y Eva Perón, además de algunos personajes de otros países de América Latina.
Se agrega que el Instituto se abocará a “la reivindicación de todas y todos aquellos que… defendieron el ideario nacional y popular ante el embate liberal y extranjerizante de quienes han sido… sus adversarios…”. Y, según el artículo 1º, se revisará “el lugar y el sentido que les fuera adjudicado por la historia oficial, escrita por los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX”. Ante esta medida y los motivos que la fundan, los abajo firmantes expresamos nuestra profunda preocupación en torno a los siguientes puntos:
1. El primer considerando pone al desnudo un absoluto desconocimiento y una desvalorización prejuiciosa de la amplia producción historiográfica que se realiza en el marco de las instituciones científicas del país –universidades públicas y privadas, organismos dependientes de CONICET, entre otras-donde trabajan cientos de investigadores en historia, siguiendo las pautas que impone esa disciplina científica pero a la vez respondiendo a perspectivas teóricas y metodológicas diversas. En los últimos treinta años la historiografía argentina ha producido abundante conocimiento sobre diferentes períodos, procesos y figuras, incluyendo todas las que menciona el decreto como “relegadas”.
2. Con todo el peso del Estado, el Instituto se crea para promover un discurso oficial sobre el pasado. Se rescata aquí una corriente específica, el revisionismo, que a mediados del siglo XX ofreció interpretaciones novedosas sobre la historia argentina, pero que, al igual que la corriente “liberal”, no responde a los criterios actuales que orientan la disciplina. Esta ha desarrollado instrumentos de análisis complejos que resisten el reduccionismo propio de esas corrientes cuyo objetivo central era la construcción de héroes y villanos. Ese enfoque maniqueo, que el Instituto adopta, no admite la duda y la interrogación, que constituyen las bases para construir, sí, “saber científico”.
3. A través de esta medida, el gobierno nacional revela su voluntad por imponer una forma de hacer historia que responda a una sola perspectiva. Se desconoce así no solamente cómo funciona esta disciplina científica, sino también un principio crucial para una sociedad democrática: la vigencia de una pluralidad de interpretaciones sobre su pasado.
El Poder Ejecutivo de turno tiene el derecho de presentar su propia visión del pasado del país, pero crear una institución estatal cuyo objeto es imponer una forma perimida de hacer historia y una visión maniquea de ese pasado constituye un hecho grave que, sin duda, conspira contra el desarrollo científico y la circulación de diversas perspectivas historiográficas, a la vez que avanza hacia la imposición del pensamiento único, una verdadera historia oficial.
Mirta Zaida Lobato, Hilda Sabato, Juan Suriano

ADHESIONES (al 29/11/2011)
Acosta, María Martina; Aguiar, Liliana; Alessio, Aldo; Aliata, Fernando; Alonso, Fabiana; Alonso, Luciano; Álvarez, Adriana; Altamirano, Carlos; Argeri, María E. ; Armus, Diego; Bacolla, Natacha; Badoza, Silvia; Baldasarre, María Isabel; Ballent, Anahí; Banzato, Guillermo; Barry, Viviana; Bartolucci, Mónica; Bavasso, Ceferino; Belini, Claudio; Bertoni, Lilia Ana; Bianco, Diana; Bjerg, María; Bleta, Atilio; Bolcatto, Viviana; Boixados, Cristina; Bonaudo, Marta; Botana, Natalio; Boumera, Araceli; Bovi, María Teresa; Bragoni, Beatriz; Brandolini, Carolina; Buchbinder, Pablo; Burucúa, José Emilio; Calderón Diz, María Eugenia; Candiotti, Magdalena; Carnovale, Vera; Carrizo, Bernardo; Castello, Ana María; Caula, Elsa; Cavarozzi, Marcelo; Cicerchia, Ricardo; Closa Gabriela; Conti, Viviana; Da Orden, Liliana; Denkberg, Ariel; De Privitellio, Luciano; De Titto, Ricardo; Dicroce, Carlos Alberto; Di Liscia, María Herminia; Di Stéfano, Roberto; Djenderedjian, Julio; Eujanian, Alejandro; Fernández, Alejandro; Finocchio, Silvia; Flier, Patricia; Fraschina, Alicia; Frid, Carina; Gallo, Klaus; Gayol, Sandra; Geli, Patricio; Ghirardi, Mónica; Gianella, Alicia; Giménez, Juan Cruz; Giunta Andrea; González Leandri, Ricardo; Gluck, Mario; Gorelik, Adrián; Gotta, Claudia; Gramuglio, María Teresa ; Halperín Donghi, Tulio; Heredia, Edmundo; Hora, Roy; Ibarlucía, Ricardo; Iglesias, Héctor Eduardo; Jáuregui, Aníbal; Justiniano, María Fernanda; Kindgard, Adriana; Liernur, Jorge; Lanciotti, Norma; Lázzaro, Silvia; Leoni, María Silvia; Levinson, Andrés; Lida, Miranda; Lionetti, Lucía; Luchilo, Lucas; Lvovich, Daniel; Macías, Flavia; Macor, Darío; Macchioli, Florencia; Madariaga, Marta; Maina, Marcelino; Malamud, Carlos; Malosetti, Laura; Martín, María Pía; Mata, Sara; Matallana, Andrea; Mazzei, Daniel; Megías, Alicia; Míguez, Eduardo; Milletich, Vilma; Mónaco, César; Motura, Nicolás Daniel; Mujica, María Luisa; Munilla, Lía; Myers, Jorge; Navajas, María José; Nicola, Mariné; Nieto Daniel; Novaro, Marcos; Nudelman, Ricardo; Palermo, Vicente; Pastoriza, Elisa; Pavesa, Pablo; Paz, Gustavo; Pedrosa, Fernando; Peirotti, Leonor; Persello, Ana Virginia; Pianetto, Ofelia; Piazzesi, Susana; Pini,Valeria; Piñeiro, Elena; Plante, Isabel; Plotkin, Mariano; Podgorny, Irina; Pons, Horacio; Príamo, Luis; Prieto, Agustina; Quijano, Heraldo Marcial; Quiroga, Hugo; Ras, Marcia; Requena, Pablo; Reynoso, Daniel; Richard-Jorba, Rodolfo; Rocchi, Fernando; Rodríguez, Rodolfo; Rojkind, Inés; Roldán, Darío; Romano, Silvia; Romero, Luis Alberto; Rubinzal, Mariela; Ruibal, Beatriz; Salvatore, Ricardo; Sarlo, Beatriz; Sedrán, Paula; Scarfi, Juan Pablo; Schettini, Cristiana; Silvestri, Graciela; Siracusano, Gabriela; Solís Carnicer, María del Mar; Spinelli, María Estela; Stagnaro, Andrés; Tarcus, Horacio; Tato, María Inés; Tcach, César; Ternavasio, Marcela; Teruel, Ana; Tío Vallejo, Gabriela; Tonón, María Cecilia; Valdez, María José; Vezzetti, Hugo; Vidal, Gardenia; Walpen, Juan Bautista; Yablón, Ariel.
OTRAS ADHESIONES (al 29/11/2011); ; Avelar, Idelber ; Bágueme Cervellera, María José ; Begher, Roberto; Birn, Anne-Emanuelle; Bordelois, Gastón; Caetano, Gerardo; Cohen Agrest, Diana; Fernández, Coroliano; Ferrari Etcheverry, Alberto; Gil, Elsa Beatriz; Giúdice, Horacio; Gómez, Alejandro; Iglesias, Héctor Eduardo; Iglesias, José María; Kreimer, Carlos ; López, Mario Justo; Marchese, Mariana; Noiosi, Rubén Oscar; Otero, Osvaldo; Presas, Mario; Richeri, Luis María; Romero, Amílcar; Roulet, Margarita; Sacchi, Rubén; Santa Cruz, María Isabel; Santilli, Estela; Stigol, Nora; Suárez, Carlos Abel; Suárez Lastra, Facundo; Talk, Ana María; ; Tampieri, Susana; Tello Rosas, Guillermo ; ; Walger, Sylvina; ; Wehbe, César Emilio.

