martes, 28 de mayo de 2013

Rodolfo Alonso-La Gaceta Literaria

El lenguaje otro, el mismo


Domingo 19 de Mayo de 2013 0 1





* La poesía es otro lenguaje dentro del mismo lenguaje.



* La poesía es el lenguaje mismo. O, como dijo alguien muy sabio, el mismo lenguaje es poesía.



* La poesía es un lenguaje otro, aunque no otro lenguaje.



* Hölderlin lo sabía. Y también Paul Celan. Pero no sólo ellos.



* Cualquier niño lo sabe. Cualquiera es el lenguaje.



* No hablamos otra lengua. La lengua es quien nos habla. La lengua habla por nos. En nos.



* Por lo menos, tanto como la hablamos.



* La poesía es el niño del lenguaje. Y también su madurez. (Pero no uno u otro.)



* Y hasta su sinrazón. Su loca salud.



* Surgimos desde una antigua oralidad: la bárbaramente bella y primitiva de los padres fundadores, de los originarios primitivos. El lenguaje nos crea.



* Hombres de palabra articulada, definió Homero a sus griegos. Hombres de palabra, se llamaron a sí mismos nuestros antepasados, nuestros campesinos, nuestros paisanos. Gente de pocas palabras, más bien parcos, pero que cuando hablaban lo hacían justamente por eso en un marco de silencio, que valorizaba su decir, irradiante por escaso, sin verborragia y sin grandilocuencia.



* ¿Y nos veremos sucumbir ahora junto con los cada vez más escasos jirones de una oralidad diezmada, asolada por la tecnocracia? ¿El lenguaje nos fue?



* Colonizados por el ruido, universal y ubicuo, ¿qué gran poesía podría llegar a haber, si no hay Silencio?



* El paladar es nuestro órgano. Allí la voz nos hace. La voz nos iza.



* La única voz. La voz de todo. La lengua única y múltiple, de cada uno y general, íntima y pública.



* Considero un honor haber sido capaz de advertir, hace no poco tiempo, que fue uno de los más discretos y exigentes poetas argentinos, Carlos Mastronardi, quien supo percibir con nitidez esta sincera, humildísima pero ineludible verdad: "Todo es traducible, excepto el lenguaje."



* Me ratifico entonces en lo que yo mismo había supuesto con anterioridad. Cuanto más fácilmente traducible a otra lengua distinta resulta un poema, ¿no estará demostrando palmariamente con ello una mayor carencia en relación con su propio lenguaje?



* No usamos el lenguaje. Somos lenguaje.



© LA GACETA



Rodolfo Alonso - Poeta, traductor y ensayista.

Cartografías de la violencia en la literatura y la cultura latinoamericanas

martes, 14 de mayo de 2013

A un año de la muerte de Carlos Fuentes

LA GACETA Literaria


Domingo, 20 de Mayo de 2012

Guía para recorrer la obra de Fuentes- Carmen Perilli

Los libros respiran de modo diferente, pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad

Dos libros

La lectura es un viaje fascinante por territorios de papel. El azar quiso que mi decepcionada lectura de La gran novela latinoamericana apareciera el domingo anterior de la muerte del escritor (LA GACETA Literaria, 13 de mayo). El adiós obliga a un primer balance de la escritura de uno de los más grandes novelistas del siglo XX latinoamericano. La vastedad de su producción puede aturdir al lector. Atraviesan sus textos dos grandes temas: la palabra y el poder, donde está cifrada nuestra historia. El novelista mexicano fue un hacedor de ficciones y un intelectual que propuso teorías acerca de la heterogénea identidad mexicana y latinoamericana.



En los años 60, la aparición de La muerte de Artemio Cruz me produjo un impacto muy distinto al de Cien años de Soledadcon su olor a guayaba. Sin embargo podía recitar de memoria el monólogo final del personaje. Fuentes era uno de sus blancos caballeros que, a juicio de una generación, reunían el compromiso con la revolución y la aventura de la literatura. Como otros llamaba a sacudir los absolutos y proclamar a la literatura "territorio libre de América", abrazando las utopías. Muchos años después, cuando escribí mi libro sobre Fuentes y Borges, el encantamiento fue distinto y me encontré con un autor que se proponía como mediado y que en el V Centenario se transformó en el interlocutor con España. Sus cartografías literarias adquirieron otro sentido, con una idea del tiempo cualificado por el espacio, impregnada de esencias que buscan suturar las heterogeneidades que amenazan el sueño de la Patria Grande de raigambre hispánica, imaginada como mestiza.



Fuentes organizó sus relatos y sus dramas bajo el ambicioso título de La edad del tiempo. Construyó un extenso mural que recuerda las pinturas de Diego Rivera, donde se condensa un enorme archivo cultural. El espejo enterrado llamó Fuentes a un programa que luego se transformó en libro. La cultura aparece como un espejo que prolonga el Mediterráneo en el Caribe. La literatura puede ser uno de esos suntuosos trajes indígenas con miles de cristales. El escritor es el memorioso que retrata un mundo complejo en el que el espacio se dice en múltiples tiempos. Un ensayo imprescindible, De Quetzalcóatl a Pepsicóatl, denuncia el deterioro histórico que puede ser el pasaje de las ruinas indígenas a la basura posmoderna.