Para simplificar la recepción de adhesiones, se puede usar la siguiente dirección de mail: sabatohilda@gmail.com

Federico Lorenz en Página 12

L PAIS
Malvinas, el revisionismo y el rubor de Laura




El Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego aún no comienza a galopar y ya ha levantado una impresionante polvareda. Por eso considero importante, para que las discusiones acerca de lo que el instituto es o podría llegar a ser tengan alguna carnadura, analizar las producciones de algunos de sus integrantes. Para comenzar por alguna parte, resulta sintomático que en dos de las tres columnas publicadas por Página/12 el domingo pasado en relación con la creación del Dorrego, aparezcan mencionadas las Islas Malvinas. Se trata de un tema sensible para la sociedad argentina en general y para el revisionismo en particular, que sin duda será reavivado en vísperas de conmemorar los treinta años de la guerra.

Ana Jaramillo, rectora de la Universidad de Lanús y miembro del Instituto, firma una de dichas columnas. Esa universidad publicó este año Malvinas en la historia. Una perspectiva suramericana (1492-2010), un manual destinado a las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires, en cuya redacción también participaron otros dos miembros del Dorrego (Francisco Pestanha y Marcelo Gullo). Dado que en los considerandos de la creación del Instituto queda expresada su vocación de difusión e intervención pública, vale la pena detenerse en un texto específicamente pensado para este fin.

El manual comparte una de las características centrales del revisionismo. Le otorga un sentido al pasado y organiza su relato (historia) en base a éste: “memoria y proyecto se conjugan en el presente cuando nombramos esas Islas”. El manual se propone “reparar una perspectiva simplista y maniquea” consistente en reducir la cuestión Malvinas a un manotazo de ahogado de la dictadura. Para hacerlo, parte de la idea de una conspiración que le esconde la verdad histórica al pueblo para frustrarlo en su destino: “En junio de 1982 Argentina comenzó a transitar su posguerra (...) consolidando rápidamente una mirada orientada hacia el silencio y el olvido”. Para enfrentarla, no “repara”, sino que “reemplaza” la mirada que condena (“desmalvinizadora”) por otra que aísla la guerra del contexto en el que se produjo, verbigracia, la dictadura.

Desde una perspectiva educativa (dado que es un manual), esto es desaconsejable: si nuestro objetivo es facilitar el encuentro de las nuevas generaciones con el pasado, no deberíamos hacerles aprender el credo (entre otras cosas por coherencia, ya que el revisionismo critica la “oficialización” de un relato). Quien quiera aportar a una transmisión democrática y crítica, debe ofrecer tanto a los alumnos como a los docentes la mayor cantidad de elementos posibles para que esto suceda.

Pero esto es secundario frente a fines superiores y los autores tienen uno: destacar de la guerra de 1982 “uno de los hechos políticos más importantes de aquel momento: ese movimiento de adhesión popular (que) influyó decisivamente en los acontecimientos, transformando la maniobra propagandística imaginada por la dictadura al tomar las islas en un acontecimiento regional que expresaba aspiraciones históricas de todos los pueblos del continente”. Así, sus miradas sobre la guerra están inexorablemente condicionadas por la idea de separar el “hecho político” que expresa una “aspiración histórica”, de su contexto.

Pese a sus apelaciones al pueblo, el manual tiene una limitada idea de “lo popular” como objeto o enfoque historiográfico. Dedica más páginas a narrar con detalle el desembarco (una victoria militar) que a describir las condiciones de vida de los infantes en las islas (lo que minaría la visión épica bélica). Que el libro incluya la fotografía del primer muerto en la guerra nos habla de su concepción tradicional de la historia, basada en héroes militares. Pero también es significativo que no informe a sus lectores que el muerto es un militar involucrado en denuncias por violaciones a los derechos humanos. De igual modo omite, al referirse a los incidentes en las Georgias, abundar en la historia de uno de sus protagonistas, Alfredo Astiz. Es que como “lo importante es la causa”, como señaló Jaramillo en la presentación del libro, ésta debe sostenerse a costa de suavizar u ocultar la responsabilidad y las características de las instituciones militares y los sectores civiles que las apoyaron: el hecho de que “la dictadura militar, conducida por un borracho haya decidido ir a la guerra” afirma “no quiere decir que la causa de Malvinas no sea una causa justa y soberana”. Aparece aquí una perspectiva esencialista y deshistorizadora, propia del nacionalismo territorialista, para la cual frente a la causa “sagrada” es secundaria la trama social, política y cultural en la que se produjo la guerra. En este esquema, las críticas a la guerra son “antinacionales”, ya que por extensión cuestionan la causa.

Para explicar la posguerra, los autores despachan las dificilísimas condiciones en las que el primer gobierno democrático tuvo que tomar el tema Malvinas en dos páginas, omitiendo cuestiones claves como las sublevaciones carapintadas que amenazaron a la democracia, o mencionando al pasar los juicios de 1988 pero no así los indultos de Menem para los responsables de la guerra. Sucede que la veteranía en las islas (así como en la “lucha contra la subversión”) fue una de las banderas que los amotinados enarbolaron, al igual que lo hizo, de-safortunadamente, Raúl Alfonsín en la Semana Santa de 1987.

A casi treinta años de la guerra, hay una reflexión que la democracia se debe: ¿morir en Malvinas transforma a un represor en “héroe de la patria”? ¿Es igual su sacrificio que el de un conscripto? ¿Borra cualquier reflexión acerca de sus acciones previas? Sería interesante una posición del Dorrego al respecto. Y adelantamos: no es suficiente argumentar que una ley del Congreso de la Nación así lo establece, ya que los procesos de la memoria, la verdad y la justicia (de los que la investigación histórica es una parte) tienen tiempos que se miden, a veces, por décadas. La derogación de las leyes de impunidad nos dice mucho acerca de la historicidad de algunas “verdades”.

Pero como desde la concepción nacionalista del reclamo por Malvinas las circunstancias históricas de la guerra son secundarias frente al reclamo, el texto no vacila en contradecir acciones del propio gobierno nacional, que impulsa la memoria, la verdad y la justicia como políticas de Estado. El manual desestima la posibilidad de arribar a conclusiones acerca de delitos de lesa humanidad cometidos en Malvinas por algunos cuadros militares contra sus propios soldados, ya que “debido al tiempo transcurrido, se han vuelto imposibles de ser juzgados”. Los autores no deberían resignarse tan rápidamente a la impunidad o, al menos, a la búsqueda de la verdad histórica. Hay ejemplos en sentido contrario en su propia “historia nacional”, y no sólo de los organismos de derechos humanos, sino de los ex combatientes chaqueños, platenses y correntinos, que impulsan hoy en día esas denuncias, decididos a reivindicar su experiencia bélica pero no a costa de cualquier cosa.

En realidad, miradas como las que el manual sostiene no buscan ni la reparación ni la apertura a la complejización del pasado, sino la restauración de un canon patriótico autodestruido en las mazmorras de la ESMA y en las islas australes. No tienen nada de revolucionario y sí mucho de conservadoras y antipopulares. ¿El Dorrego va a tomar la historia del reclamo por Malvinas y su incidencia en la política nacional disociando la guerra de la dictadura militar que la desencadenó irresponsable y desaprensivamente?

Uno de los premios que otorgará la nueva institución revisionista lleva el nombre de Jorge Abelardo Ramos. Laura, su hija, recreó en una crónica titulada “Licenciada en rubores” las sensaciones que le produjo ver por la televisión a su padre visitando las Malvinas por invitación de la dictadura: “Yo no sabía si esa acción era revolucionaria o no, pero sabía que quienes la dirigían eran responsables de tres atentados contra la vida de mi padre y la de su nueva familia (...), cuatro allanamientos a las distintas casas en las que se refugió en ese período, dos detenciones y cuatro procesos por violar la ley que prohibía la actividad política, además de haber participado del martirologio de decenas de afiliados de su partido, camaradas y amigos, entre otras decenas de miles de argentinos”.

Si los integrantes del Dorrego no ven contradicción en situaciones como ésta, o consideran que son secundarias, ya sabemos de qué estamos hablando.

* Historiador.

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

noe jitrik a propósito del instituto

EL PAIS › LOS DILEMAS DE LA HISTORIA > EL DEBATE SOBRE LA CREACION DEL INSTITUTO DE REVISIONISMO HISTORICO
Instituto: ¡oh!






Por Noé Jitrik *
En la controversia que se armó acerca de la creación, por decreto, del Instituto Manuel Dorrego, que estará destinado a albergar lo que se conoce desde albores del siglo XX como el pensamiento “revisionista”, hay un aspecto que me parece curioso y que nada tiene que ver con el derecho que tienen algunos de estudiar la historia argentina de un modo o de otro, con perspectivas diferentes y opuestas. Se trata de que el Estado (1) aparece, al menos en las declaraciones del ya designado director, como antagónico del Estado (2). La oposición evoca una que fue célebre, Kramer vs. Kramer, extraños casos, ambos, de un inesperado divorcio.

En cuanto al divorcio está claro: el trabajo histórico (la historia “científica”) contra el que parece dirigido lo que el flamante instituto –estatal– se propone hacer, se realiza en universidades –que son instituciones del Estado– y acaso en academias, que también lo son y de una manera muy establecida. De modo que en lugar de hacer oír esas voces silenciadas, además de lo que ya se hace en libros, diarios, televisión y radio, en los lugares en los que la historia se considera, se examina, se dirime, se modifica, se discute y se enseña, se crea un reducto tipo refugio, que por el momento sólo se fundamenta en la vehemencia, no en la realidad.

O en la pereza, puesto que desde que Florencio Sánchez escribió M’hijo el dotor entrar a la Universidad teniendo ganas de seguir determinado rumbo del conocimiento, fue un ideal argentino que perduró hasta nuestros días. Salvo, desde luego, en la época de Rosas cuando la Universidad fue clausurada, o en la época de Onganía, cuando se entró a saco en ella, o en la época de la dictadura. Obviamente, la Universidad no es el paraíso, pero tampoco la horrible cueva llena de brujas que algunos pintan muy convencidos, claro que no se les ha ocurrido nunca acercarse a ella y tratar de entender lo que tiene y lo que le falta.

Previamente, todo parecía armónico: el Estado (1) había apoyado, en una política nunca vista, casi pródigamente –díganlo si no los mejorados salarios universitarios y del Conicet– a la ciencia –creación de un ministerio a cuyo frente puso a un científico de verdad– y a la investigación –repatriación de científicos– y, por otro lado, investigadores y periodistas independientes –revisionistas, marxistas, etcétera– revisaban, interpretaban, adherían, exaltaban a su pleno gusto, sin que nadie les dijera lo que debían hacer. Es raro esto que pasó y uno se pregunta por qué había que romper este clima de felicidad. ¿No era una prueba de que la Universidad no andaba oliendo mal a quienes no hacían historia como la que hacen quienes están en ella cuando decidió designar como grandes maestros a Norberto Galasso y a Osvaldo Bayer, notoriamente no “integrados” a la dizque hegemonía liberalmitrista que reina en la Universidad?

Es claro que hay un matiz suplementario: el instituto en cuestión –no conozco los considerandos del decreto, firmado, desde luego, por la Presidente de la Nación–, o su director, al parecer tendrá un objetivo reivindicativo: dar voz a las voces silenciadas por esa historia que nació con Mitre sobre los despojos del derrotado federalismo y la triste suerte de los caudillos, todos buenos, víctimas de todos los malos. Pero tal vez no haya sido así del todo: el iniciador del revisionismo, que tuvo acceso a los papeles que Rosas le facilitó durante su exilio, Adolfo Saldías, no sólo era amigo y discípulo de Mitre sino que éste lo alentó en su trabajo. Carlos Ibarguren, notorio revisionista, nacionalista por añadidura, fue miembro de la Academia de Historia y presidente de la de Letras, ambas del Estado. Ramón J. Cárcano, connotado miembro de la elite del ’80, escribió una biografía de Facundo Quiroga. En cierto memorable encuentro José María Rosa me miró con admiración cuando le dije que había leído un documento que informaba que el salvaje Facundo Quiroga había creado escuelas en sus desérticos Llanos: sarmientino “avant la lettre”. Ese dinamismo siempre existió y por suerte: no hay nada más pernicioso que esa necesidad de tener ídolos para poder adorarlos en lugar de otros a su vez adorados según quien dirija la adoración.

Hay más aspectos que llaman la atención en el episodio: después de años de bregar por presentar una historia no liberal, revisionista, el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas salió del ostracismo y entró a formar parte del conjunto de instituciones de la Ciudad de Buenos Aires y, se supone, financiado por ella. ¿No era el lugar para que el grupo que integrará el nuevo instituto entrara a la que fuera vanguardia revisionista y hoy callada catacumba y prosiguiera defendiendo sus puntos de vista? ¿Crear uno nuevo existiendo ya uno de idéntica filosofía? ¡Qué olvido tan notable! José María Rosa no debe estar tranquilo en su tumba con esta novedad.