Itinerario de lectura

Los libros respiran de modo diferente pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad. La primera gran novela moderna mexicana es La región más transparente, donde volviendo paródicamente sobre la frase de Humboldt, retrata a la ciudad mexicana de medio siglo, polucionada y tensa, llena de secretos. El escritor volverá sobre ese tema en un libro del 2000, Cristóbal Nonato, una ficción futurista, donde codifica un México desgarrado en el que la "suave patria" exige una nueva fundación.



Entre las novelas más logradas está La muerte de Artemio Cruz, una cruda reflexión sobre los tiempos post-revolucionarios en la que el caudillo mexicano se transforma en el poderoso hombre de negocios que asume la misma pose del amo colonial y se vende al imperio del Norte. En la escritura de Fuentes la frontera entre el Norte y el Sur se hace carne viva, sangrante, es el presente y el pasado beligerante, son "los mojados" que cruzan a buscar trabajo, es Texas arrebatada: "Queremos entrar a contar la historia de la frontera de cristal antes de que sea demasiado tarde, hablen todos" nos dice el personaje de La frontera de cristal. En ese sentido, la figura casi quijotesca del escritor norteamericano Ambrose Bierce cruzando el Río Grande, buscando la muerte en el país azteca, desdobla la del general Tomás Arroyo. Uno está de vuelta de la escritura y lleva como única compañía El Quijote; el otro abraza con desesperación los papeles que le certifican la posesión de la tierra. Los dos morirán, el mensaje de ellos estará en manos de una mujer, una extranjera, Harriet Winslow.



Una de las novelas más bellas y sugestivas es Aura, relato de un encuentro alucinante entre Felipe Montero, un joven historiador, con una hechicera que no es sino la reencarnación de la trágica emperatriz Carlota que espera al esposo fusilado.



El ciclo más ambicioso está constituido por Terra Nostra, donde reúne su lectura de la Conquista, dividida en tres partes: el mundo indígena, el mundo español y el mundo mestizo. En ese texto, la figura que atraviesa todos los tiempos es Celestina. La pintura del personaje subvierte el texto de Fernando de Rojas ya que a través de su lengua y de su cuerpo la mujer alumbra el futuro. En el texto expone su tesis sobre la conquista como derrota del proyecto moderno ahogado por lógicas absolutas. En las obras de teatro y en El naranjo vuelve sobre estas preocupaciones. En las Ceremonias del alba la Malinche alumbra al primer mexicano y permite una continuidad: "Entre las dos orillas del poder, un puente: la lengua, Marina, que con las palabras convierte la historia de ambos poderes en destino… Lo más fácil entre nosotros, será morir; un poco menos fácil, soñar; difícil, rebelarse: dificilísimo, amar".



Muchas de las novelas aparecen ahogadas por el ensayo y paralizadas por la alegoría, es el caso de Cambio de piel, La voluntad y la fortuna, El sillón del Águila, Instinto de Inéz yTodas las familias felices. El barroquismo y la alegoría las torna artificiosas y, aunque no carecen de momentos logrados, las tesis paralizan los mundos narrativos.



Recuperar la memoria

Para Carlos Fuentes, El Quijote era la gran aventura de la libertad del mundo moderno. Su propuesta sin embargo debe mucho a la Comedia Humana, de Balzac. Consideraba urgente a la literatura, apostaba por la educación. Intentó dar cuenta de un siglo complejo y violento, el siglo XX y la transición hacia el XXI. Le tocó asistir a la euforia nacionalista mexicana, al reinado eterno del PRI y a su derrumbe, en un México devorado por los cárteles. Fue el protagonista de un momento central de la novela latinoamericana: el de la internacionalización.



Dice el poeta José Emilio Pacheco que "la palabra deseo está desnuda. / Pero cuando avanzamos para tocarla / ella nos da la espalda y se pierde en la sombra". En Carlos Fuentes ese deseo es ansia por catalogar nuestra cultura. Coincido con Michel de Certeau que los lectores "son viajeros: circulan sobre las tierras del prójimo, nómadas que cazan furtivamente a través de los campos que no han escrito". El legado de Carlos Fuentes es un apasionante territorio a explorar. Como Sor Juana, Bernal Díaz, José Emilio Pacheco su vida ha sido "un solo y vasto intento de recuperar la memoria recuperando la palabra".



© LA GACETA Carmen Perilli - Doctora En Letras,Profesora Titular de Literatura Latinoamericana (UNT). Autora del libro Países de la memoria y del deseo. Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes(2004).