Y siguen las preguntas de un curioso. Los institutos de investigaciones existentes, en todas las ramas del saber, se proponen extender el conocimiento de los asuntos concernidos y así se los admite, la Universidad, el Conicet o quien sea, pero en ningún caso se les exige que declaren los resultados que creen que van a obtener. Este instituto innova: para justificar su creación el director declara los resultados que ya se sabe que se obtendrán y, se diría que, en consecuencia, en lugar de convocar mediante un sistema abierto a quienes podrían contribuir a dicho desarrollo se designa de entrada a otros, igualmente miembros de ese “ya se sabe”. No es por lo tanto un instituto lo que se crea sino un club de amigos que se entienden en relación con el lugar en el que estarán. Adhonorem, por supuesto, como gran parte de los investigadores universitarios que no lo dicen. ¿Dejarán sus ocupaciones habituales, televisión, cátedras, trabajos varios, para encerrarse en la oscuridad de los archivos conviviendo con sus queridos fantasmas y renunciando a sostener a sus familias, felices, ellas, porque el Estado proporcionará en adelante las picas para que sean derribadas ciertas estatuas y el mármol para en su lugar levantar otras? ¡Qué raro!

¿Qué estatuas a derribar y cuáles a levantar? Sobre las primeras uno de los según dicen silenciado por la Academia, nada menos que Juan Domingo Perón, tenía su idea, algo desconcertante porque, dicho o semi dicho, el mentado revisionismo viene en tándem con el peronismo, al lado en su momento, o junto muy posteriormente: cuando por fin los ferrocarriles fueron argentinos y le hicimos un corte de manga al imperialismo británico los nombres que les pusieron eran de antología, no de fantasía; en lugar de Mitre le podía haber puesto “del norte irredento”, en lugar de Roca, “sur misterioso”, en lugar de Sarmiento, “oeste temible”, en lugar de Urquiza, “proceloso y lacustre”, en lugar de Belgrano, “indomables pueblos originarios” pero no, haciendo oídos sordos a fervorosos partidarios como Fermín Chávez, los Hermanos Irazusta, Scalabrini Ortiz, todos distinguidos historiadores, antibritánicos decididos, Perón admitió el santoral liberal de tal suerte que esos nombres nunca fueron cambiados, para gran pesar, en el caso del sur, de Osvaldo Bayer. Tampoco, cuando propició, e intervino, en el Congreso de Filosofía de Mendoza, en 1949, prefirió el asesoramiento de Carlos Astrada, un filósofo serio, formado en Alemania, con todo el rigor heideggeriano y fenomenológico, y no el del simpático Discépolo, que tanto lo defendía, o del agudo polemista Jauretche o del nacionalista Chávez.

¿Y las estatuas a erigir que están en la propuesta? Una ya está, la de Dorrego; Rosas, gracias a la feliz idea de traer sus restos –creo que se le debe a Menem– tiene su lugar, no muy lejos de Sarmiento –deben dialogar en el silencio del mármol–; Eva Perón tiene su casa cerca del Botánico y Perón está por tener su monumento frente al antiguo Correo Central; seguramente el nuevo Instituto tendrá otras iniciativas, tanto para quitar como para levantar: ese cambio embellecerá la ciudad, si se hace en Buenos Aires, o ilustrará sobre la verdad de la historia nacional, presentada por ahora con profusión de adjetivos y escasez de sustantivos. No importa: esa verdad está cerca y lejos al mismo tiempo y por todas partes nos aproximamos. Si por ejemplo, como novedad, en el debate de estos días se habla de la Baring Brothers, no se menciona que Sergio Bagú, en un trabajo memorable, desnudó esta operación y ya hace años, y no era revisionista ni peronista sino un digno profesor universitario que emigró luego de la operación de limpieza que hizo el silencioso Onganía.

Y ya que se le da al revisionismo una gran oportunidad para hacerse oír, como prueba de un generoso pluralismo, por qué no se hace lo mismo con la historiografía de inspiración marxista. Es una propuesta nomás, ya que si es innegable la existencia de una corriente como la que capitanea el psicoanalista y diplomático O’Donnell, también lo es la que contiene los trabajos de Milcíades Peña y tantos otros, entre ellos el lamentado David Viñas, por no mencionar los de algunos que, como Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos se pasaron al peronismo, este último en un irrefrenable tobogán que lo llevó al menemismo, pero sin olvidar el método dialéctico.

Alguien como yo, que ha celebrado grandes aciertos de este gobierno, asignaciones familiares, jubilaciones, quita a subsidios de privilegio, apoyo a la industria, estímulo a la cultura y a la ciencia, no entiende qué necesidad había de internarse en este campo. Será una cuestión psicológica: creer que un pragmatismo político y social que ha dado pruebas de sus logros debe descansar en un sistema de pensamiento que hay que formular porque, de lo contrario, se correría el riesgo de que se pensara que todo está regido por la improvisación. Y, modestamente, creo que no es así.

* Crítico y escritor.

martes, 6 de diciembre de 2011

Manlio Martínez a Juicio

CHOS HUMANOS | REVISIÓN DE LA DÉCADA DE 1970

Procesan a un ex juez por delitos de lesa humanidad

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Martes 6 de Diciembre de 2011 | El titular del Juzgado Federal N° 1, Daniel Bejas, consideró que existe prueba suficiente contra el ex magistrado federal Manlio Martínez. El imputado afirmó que no era competente para investigar a militares. Declaraciones del ex gobernador Antonio Bussi implicaron a Martínez en causas penales

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ampliar | COMPARECENCIA. El ex juez Manlio Torcuato Martínez a la salida de una audiencia en el Juzgado Federal N° 1. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
Las investigaciones de violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la última dictadura militar han propiciado el procesamiento de un ex magistrado de los Tribunales Federales. La inédita decisión en el ámbito provincial surge del auto del juez federal N° 1, Daniel Bejas, que dispone procesar a Manlio Torcuato Martínez, letrado a cargo de la unidad judicial mencionada entre 1974 y 1984.

La resolución considera acreditado -con el grado de certeza exigida en la etapa procesal en vigor- que el imputado ha incurrido en la supuesta comisión (en calidad de autor material) de los ilícitos de incumplimiento de la obligación de promover la persecución y represión penal, y de encubrimiento en conexión con los delitos de lesa humanidad perpetrados en contra de María Alejandra Niklison, Fernando Saavedra Lamas, Juan Carlos Meneses, Atilio Brandsen y Eduardo González Paz.

Asimismo, Bejas ha ordenado procesar a Martínez por resultar presunto autor material de los delitos de abuso de autoridad, prevaricato y privación ilegítima de la libertad agravada en perjuicio de Miguel Romano. El juez federal N° 1 ha interpretado que estos ilícitos también revisten el carácter de lesa humanidad por su vinculación con la comisión del delito de asociación ilícita agravada para atacar sistemáticamente a la población civil.

El magistrado se ha apartado del criterio de la Fiscalía Federal N° 1, a cargo del fiscal Carlos Brito, al interpretar, en cambio, que correspondía dictar la falta de mérito -sin perjuicio de que continúe la investigación- respecto de la supuesta intervención del ex juez federal en los delitos de violación de domicilio, homicidio y asociación ilícita agravada respecto de Niklison, Saavedra Lamas, Meneses, Brandsen y González Paz.

El auto dispone, accesoriamente, la expedición de un oficio al Ministerio de Seguridad de la Nación con el fin de notificar a todas las fuerzas federales de que Martínez, de 65 años, se encuentra impedido de salir del país so pena de inmediata detención.

"Póngase en conocimiento del imputado que no podrá modificar el domicilio real denunciado, donde deberá permanecer informando a este Juzgado sobre cualquier ausencia por más de 24 horas, para la que deberá requerir autorización del juez actuante con el apercibimiento de procederse a su detención", expresa el último párrafo de la resolución de 55 carillas firmada por Bejas y María Virginia Duffy, secretaria de Derechos Humanos del Juzgado Federal N° 1.