Las putas tristes y no tan tristes en García Márquez

http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero47/ptristes.html

jueves, 9 de mayo de 2013

Revista Telar

http://www.filo.unt.edu.ar/rev/telar/index.htm

Territorios de la memoria y el olvido. Carmen Perilli

istoria y Literatura en América Latina




Carmen Perilli

La Gaceta Literaria en La Gaceta de Tucumán





Los comienzos del siglo XXI enfrentan nociones tradicionales de historia y literatura, así como concepciones de ficción y realidad. La Historia se reescribe en la literatura en nuevos recorridos que problematizan las representaciones culturales, poniendo en evidencia su carácter retórico. La ficción trabaja con la teoría- teoría de la literatura y teoría de la historia-; se transforma en sociología y/o antropología de imaginarios, rompe con la linealidad histórica y abre espacios a la voz y la imagen. A la historia disciplinaria se agregan otras fuentes: la historia oral y la crónica, ligadas a la inmediatez del acontecimiento. La institución literaria se estremece, las fronteras se corren y aparecen nuevos horizontes de lecturas y escrituras. El escritor puede trabajar con y contra los materiales del “escribidor” o refugiarse en “las fulguraciones” de una letra transformada en cuerpo. “Narrar no consiste en copiar lo real sino en inventarlo, en construir imágenes históricamente verosímiles de ese material privado de signo que, gracias a su transformación por medio de la construcción narrativa, podrá al fin, incorporado en una coherencia nueva, significar” . La cercanía de la fábula literaria a la fábula histórica arroja al lector en el debate de la verdad y sus escrituras. Augusto Roa Bastos en el prólogo a La vigilia del almirante señala: "Este es un relato de ficción impura o mixta, oscilante entre la realidad de la fábula y la fábula de la historia. Su visión y cosmovisión son las de un mestizo de "dos mundos", de dos historias que se contradicen y se niegan. Es por tanto una obra heterodoxa, ahistórica, acaso anti-histórica, anti-maniquea, lejos de la parodia y del pastiche, del anatema y de la hagiografía" . Los narradores buscan los relatos con los que se imaginan las sociedades; critican despiadadamente las identidades nacionales . La literatura apela al arte de lo mínimo al que Tununa Mercado define como ”capacidad de llevar el discurso elocuente de la pareja, del juego, del transcurso (que es infinitud ) de conducir toda una dialéctica y con toda la ambición que esto implica, a una simple cuenta de hilos. El prodigio: hacer (decir) lo más con lo menos” . Las tensiones entre utopía, epopeya y mito cambian; la alegoría que desplaza a la metáfora; los fragmentos a las totalizaciones; tenues líneas se tienden entre lo real y lo irreal. Las profundas modificaciones sufridas por la literatura y la historia dejan atrás clasificaciones como las de “novela histórica”; la representación se viste de distintos disfraces genéricos- la crónica, la poesía, el teatro. La parodia del relato heroico cede a la historia de la vida cotidiana.Margo Glantz escribe sobre La amoroso inclinaciòn a enredarse en los cabellos . José Donoso en Casa de campo alegoriza la historia contemporánea de Chile a través de una historia de familia. Carlos Fuentes en Terra Nostra enfrenta una imposibilidad: la de la historia en un tiempo sometido a la eternidad. Las historias de mujeres,rescatada tonos “menores” polemiza desde una palabra política que afecta el mundo privado así como las fábulas de género. Ángeles Mastretta, Alicia Yañez Cossío, Ángela Abreu y Elena Poniatowska emplean fórmulas, discursos; canciones o recetas de cocina y reclaman el poder de interpretar usando saberes otros. Los textos plasman antropologías de lo cercano y de lo lejano que escudriña otros tiempos y otros espacios como Homero Aridjis, Carmen Boullosa¸ María Negroni y Ángela Abreu y auscultan la trama de nuestras sociedades como Ana María del Río y Tomás Eloy Martínez. Sergio Ramírez usa un caso policial para dar cuenta de la modernidad centroamericana; Fernando Vallejo un prontuario para adentrarse en el Medellín actual; Héctor Aguilar Camín el relato periodístico insistiendo en las tensiones entre poder y discursos. Su personaje Sala, el director, le dice a Vigil historiador/periodista/novelista:- como el mismo autor. “El periodismo no es más que la historia instantánea del pasado que pasa, Carlos. No me diga que un historiador puede renunciar a ese espectáculo” . La literatura abandona la función documental a la producción testimonial y reivindica la libertad de cartografiar imaginarios, deteniéndose en los castillos de la palabra. Porque, como dice Jerónimo de Aguilar personaje del soldado Bernal y del escritor Fuentes en América hay “un perpetuo reinicio de historias perpetuamente inacabadas, pero sólo a condición de que las presida, como en el cuento maya de los Dioses de los Cielos y de la Tierra, la palabra”

Adriana Varejão, Contingente, 2000 Cortesía de Victoria Miro Gallery, Londres

martes, 7 de mayo de 2013

45 años jugando a la rayuela. Carmen Perilli


Hace cuarenta años que salió esta novela hechicera e incómoda. Iba a recibir el nombre de mandala, que, según la cita de Eliade que registra el Cuaderno de Bitácora: “Es a la vez imago mundi y panteón. Al entrar en él, el noneo se acerca en cierto modo al “Centro del Mundo”; en el corazón del mandala le es posible operar la ruptura de los niveles y acceder a un modo de ser trascendental”. El nombre definitivo conserva ese sentido y remite al juego infantil y a la cultura popular argentina.

Rayuela es un laberinto mágico que nos invita a perdernos y a encontrarnos, armando puentes entre el lado de acá y el lado de allá; la escritura y la lectura; la tierra y el cielo. Un libro concebido como un espacio que se multiplica en muchos libros; que invita al lector a formar parte del acto poético, a construir su propia travesía. El narrador afirma categóricamente "Por lo que a mí respecta, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer sentir que el verdadero y único personaje que me interesa es el lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo". La novela no permite la indiferencia ni la inmovilidad. Desde el primer instante incluye a los lectores dentro de la ficción. De acuerdo a sus postulados se trata de "Hacer del lector un cómplice, un camarada de camino. Simultanearlo, puesto que la lectura abolirá el tiempo del lector y lo trasladará al del autor. Así podrá llegar a ser copartícipe y copaciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y en la misma forma".

Gran parte de la conmoción que produjo y produce Rayuela se debe a la constante lúdica, a su condición de escritura producida en el juego como rito de pasaje que ofrece la posibilidad de acceder a un mundo diferente, con sus propias reglas, alejado de los tediosos territorios de lo cotidiano, de "la Gran Costumbre”.

“¿Encontraría a la Maga? “ Es la frase inicial que dibuja el gesto que surca el libro: la búsqueda. La Maga es La Mujer o la Literatura, figura mitológica, enigmática e inalcanzable. Horacio Olivera, el torturado y diletante intelectual, repite a otros personajes de la obra de Julio Cortázar como Johnny el saxofonista de “El perseguidor”. Desarraigados y partidos, viven en combate con el mundo que les rodea, se enfrentan con la pesadilla de la realidad e intentan encontrar los agujeros que le permitan escapar de ese mundo gris y repetitivo. Héroes fallidos de la modernidad, no cumplieron con sus mandatos y deambulan solitarios y desesperados.

El escritor sella un pacto de complicidad con sus lectores, especialmente con aquellos jóvenes que, en poco tiempo, echaron a andar por las calles a La Maga y a Olivera, recitando de memoria el famoso capítulo 7 o hablando en gíglico, milagroso efecto de una escritura hermética que pone en juego todo el horizonte cultural europeo de la época, al mismo tiempo que los relatos que circularán en nuestra cultura nacional.

Rayuela postula una curiosa relación entre ficción y teoría; narrativa, poema y ensayo; creación y crítica. A pesar de su voluminosa presencia ataca la idea de totalidad y de representatividad ya que apuesta a la condición fragmentaria de lo real y al fracaso de toda búsqueda de absoluto. La pregunta por el sentido de la literatura y el lenguaje se convierte en mecanismo de la narración. El libro se mira en el acto de hacerse, de modo narcisista; la literatura juzga su propia posibilidad. La irrupción de vastas zonas ensayísticas amenaza con quebrar el ritmo de la ficción.
La anécdota se centra en la historia de Olivera y la Maga en París y en la de sus dobles Traveler y Talita en Buenos Aires disolviéndose en conversaciones. Los climas pueden ser asfixiantes y hasta siniestros como en el capítulo de la muerte del Bebé Rocamadour.
La obra es un rompecabezas, un modelo para armar, collage de textos propios y ajenos, montados irónicamente, cuya significación depende del choque que se produce entre ellos. Davi Arrigucci habla de una poética de la destrucción, una contranarrativa que, como el escorpión, se muerde la cola casi hasta su aniquilación. La palabra se destruye y se renueva con neologismos que arman nuevas lenguas
La parodia y la ironía son los recursos fundamentales de una escritura que duda sobre la posibilidad misma de la literatura, que se sostiene en la incertidumbre de la pregunta “. ¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra..... Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo, inventar una purificación purificándose; tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos de nylon”
Cortázar propone la aceptación de una permanente dualidad, en la que se vislumbra un nuevo orden. Un mundo otro en el que las cosas sean y no sean al mismo tiempo, en el que la maravilla quede a la vuelta a la esquina como en los cenáculos surrealistas. Se trata de encontrar la salida al agotado racionalismo occidental.
En el espacio de la literatura se debaten las posibles salidas a un mundo absurdo. La nostalgia del paraíso está simbolizada por el cielo de la rayuela -“¿Qué es en el fondo esa historia de encontrar un reino milenario, un edén, un otro mundo? Todo lo que se escribe en estos tiempos y que vale la pena leer está orientado hacia la nostalgia. Complejo de la Arcadia, retorno al gran útero, back to Adam, le bon sauvage (y van...) Paraíso perdido, perdido por buscarte, yo, sin luz para siempre”. El centro puede esta en París o Buenos Aires. Los dos pueden ser el paraíso y el infierno a la vez, unidos por un hilo tenue o por puentes precarios. Siempre podemos perdernos en la lucidez o en la locura- "Sólo en sueños, en la poesía, en el juego - encender una vela, andar con ella por el corredor- nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos" Al poeta le queda un único camino: la magia de las palabras.
El jazz como leitmotiv nos ayuda a dar cuenta de la estructura novelesca. Oliveira monologa sobre el carácter primitivo y universal de una música que alude y soslaya y hasta anticipa un mundo donde reina la indeterminación, la improvisación y ambigüedad. La narración sigue ese ritmo, el hilo central se pierde una y otra vez, dando lugar a las improvisaciones. El autor, eximio ejecutante, introduce movimientos inesperados, variaciones deslumbrantes.
Julio Cortázar desafía a los lectores a renunciar a toda propuesta estética convencional, ataca los dogmatismos. Por un lado logra que el mundo entre en el libro pero, por el otro hace de este el mundo. En 1963 declara “¡Cuidado con la fácil demagogia de exigir una literatura accesible a todo el mundo¡ Muchos de los que la apoyan no tienen otra razón para hacerlo que la de su evidente incapacidad para comprender una literatura de mayor alcance...”
Rayuela seduce pero al mismo tiempo exige que los lectores se le entreguen totalmente. Quizá es por eso que seguimos pasando de página en página por el solo placer de saltar del cielo a la tierra, de la tierra al cielo y así infinitamente.