Tres grupos de hechos

El auto organiza los hechos que el Ministerio Público Fiscal endilga al ex juez en tres grupos diferentes, aunque conectados entre sí. En primer término, la intervención en el fusilamiento de Niklison, Saavedra Lamas, Meneses, Brandsen y González Paz, perpetrada el 20 de mayo de 1976 por un grupo combinado de fuerzas de seguridad. En este tramo, la Fiscalía imputa a Martínez la omisión de investigar el allanamiento ilegal del inmueble donde el grupo supuestamente vinculado a Montoneros estaba reunido y el quíntuple homicidio, pese a que el ex juez se había apersonado en la vivienda a posteriori del operativo.

En segundo lugar, Martínez es acusado de la supuesta detención sin garantías de Romano, el propietario de la casa donde vivían Niklison, Gerardo Alfredo Romero, y una hija de un año y medio. Según el Ministerio Público Fiscal, seis días después de la ejecución relatada, Romano se presentó espontáneamente ante el entonces juez federal, momento en que este decidió una privación de la libertad que se prolongó durante 15 meses.

Por último, al ex magistrado se le imputa la presunta participación (desde el ejercicio de la judicatura federal) en la organización criminal que llevó adelante el sistema represivo desplegado en la provincia entre 1975 y 1983. "Destaca el Ministerio Público que el general Adel Edgardo Vilas, comandante a cargo del 'Operativo Independencia', resolvió los problemas que encontraba en la Justicia Federal mediante la remoción de la Cámara de Apelaciones, del juez federal y del fiscal, gestionando que los nuevos nombramientos recayesen sobre personas de inequívoca ortodoxia", asevera Bejas, que añade que, según la Fiscalía, Vilas hizo referencia al reemplazo de Jesús Santos por Martínez en el Juzgado Federal de Tucumán.

La investigación del ex juez federal cobró impulso a partir de los comentarios del ex militar y represor Antonio D. Bussi -fallecido el 24 de noviembre pasado- en la indagatoria del 23 de noviembre de 2009 ante Bejas y en la audiencia oral del 17 de febrero de 2010 (causa "Jefatura") ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán. En ambas ocasiones, Bussi defendió sus actos invocando la supuesta intervención de Martínez.

En la declaración indagatoria del 27 de julio de este año, el ex juez negó haber sido parte de un sistema represivo ilegal, según el auto de procesamiento. Esta resolución manifiesta que el imputado alegó que en ningún momento abrió investigación en contra de militares porque no era competente para hacerlo y porque, además, nadie impulsó la apertura de la jurisdicción para obligarlo a emitir una resolución expresa en tal sentido. "Además, impugnó los dichos de Bussi aduciendo que, en su momento, lo había denunciado ante la Honorable Legislatura de Tucumán por inhabilidad moral para ejercer el cargo de gobernador", observa el auto dictado el jueves 1 de diciembre que, previsiblemente, será revisado por la Cámara Federal de Apelaciones.

domingo, 4 de diciembre de 2011

De la biblioteca de Babel a la casa de papel -Carmen Perilli



la gaceta literaria


Domingo 4 de Diciembre de 2011 | En su relato, Borges presenta a la biblioteca como un laberinto que convierte al lector en guardián de un saber que lo excede. Pero no hay ficción que presente una fábula de biblioteca más espeluznante que la novela de Carlos María Domínguez, en la que uno de sus personajes construye una casa usando a los libros como ladrillos. Por CArmen Perilli - Para LA GACETA - Tucumán

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Una biblioteca es un sistema de objetos peculiares en un doble sentido material y simbólico. Jacques Bonnet afirma que está llena de fantasmas. El bibliófilo une el lector al coleccionista. Gérard Hadad señala que "En las antípodas del devorador del Libro que lo hace suyo, el incendiario lo vomita con horror, busca erradicarlo, rechaza todavía más su transmisión". En el relato La Biblioteca de Babel, Borges la presenta como institución intemporal e infinita que encierra la totalidad de la cultura. Un laberinto que convierte al lector en guardián de un saber que lo excede, proveniente de una fuente enigmática y exterior, y acaba por ser una metáfora del universo.

En Cien años de soledad, Gabriel García Márquez reserva para los libros un lugar reducido: un cuarto donde se encuentran libros antiguos en idiomas extraños, y un manuscrito profético, un doble de la novela. Las narraciones circulan en el mundo exterior al cuarto. Si por un momento aparece la librería, esta tampoco se encuentra inserta en la cultura de Macondo. Es una librería de incunables, de un sabio que escribe en catalán, un manuscrito que nadie leerá. Curiosamente el manuscrito encerrado en el cuarto encierra las claves de la historia familiar y la sola posibilidad de reconocimiento. Aureliano es, ante todo, un Lector.

Creo que no hay ficción que presente una fábula de biblioteca más espeluznante que La casa de papel, de Carlos María Domínguez. El narrador autobiográfico es un profesor de literatura. La misteriosa muerte de una colega, atropellada mientras lee, lo enfrenta a un "desquiciado y viejo" ejemplar de La línea de sombra, de Joseph Conrad, con una singular dedicatoria que llega al correo de la difunta. El enigma lo lleva de Cambridge a Montevideo.

En la primera página leemos: Los libros cambian el destino de las personas, una afirmación que luego se invierte. En el viaje al sur, el narrador se siente intimidado por la proliferación alarmante de librerías. En Montevideo logra hablar con un amigo de Carlos Brauer, un bibliófilo desaparecido.

El temeroso coleccionista le narra, con mucha reticencia, la tragedia. La pasión irrefrenable por la biblioteca que reduce a Brauer, incapaz de desprenderse de sus libros, a vivir entre oscuros pasadizos de estantes. En su intento por organizar ese mundo no puede evitar que su pasión lo empuje a cambiar un fichero temático por un fichero "afectivo". La hybris transforma al bibliófilo en biblioclasta.

Al intentar reproducir el mundo de un libro antiguo, los cirios incendian su catálogo, una catastrófica pérdida del orden y la memoria. La respuesta es monstruosa y destructiva ya que Brauer se traslada a una playa lejana donde construye una casa de papel con libros/ladrillos, extraviando los volúmenes en una suerte de laberinto. La biblioteca es "Una obra destruida dentro de otra. No sólo encerrada. Aniquilada en el cemento".

El intrigado narrador encuentra los restos de la casa en la arena. Los lugareños vieron un hombre desesperado, gritando un nombre y acabando con la casa. Ante el reclamo de un libro, la certeza de la existencia del mismo entre el cemento se torna intolerable. Es la memoria, no el olvido, lo que derrumba todas las defensas.

La casa de papel es sólo un momento imposible. La biblioteca no está inmóvil; desde la doble condición de objeto, el texto perdura.
© LA GACETA

Carmen Perilli - Doctora en Letras, profesora de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, investigadora del Conicet.