Bibliografía

Davi Arrigucci, O escorpiao encalacrado. A poética da destruçao em Julio Cortázar, Sao Paulo: Perspectivas, 1973

Julio Cortázar, Rayuela, Edición crítica de Julio Ortega y Saúl Yurkievich, Colección Archivos, Madrid: 1991







Adriana Varejao Una artista fuera de centro.Por Ana María Batistozzi


Desde el título mismo de la muestra de Adriana Varejao en el Malba se advierteque la suya es una poética deliberadamente excéntrica y fuera del canonmoderno.

Todo comenzó en OuroPreto, ese sitio misteriosamente ligado por una carta y una estampilla a laregión borgeana de Tlön. En 1987 Adriana Varejão tenía 22 años y por esasextrañas coincidencias leía a Borges cuando llegó por primera vez a allí.“Quedé en éxtasis con las iglesias barrocas y las laderas de paralelepípedos”,confesó al curador de su retrospectiva Adriano Pedrosa. “No conocía la iconografíacatólica. Cuando entré en una iglesia vi aquelcarnerito, los santos y como no podía leer esos símbolos todo partió hacia ellado de la materia”. Este breve relato podría ser un buen punto de partida paraaproximarse al conjunto de la obra de esta artista que se exhibe en el Malba.

Años más tarde, la encontré en San Pablo, dando losúltimos toques a La extirpación del mal, la serie que presentó en la Bienal de1994 de la que se exhiben aquí dos piezas: “Extirpación del mal por incisura” y“Extirpación del mal por revulsión”. Esa serie –me explicó entonces– se habíainspirado en imágenes de diablos de la iglesia del Convento de San Francisco,en Bahía, que mostraban inquietantes incisiones y roturas, como si hubieransido parcialmente arrancadas. La artista profundizó en esas pinturas la idea de“superficie herida” que ya había aparecido en su “Cuadro herido” de 1992. Yasimiló las imágenes de los azulejos a una piel tatuada con una marca imposiblede borrar.

La serie generaba así una narrativa dramática que erainscripta en el cuerpo mismo de la pintura.

Suprimirla implicaba una herida y, como consecuencia,un ataque a ese cuerpo que respondía con una expansión en el espacio. Ladimensión carnal de su pintura irrumpía como un crimen imposible de ocultar. Lapintura de Varejão salía así del plano y asumía un volumen. Este fue uno de losprimeros datos de originalidad en la obra de la joven artista que causó mayorimpacto y, de algún modo se encontraba en sintonía con la dinámica objetualpropia de los años 90. Asociar la superficie del cuadro a una piel y el cuadromismo a un cuerpo, como hemos dicho, no era nuevo en la producción de laartista. Pero resolvía una cuestión de índole conceptual: la bidimensionalidaddel plano como problema en el marco de una crítica más general de la cultura.

Por ese rumbo, su obra se fue complejizando ensucesivas series que alumbraron cruces entre el imaginario barroco de Brasil,Portugal y China, el cuerpo y el género oportunamente combinado y desmontadocríticamente desde la naturaleza leve o escultórica de su pintura. Varejão, quea menudo se representa a sí misma en los personajes de sus obras, es unaartista que evidentemente puede hacer gala de un registro amplio de posibilidades.Desentendida del principio moderno de originalidad, sus pinturas puedenreproducir tanto un detalle de azulejo barroco, como una porcelana, un panel oun manuscrito chino o un dibujo de viajero del siglo XVI.

Los azulejos operan también como una contra-versión dela grilla moderna. Ese esquema compositivo estructurado en base a un cruce deortogonales, desde el constructivismo y el neoplasticismo, remite el orden dela utopía moderna. Considerada como una expresión del principio de racionalidad,la grilla es subvertida por Varejão desde la exuberancia de sus imágenes sobrela superficie y desde lo inquietante de algo en su interior que se asume porfuera de la razón europea.

Curada por el teórico Adriano Pedrosa, la muestra del Malba se organiza comoretrospectiva, des plegando de manera cronológica las series másrepresentativas de la producción de la artista desde comienzos de los 90. Entreellas Terra incógnita, Proposta para uma catequese, Acadêmicos, Irezumis,Línguas e Incisões, Ruínas de charque, Mares y Azulejos, Saunas y la másreciente Pratos, con que cierra la muestra y, a juicio de quien escribe, es lamenos interesante de todas.

El conjunto, unas cuarenta piezas, en su mayor partepropiedad de coleccionistas privados, tiene la virtud de reunir obras que no sehabían visto públicamente desde que aparecieron por primera vez.