BIBLIOGRAFÍA
- Bonnet, Jacques. Bibliotecas llenas de fantasmas, Barcelona: Anagrama, 2010.
- Borges Jorge Luis. Obras Completas, Buenos Aires: Emecé, 1974.
- Domínguez, Carlos María. La casa de papel, Buenos Aires. Alfaguara, 2004.
- García Márquez, Gabriel, Cien años de soledad, Buenos Aires: Sudamericana, 1971.
- Haddad, Gérard, Los biblioclastas. El mesías y el auto de fe, Buenos Aires: Ariel, 1993.

jueves, 1 de diciembre de 2011

No me explico Sr. Rector de Nicolás Parra

1

NO ME EXPLICO SEÑOR RECTOR

Las razones que pudo tener el Jurado
Para asignarme a mí
Que soy el último de la lista
Premio tan contundente como éste

Hay x lo menos una docena de candidatos
Que con razón se sienten postergados

Irregularidades como ésta
No debieran volver a repetirse

Yo x mi parte me querellaré
Contra quienes resulten responsables


2

ANTES NO SUCEDIAN ESTAS COSAS

Seguramente lo que + pesó
Fueron las razones de orden humanitario
Vengo saliendo x enésima vez del quirófano:
Ese maldito cáncer a la próstata:
To P or not to P
....................that is the question


3

COMO SI TODO ESTO FUERA POCO

Mi Cecilia Bolocco me tiró la cadena
Comillas
"Por andar con las patas a la rastra"

Mentiría si digo que miente:
Dentro de poco cumpliré los 100

Me cambió x un lolo de 70
De los trigos no demasiado limpios
Pero con cuenta bancaria morrocotuda

Que la verdad no quede sin ser dicha


4

NO SÉ NO SÉ

Yo pertenezco a un mundo que se fue
Yo todavía creo en el ser humano
Yo todavía creo en Dios y en el Diablo
Para decirlo todo de una vez
Yo soy
Uno de esos engendros modernistas
Que confundieron el Ser con el Ente
Ni progresista ni conservador
Sino todo lo contrario Sr. Rector:
Ecologista muerto de susto:
Una pulga en el oído del Minotauro:
¡Mi reyno x un par de muletas eléctricas!
Vivo no me pondrán en el ataúd:

Al cementerio x mis propios pies


5

ENTENDEMOS X ECOLOGISMO

Un movimiento socio-económico
Basado en la idea de armonía
Del ser humano con la naturaleza

Que lucha x una vida lúdica
Creativa pluralista Igualitaria
..................................libre de explotación

Y basada en la comunicación
Y colaboración de grandes y chicos

Muchos los problemas
..............................Una la solución:
Economía mapuche de subsistencia



6

NO SÉ SI ME EXPLICO

Lo que quiero decir es no
Más Indemnizaciones millonarias
Fuera de la que a mí naturalmente
Me corresponde x derecho propio
Las cuentas claras
& a otra cosa mariposa

Terminamos nosotros con los premios
O los premios terminan con nosotros



7

GRACIAS SEÑOR RECTOR

Es un honor muy grande para mí
No me pellizco para no despertar
Y lo recibo con una lágrima en los anteojos



Mayo 2001, La Reyna

Beatriz Sarlo en La Nación

Puede ser arcaico o puede ser peligroso
Por Beatriz Sarlo | Para LA NACION
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Por decreto del Poder Ejecutivo se ha fundado el Instituto Nacional de Doctrina Histórica. Ese es el nombre real del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano "Manuel Dorrego".

Los considerandos se inspiran en la letra de una vieja canción que dice más o menos así: la oligarquía y las fuerzas antinacionales pactaron, desde Bartolomé Mitre, un relato histórico donde suceden las injuriosas falsedades que siguen: 1.- Se difama a los verdaderos grandes del pasado y se inventan o exageran las cualidades de los esbirros del imperio y las elites locales (gentuza como Sarmiento o Rivadavia, entre los más repudiables); 2.- Se oculta la acción de las masas populares en los hechos históricos; 3.- Idem, de las mujeres.

Este programa o "ideario liberal" debe ser corregido y tal será la función del Instituto de Doctrina, que no se funda, entonces, con la modesta aspiración de conocer más y mejor el pasado, sino con la de poner las cosas en su lugar. Ya se sabe quiénes fueron los héroes y los villanos. Ahora hay que difundirlo desde un organismo público.

Se podría decir mucho sobre este decreto, pero sólo diré dos cosas. La primera: el revisionismo histórico es una poderosa línea ideológica surgida en la década de 1920. Todos los historiadores profesionales conocen esos libros que, escritos con gran estilo y pasión, tuvieron repercusiones más amplias que la disciplina. Los revisionistas de los años 20 eran hombres de derecha y lamentaron que Uriburu, después del golpe de 1930, no los empleara como consejeros.

Con el paso de décadas surgió un revisionismo antiimperialista y de izquierda, con otro gran escritor, Jorge Abelardo Ramos (inspirador del joven estudiante Ernesto Laclau), que influyó en la insurgencia juvenil de los años sesenta y setenta.

Hoy, el revisionismo (que no se practica en la universidad, donde se lo estudia como se estudian las obras del pasado) es una especie de fósil que vive en el paraíso de los best-sellers. Una veta del mercado editorial con novelas buenas y malas, biografías y libros de divulgación más atractivos, sin duda, que las ponencias de los simposios de historiadores. De grupo de elite segundona, reaccionaria, católica y nostalgiosa que fueron aquellos primeros revisionistas, los de hoy son favoritos de los CEO de grandes editoriales.

No faltan razones de popularidad: su versión del pasado es simple, con malos y buenos, elites y masas, pueblos y oligarquías enfrentados en una wagneriana guerra prolongada. Todo es fácil de leer. Comparados con una página de Tulio Halperin Donghi (nuestro historiador máximo según las más variadas opiniones), diez libros revisionistas actuales suenan tan sencillos como una canción alpina.

En el decreto del gobierno hay, finalmente, un elemento más peligroso. Desde la transición democrática por lo menos, juzgada por todos los criterios de la disciplina, la historia argentina es de gran nivel. Investiga sectores populares, anarquistas y sindicalistas, movimientos campesinos, mujeres; no hace historia de "grandes hombres", no se ocupa de establecer una tabla de posiciones. Hay historiadores universitarios de todas las tendencias ideológicas, todos responden a las reglas que definen su disciplina. El gobierno pasó por alto esto (el ministro Lino Barañao debería saberlo).

El Instituto de Doctrina podría convertirse en un rincón arcaico y polvoriento. Pero también podría ser un centro que irradie su "historia" a la escuela. Allí se convertiría en algo más peligroso. Finalmente, los revisionistas desdeñados por Uriburu en 1930 podrían festejar, desde el paraíso, que el gobierno kirchnerista adopte a su descendencia

Pacho O Donnel en Pagina 12

EL PAIS › PACHO O’DONNELL ANTE LA POLEMICA POR EL INSTITUTO DE REVISIONISMO HISTORICO
“Historia nacional y popular”
El director del Instituto Manuel Dorrego defendió la “necesidad de una historia” que contrapese la visión “oligárquica, porteñista, antipopular y antiprovincial” de la llamada historia oficial. Desestima las críticas de la “academia” tradicional.







Por Ailín Bullentini
Para Mario “Pacho” O’Donnell, el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego responde a una demanda histórica: “La de la necesidad de una historia nacional, popular y federalista alternativa a la liberal, oligárquica, porteñista, antipopular y antiprovincial”, ésa conocida como la historia oficial. El historiador y escritor dirigirá el organismo que, compuesto por una treintena de colegas, en su mayoría de la rama revisionista de la disciplina, tendrá como objetivo la “consolidación de una perspectiva histórica que merece ser reconocida”, a través del fomento a la investigación y producción de nuevos contenidos ligados a esta manera de entender la construcción del país.