Tal el caso de la recordada instalación pictórica“Reflexo do sonhos no sonho de outro espelho”, que Varejão presentó en la 24Bienal de San Pablo en 1998.

En aquella edición, que tuvo como tema central elconcepto de Antropofagia, fundante de la cultura brasileña, Varejão presentóuna instalación pictórica que era una suerte de deconstrucción de una de laspinturas académicas más conocidas del Brasil. La referencia era el “Tiradentesdescuartizado” de Pedro Américo que, como las pinturas de Antonio Parreiras yAurelio Figueiredos que tratan el mismo tema, representa al mártir con elcuerpo entero. Varejão, en cambio, eligió abordar la instancia del cuerpodespedazado y diseminarlo en cada pintura de su instalación.

La tensión entre el efecto exquisito de la facturaacadémica y la terrible escena sintonizaba con una estética y una problemáticadel cuerpo, propia de esos años que en nuestro país tuvo un exponente afín en DanielGarcía.

Pero la producción de Varejão recorre un registro másamplio.

Tiene momentos de un extremo refinamiento, como en lasdelicadas “chinoiserie” de Terra incógnita y momentos de desbordes pictóricosexcesivos que han llevado a que la artista reclute tantos seguidores comodetractores. La obra de Varejão emerge a fines de los 80 y comienzos de los 90,en un momento en que la escena artística latinoamericana y mundial se empeñó enuna revisión crítica de la razón moderna. Desde esa perspectiva apunta elsentido de Historias en los márgenes, el título de la exhibición, que buscaubicar a Varejão fuera del centro y el canon moderno. En ese sentido podríadecirse que su poética es deliberadamente excéntrica.



Varejão Básico. Rio de Janeiro, artista plástica.El suyo es uno de los nombres brasileños más conocidos en el panorama del artecontemporáneo internacional, con obras en las colecciones de instituciones comoel Museo Guggenheim de Nueva York, la Tate Modern de Londres y la FondationCartier de París. Participó de casi cien exposiciones entre individuales ycolectivas, entre las cuales se destacan las Bienales de Estambul (2011),Liverpool (2006), Mercosur (2005), Praga (2003), Johannesburgo, Africa del Sur(1995).

Link

http://www.revistaenie.clarin.com/arte/Adriana-Varejao-artista-centro_0_904709562.html




http://www.perfil.com/cultura/Lo-digital-no-acabara-con-el-libro-20130505-0048.html

LOS ENCANTOS DEL HECHICERO


"Lo digital no acabará con el libro"

Desde hace varios años, Juan Villoro (México, 1956) se ha consolidado como uno de los escritores más destacados de América latina. Practicante del cuento y la novela, es también ensayista y recientemente dramaturgo. Visita la Feria del Libro para hablar sobre el género que mejor domina: la crónica en todos sus modos.



Por Malena Sánchez Moccero
05/05/2013
05:19

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Daños elegidos. En Arrecife, el protagonista siente dolor para sentirse vivo.

Fanático del fútbol, Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) publicó Dios es redondo (Planeta, 2006) e Ida y vuelta. Una correspondencia sobre fútbol (Seix Barral, 2012), que reúne las cartas que se enviaron Villoro y Martín Caparrós durante el Mundial de Sudáfrica. El mexicano, ganador del premio Herralde 2004 por su novela El testigo, es también autor de la obra de teatro Filosofía de vida, que aquí dirigió Javier Daulte. Además, escribe literatura infantil y piensa que tal vez lo haga para tener una segunda infancia, una con todos los libros que no tuvo en la suya.



Es uno de los primeros nombres que aparecen cuando se habla de los grandes cronistas latinoamericanos, y sobre ese género conversará en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires hoy a las 19.30 en la mesa “Narrar la realidad: la crónica latinoamericana entre la política y la literatura”.



También es conocida su afición por el rock y es coautor de algunas canciones de Café Tacuba. Los protagonistas de su última novela, Arrecife (Anagrama, 2012), son justamente dos ex músicos de heavy metal. Uno de ellos creará La Pirámide, un hotel en alguna costa mexicana donde los turistas buscan peligros extremos. “El miedo es nuestro mejor recurso natural”, dirá el protagonista de este thriller.



—Usted dijo: “Messi es el mejor, pero no es un mito como Maradona”. ¿Qué le falta para convertirse en leyenda?

—A nivel deportivo, Messi es insuperable. Dada su juventud, parece ser que lo conseguirá todo. Pero aún le faltan anécdotas para su mitificación. La más importante es triunfar para Argentina. No jugó en ningún equipo local y no ha podido ganar el Mundial. Eso es decisivo para que ingrese en la zona de la leyenda. A diferencia de Diego, carece de drama y de comedia fuera de la cancha. Su destino se decidirá al 100% sobre el césped. Resulta decisivo que triunfe para su país y que sortee la crisis que tarde o temprano le llegará al Barcelona.

—A raíz del recuerdo de que usted decidió ser escritor después de la lectura de un solo libro, dijo en una entrevista: “Se necesita una dosis de irresponsabilidad para escribir”. ¿Por qué?

—Al escribir, sacas cosas que te daría vergüenza presentar en una reunión. Se necesita cierto descaro para ser escritor. Los personajes son la máscara que te pones para decir verdades que te dan vergüenza.