–¿Cuál será el rol del instituto?

–El revisionismo histórico comienza con Alberdi, cuando cuestiona a Sarmiento y Mitre su forma de interpretar la historia. Luego vendrán Jauretche, Scalabrini Ortiz, José María Rosa, Jorge Abelardo Ramos, Ortega Peña y Fermín Chávez, por nombrar sólo algunos. El instituto recoge de ellos esa herencia de la necesidad de una historia nacional, popular y federalista, alternativa a la liberal, oligárquica, porteñista, antipopular y antiprovincial que se escribió tras la batalla de Pavón, con la victoria de la oligarquía porteña. Mi participación y la de quienes lo integramos es absolutamente ad honorem. Y tampoco es un organismo que crea la Presidenta (Cristina Fernández de Kirchner) para exaltar la figura de Néstor (Kirchner, el ex presidente y su marido). Eso es una grosería no sólo para con la Presidenta, sino además para con todos aquellos que se jugaron por una historia nacional, popular y democrática.

–¿Sobre qué ejes de la historiografía trabajará?

–Nos abocaremos a continuar en gran medida lo que hacíamos e hicimos hasta ahora. Casi todos los integrantes son buenas plumas. La existencia del organismo nos dará mayor posibilidad de organización y de fomento a la investigación historiográfica; nos permitirá la construcción de acuerdos con otras instituciones, ligarnos más a las provincias, salir del núcleo ciego que es Buenos Aires. Poder escapar de ese funcionamiento marginal que hasta ahora teníamos.

–Una de las críticas que impactaron contra la creación del organismo tilda a sus integrantes de “divulgadores” de la historia.

–No es así. El ataque, la queja, llega fundamentalmente del grupo de historiadores formados en la UBA. En el instituto hay gente muy formada, incluso en el exterior. Varios de sus integrantes, como la rectora de la Universidad Nacional de Lanús, Ana Jaramillo, o el investigador Hugo Chumbita, reconocido catedrático de la Universidad Nacional de La Matanza, llegan desde casas de altos estudios ubicadas en lugares populares y consustanciadas con el pensamiento nacional y popular. No es casual que aquellos que atacan son los que hasta hoy manejan la producción historiográfica nacional teniendo en sus manos la distribución de becas, empleos, subsidios para investigación y, por ende, la construcción de una determinada visión de la historia. Que vean la creación del instituto como “peligrosa” es una reacción paranoica contra algo que no pretende más que la consolidación de una perspectiva histórica que merece ser reconocida.

–¿Por qué es importante la existencia de varias posturas sobre la visión de los hechos que constituyen la historia?

–Es muy importante para la construcción de una identidad nacional. Como dijo Jauretche, no se puede construir una nación sobre una historia falsa. Y la historia oficial es, en muchos aspectos, falsa. La acusación sobre que el instituto instalará un pensamiento único es un boomerang para aquellos que defienden la versión liberal, oligárquica y porteñista de la historia argentina, que fue la única versión que existió sobre los hechos que constituyen al país: la historia hasta ahora oficial; la que se planteó como única posible, la natural, la incontestable. El instituto llega para romper con ese monopolio porque amplía enormemente el campo de la historiografía nacional. Muchos de los que critican su creación plantean que el revisionismo histórico está superado, que sólo se preocupa por temas ya vistos. Están equivocados. Todo el tiempo nos enfrentamos con cosas que se relacionan con el análisis de la historia para entender el presente, un mecanismo que nos da instrumentos para analizar y modificar nuestro tiempo. Son instrumentos que la historia oficial no sólo no da, sino que si los da, los disimula.

–¿Por qué el instituto integra la visión de la historia argentina desde una postura latinoamericanista?

–Porque es importantísimo. Justamente, es el lugar desde el que la historia oficial se empecina en no contar a Argentina. La idea de “patria grande” está presente en la inmensa mayoría de nuestros grandes próceres. Manuel Dorrego, en honor a quien se bautizó al instituto, fue un gran americanista. Ni hablar de Artigas o de Felipe Varela; en Rosas, en San Martín. Está en todos nuestros jefes populares, en nuestros caudillos federales, en nuestros próceres maltrata

El Cervantes para Nicanor Parra

ara Nicanor Parra, el Cervantes
El poeta chileno de 97 años, creador del concepto de la "antipoesía", fue distinguido con el máximo premio de la lengua castellana. Matemático, físico y hermano de la conocida folklorista Violeta Parra, el escritor contaba ya, entre otros reconocimientos, con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2002. Dentro de su extensa obra se destacan "Cancionero sin nombre", "Poemas y antipoemas", "Manifiesto", "Canciones rusas", "Obra gruesa", "Artefactos", "Sermones y prédicas del Cristo de Elqui" y "Hojas de Parra".







Es el reconocimiento a "toda una vida dedicada a la poesía", coincidieron tras dar a conocer el fallo, tanto la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, como la presidenta del jurado, Margarita Salas, primera mujer que ocupa este puesto desde la creación del premio, hace 36 años. Tras ocho votaciones, el chileno fue apoyado por la mayoría de los miembros del jurado, que respetaron la ley no escrita de que cada año se conceda alternativamente a un escritor hispanoamericano y a un español. En 2010 fue para la catalana Ana María Matute.

Parra es el tercer chileno en ganar el Cervantes, después de que Jorge Edwards y Gonzalo Rojas fueran reconocidos en 1999 y 2003. De los 37 autores premiados en las 36 ediciones desde 1976, dieciocho son americanos y diecinueve españoles. Hubo sólo tres mujeres: María Zambrano en 1988, la cubana Dulce María Loynaz, en 1992 y Matute, el año pasado. El Cervantes premió a cuatro argentinos. Juan Gelman en 2007, precedido por Jorge Luis Borges -compartido con el español Gerardo Diego-, Ernesto Sabato y Adolfo Bioy Casares.

La ministra consideró una "gran fortuna" que Parra pueda recibir este reconocimiento en vida y destacó el hecho de que el galardón a la literatura haya sido concedido a un poeta, ya que "la vocación de escribir poesía es más exigente que otros géneros". Sin embargo, al momento de hacer público el fallo, todavía el chileno no se había enterado. "No le hemos localizado, no contestaba el teléfono", excusó la funcionaria.

El premio, dotado con 125 mil euros, lo entregará el rey Juan Carlos el próximo 23 de abril, fecha de la muerte del creador de "El Quijote", Miguel de Cervantes, en la Universidad de Alcalá.

Luis Alberto Romero en La Nación-30/11/11

El Estado impone su propia épica
Por Luis Alberto Romero | Para LA NACION
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Un reciente decreto creó el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego. De sus fundamentos se deduce que el Estado argentino se propone reemplazar la ciencia histórica por la epopeya y el mito.