—Con el avance de la tecnología, donde el usuario saltea intermediarios, ¿debería transformarse la crónica?

—La crónica tiene un papel garantizado. Es la mejor manera de mezclar lo público y lo privado, la información y la emoción. Esto no quiere decir que va a ser muy leída. Hoy en día, el prestigio ideológico de la crónica es muy superior a las posibilidades de ejercerla. Es más fácil organizar un seminario o un premio de crónica que conseguir que te publiquen una crónica.

—¿Qué piensa sobre los eventos como la Feria del Libro de Buenos Aires?

—Son fenómenos de la industria editorial, tienen que ver más con la necesidad de vender libros que con la cultura. Aun así, permiten un insólito contacto entre autores y lectores. Cuando publicas un libro, es como si enviaras una botella al mar. Llegar a una feria y dialogar con un lector significa que la botella fue a dar a la playa apropiada.

—Frente al avance del e-book, ¿qué futuro atisba para el libro en papel?

—El libro estuvo bien inventado. Desde el siglo XII existe en el formato que conocemos hoy en día y desde el Renacimiento se reproduce en serie. No creo que los soportes digitales acaben con el libro. Habrá una nueva división de ofertas. Los libros de consulta, las novedades, los best sellers serán descargados en una tableta. Pero ciertos libros se seguirán buscando en papel. Mientras la gente sienta necesidad de regalar o prestar un libro, es decir, de pasarlo de mano en mano, habrá textos en papel.

—En “Arrecife”, el protagonista habla de “daños elegidos”. ¿Cree que es un rasgo de esta época esta necesidad de sentir dolor para sentirse vivos?

—Vivimos rodeados de entornos digitales, representándonos a nosotros mismos en pantallas, asumiendo passwords y ofreciendo nuestro PIN a cajeros automáticos. En ese entorno espectral, de pronto surge el deseo de recuperar la realidad en forma salvaje. El peligro siempre ha sido tentador (véase la manzana en la Bliblia o, muchos años después, la prohibición de ir a la popa en Los premios, de Julio Cortázar). Sin embargo, en la extraña vida de autómatas cibernéticos que llevamos ahora, la necesidad de recuperar la adrenalina parece más apremiante. El mundo está lleno de violencia, pero hay gente que quiere “otra” violencia. En Arrecife, un personaje habla de la “paranoia recreativa”, que consiste en el miedo que, al modo de una película de terror, se percibe como algo real pero tiene el encanto adicional de saber que es superable. Quise jugar con esas emociones y, sobre todo, mostrar que cuando se juega a controlar el peligro casi siempre algo falla... y hace falta una novela para explicarlo.

—En la novela, los personajes se presentan quebrados en un entorno algo deprimente. Sin embargo, el final parece optimista. ¿Por qué?

—En los últimos seis años, México ha padecido 80 mil asesinatos y al menos 30 mil desapariciones. ¿Cómo narrar en este entorno? Me interesaba abordar el tema de dos amigos que ya han hecho su mayor esfuerzo en la vida. Uno de ellos ha sido destruido por la droga y el otro está enfermo de muerte. Esto, sin duda alguna, es muy deprimente, pero permite que los personajes hagan un último y valiente careo con lo que han sido. El que en apariencia es el más débil de los dos sobrevive y puede conservar la memoria del otro. Es una forma de resistir y de apostar por otro futuro. Esa intuición de optimismo me parece imprescindible en un país que en los últimos años sólo ha hablado de la muerte.



http://www.perfil.com/cultura/Nuevas-librerias-20130505-0047.html

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El FUTURO ES HOY


Nuevas librerías

Los cambios del mercado frente al paradigma digital obligan a pensar, ya sea como apocalíptico o integrado, el futuro del lugar más amado por los lectores luego de la biblioteca: la librería.