El mito y la epopeya están en la prehistoria del saber histórico. Los mitos explicaban el misterio y el papel de lo divino; los relatos épicos exaltaban la acción de los héroes, entre divinos y humanos. La historia se ocupó, simplemente, de los hombres, y trató de entenderlos basándose en el razonamiento y la comprobación. En la Antigua Grecia, Herodoto y Tucídides fundaron la historia como ciencia y dejaron en el camino mitos y héroes. A mediados del siglo XIX, Wagner recurrió al mito y a la épica, pero sus óperas se representaban en los teatros; en las universidades estaban los historiadores tan notables como Mommsen.

Más o menos así estamos hoy en la Argentina. No tenemos ópera, pero hay abundantes cantantes, poetas y escritores de mitos y epopeyas, que conquistan la fantasía de su público. Los historiadores, por su parte, trabajan en las universidades y en el Conicet.

El Estado tiene otra idea: la épica debe ocupar el lugar de la historia. La tarea que le encomienda al Instituto de Revisionismo es rescatar y valorar la obra de los héroes fundadores de nuestra nación, sistemáticamente ignorada por la "historia oficial". Nadie se sorprendería si leyera esa propuesta en los escritos de Pacho O'Donnell, presidente del nuevo instituto. Su pluma y su verba son familiares. Lo insólito es que una prosa tan idiosincrática sea asumida, sin correcciones ni matices, por el Estado nacional a través de un decreto firmado por la Presidenta, el jefe de Gabinete y el ministro de Educación.

El decreto amonesta severamente a los historiadores. Obnubilados por el "liberalismo cosmopolita", abandonaron su misión -la reivindicación de los héroes patrios- y ocultaron la gesta de las grandes personalidades identificadas con el ideario nacional y con las luchas populares. Entre otros héroes olvidados se encuentran personajes como San Martín, Rosas, Yrigoyen, Perón y Eva Perón. También son culpables de haber olvidado el aporte de las mujeres y, sobre todo, la contribución de los sectores populares a estas luchas. Al nuevo instituto se le pide que elabore una reivindicación de los auténticos héroes, con la salvedad de que debe hacerse mediante un saber científico riguroso, ausente de la investigación histórica actual.

Los historiadores profesionales vivimos en el engaño. Creímos que la investigación histórica científica y rigurosa se había consolidado en las universidades y el Conicet. Computamos como hechos positivos no sólo la excelente formación profesional, sino la ampliación de nuestros temas, inclusive -entre tantos otros-, los referidos a las personalidades mencionadas. Nos enorgullecimos de haber superado viejas controversias esterilizantes. Acordamos que no existen verdades únicas ni definitivas y que el nuestro es un conocimiento en revisión permanente. No se si efectivamente lo logramos. Pero lo cierto es que hoy hay una enorme cantidad de historiadores excelentes y altamente capacitados, que se han formado y han sido examinados en sus capacidades por las rigurosas instituciones del Estado argentino: sus universidades, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas o la Agencia Nacional de Investigaciones.

Creímos que retribuíamos al Estado lo que hizo por nuestra formación con buena historia, reconocida en todo el mundo. Pero a través de este decreto, la más alta autoridad nos dice que ha sido un trabajo vano, y que sus instituciones académicas y científicas han fallado. Todo lo que hemos hecho es historia "oficial", y, peor aún, "liberal".

El decreto también se ocupa del conjunto de los ciudadanos. Les advierte sobre los riesgos de las ideas equivocadas sembradas por los enemigos del pueblo. Los previene acerca del pernicioso relativismo del saber. Sobre el pasado -así como sobre el presente- hay una verdad, que el Estado conoce y que este instituto contribuirá a inculcar. Para ello se ocupará de la correcta educación de los docentes y los vigilará para que no recaigan en el error. Podrá además cambiar los nombres de las calles y las imágenes de los billetes, monedas y estampillas; crear museos y lugares de memoria, establecer nuevas celebraciones y, en general, promover la difusión de estas ideas a través de cualquier medio de comunicación. En estos prospectos, inquietantemente totalitarios, se dibuja una suerte de orwelliano Ministerio de la Verdad, del cual ya hemos visto algunos adelantos en la cuestión de la llamada "memoria del pasado reciente".

El revisionismo histórico, cuya tradición se invoca en este decreto, merecía un destino mejor. En esa corriente historiográfica militaron historiadores y pensadores de fuste. Julio Irazusta desarrolló una bien fundamentada defensa de Juan Manuel de Rosas, con sólida erudición, aguda reflexión y una prosa refinada. Ernesto Palacio dejó una Historia de la Argentina bien pensada y provocativa. José María Rosa, quizá más desparejo, tiene piezas de preciso conocimiento y convincente argumentación. Ellos y sus seguidores, como todos los buenos historiadores, cuestionaron las ideas establecidas, provocaron el debate y aportaron nuevas preguntas. Sobre todo, formaron parte de una tradición crítica, contestataria, irreverente con el poder y reacia a subordinar sus ácidas verdades a las necesidades de los gobiernos.

Quienes hoy hablan en su nombre impresionan por su mediocridad. El decreto los califica de "historiadores o investigadores especializados", capaces de construir un conocimiento "de acuerdo con las rigurosas exigencias del saber científico". Pero ninguno de ellos es reconocido, o simplemente conocido, en el ámbito de los historiadores profesionales. De los 33 académicos designados, hay algunos conocidos en el terreno del periodismo, la docencia o la función pública. Dos de entre ellos, Pacho O'Donnell y Felipe Pigna, son escritores famosos. En mi opinión, entre ellos hay muchos narradores de mitos y epopeyas, pero ningún historiador. Nada comparable con los fundadores del revisionismo.

Estos epígonos del revisionismo comparten con sus predecesores ciertos rasgos, disculpables en quienes reunían otros méritos. Uno de ellos es la idea de la conspiración. Los "vencedores" han mantenido oculta una historia verdadera, que ellos revelarán. Lo que hemos leído muchas veces a propósito de Rosas y de otros se aplica hoy a Manuel Dorrego, cuyos méritos enumera el decreto. A los historiadores siempre nos asombra este permanente descubrimiento de lo ya sabido. Personalmente, hace cincuenta años ya aprendí todo eso con Enrique Barba y Tulio Halperín Donghi. Desde entonces, aparecieron abundantes trabajos académicos, algunos brillantes, que están al alcance de cualquiera que se tome el trabajo de buscarlos.

La retórica revisionista, sus lugares comunes y sus muletillas, encaja bien en el discurso oficial. Hasta ahora, se lo habíamos escuchado a la Presidenta en las tribunas, denunciando conspiraciones y separando amigos de enemigos. Pero ahora es el Estado el que se pronuncia y convierte el discurso militante en doctrina nacional. El Estado afirma que la correcta visión de nuestro pasado -que es una y que él conoce- ha sido desnaturalizada por la "historia oficial", liberal y extranjerizante, escrita por "los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX". Los historiadores profesionales quedamos convertidos en otra "corpo" que miente, en otra cara del eterno "enemigo del pueblo".

En nombre del pueblo, el Estado coloca, en el lugar de la historia enseñada e investigada en sus propias instituciones, a esta épica, modesta en sus fundamentos, pero adecuada para su discurso. Más aún, anuncia su intención de imponerla a los ciudadanos como la verdad. Quizá sea el momento de que, en nombre del pueblo, se le diga a quien encabeza el Estado que hay cosas que no tiene derecho a hacer.

El autor, historiador, es investigador principal del Conicet/UBA .