Por Juan González Del Solar
05/05/2013


Todo enunciado que contenga la palabra “futuro” tiene cierta aspiración profética. ¿Cómo hablar de la forma que adoptará cualquier cosa en los próximos años cuando atravesamos tiempos en que el cambio se da por quinquenios en sucesión geométrica? De todas formas, la cuestión de cómo serán los nuevos espacios para consumir cultura en general, y en particular el tema de la edición y los formatos de lectura, genera interés en decenas de blogs –su soporte por excelencia– y publicaciones en todo el mundo –bien vale revisar, por ejemplo, el catálogo de Trama editorial–.
Se piensa, se propone, se experimenta. Y todo en un tiempo presente en el que casi nada parece haber cambiado realmente, del mismo modo que el cambio climático parece no existir más que en el cine de Hollywood –aun cuando cada año se supera algún récord de calor, frío, nevadas o sequías–. Pero los lectores digitales empiezan a ser usuales, quiebran librerías a diario en todo el mundo (el caso español, en el artículo “Game over” en antinomiaslibro.wordpress.com, un blog insoslayable a cargo del emblemático Manuel Gil), y el universo editorial se pregunta adónde va y cómo serán las reglas para esta pequeña y preciosa orbe en medio de una revolución que no se vio en 500 años, básicamente desde que se inventó el libro.
La nueva librería. Más allá de las licencias propias de conjeturar el futuro, existen señales, que pueden verse hoy en la Argentina y el mundo, que nos permiten proyectar el camino que tomarán nuestros hábitos. Podemos imaginar, por ejemplo, que lo primero que pretenderán varias de las librerías en el futuro es parecerse a las de siempre –cabe recordar que la implementación de los cambios tiende a ocupar cada vez menos espacio–. Podemos inferir que el lector entrará y verá los anaqueles con libros, y que probablemente las bibliotecas serán de madera –Eterna Cadencia, una de las librerías más completas y bellas de la Argentina, bien podría ambientar una película del 30 y apenas fue abierta hace unos años; permitirnos la contaminación visual seguramente nos lleve unas décadas–. Habrá para todos los gustos, claro, como hoy, pero es muy probable que haya mesas donde leer, comer o tomar algo, donde navegar en un dispositivo electrónico que muestre catálogos, géneros, fichas de autores, fragmentos, editoriales, y todo esto integrado a un código de usuario que podrá relacionar cada obra con música y películas, críticos de confianza, material extra, grupos de chat, entre más etcéteras de blogs, prensa y contenidos en general –todo esto, huelga decir, ya ocurre en las redes sociales–; nada muy lejano del dispositivo Nook de Barnes & Noble o de la página de Tematika.com, entre tantos.
La librería tenderá a ser un espacio donde hablar con un librero, con autores, incluso contratar servicios editoriales, asistir a seminarios, lo que se vaya presentando y construyendo entre el deseo y el fetichismo –¿ha pasado usted por Crack-Up, en Palermo?; allí puede tomar una copa de vino, escuchar charlas y dejarse aconsejar por un excelente librero–. Caso contrario, como menciona Joaquín Rodríguez –una de las voces más autorizadas en la materia a nivel mundial, autor del blog Los futuros del Libro y de El paradigma digital y sostenible del libro, entre otros títulos (ver apartado)–, lo mismo dará pedir por internet o comprar el libro en un mercado.
Tan adentrados en lo interdisciplinario, podemos imaginar que el concepto de obra –tanto como historia o como tema– volverá a tiempos en los que el mito trascendía el soporte, ya fuera música, recitado o puesta en escena. La oferta del arte, y por qué no pensar en cuadros en las paredes que ya no necesitarán abarrotarse de libros, incluirá merchandising temático –Strand, de Nueva York, entre las librerías más famosas del mundo, no dejó de lado sus interminables volúmenes, pero su puerta de salida ofrece desde remeras hasta bolsos, “chupitos” o golosinas– y hasta cabe pensar en etcéteras como la impresora 3D, un nuevo dispositivo casi inverosímil, de producción nacional, ya de uso corriente entre arquitectos y afines. Seguramente se busque escapar de los no lugares, construir identidades y otros elementos fidelizadores –concursos, blogs, presentaciones– y no será extraño que una librería con la Espresso Book Machine tenga su propio sello editorial y acuerdos con universidades y demás centros de estudio para imprimir contenidos especializados –cabe mencionar que las universidades son hoy largamente los clientes principales de la EBM; aquí, un mapa de la localización de cada máquina: http://ondemandbooks.com/ebm_locations.php–.

Con seguridad habrá librerías que vendan y hagan buen culto de los ejemplares que aún producimos a destajo, pero es necesario dejar en claro que el formato actual de novedad con impresión anticipada y venta incierta es insostenible, tanto como negocio como desde el punto de vista ecológico. No se trata de matar al libro, sino de pensar las nuevas vidas posibles, ver cómo dar espacio a la mayor cantidad histórica, sólo creciente, de títulos a disposición.
Los distintos formatos. Actualmente existen tres formatos de libro: tradicional, de impresión bajo demanda y digital –los audiolibros, muy populares en otras latitudes, podrían considerarse una cuarta opción–; más allá del cruce entre estas variantes y sus desarrollos propios, aún no parece haber otras necesidades.
El libro tradicional está en la librería de su barrio y todo indica que tenderá al objeto de culto o regalo y buscará formas de particularización, en impresiones muy reducidas, como un elemento decorativo, con características no seriables como firmas de autores, grabados, etcétera, y/o un tamaño que no podrá ser reproducido por la impresora local, tal el caso de libros para niños.
La impresión bajo demanda (en esta nota nos referimos a la que se realiza en el local, al público general) consiste en una máquina en algún lugar del salón, del tamaño de una fotocopiadora, junto a –aunque existe también la opción de que lo diseñe uno por internet, tal vez en la tablet mientras toma el café– una persona encargada de configurar el libro a imprimir (acerca de las opciones que presenta hoy una EBM, ver apartado entrevista a Jason Beatty). Con la excepción de aumentar las opciones y la velocidad de configuración e impresión, todavía parece que queda muy poco para mejorar. Los costos resultan aún una discusión bizantina, pero un libro sin derechos de autor cuesta más o menos lo mismo que su par editado, y no generó gasto previo alguno –como bien señala Juan Villoro en el recuadro “McNally Jackson y ‘El libro exprés’”–. La calidad del libro es ya muy buena; la distinción está en la oferta: los contenidos del mundo entero, desde diarios a novelas o lo que fuere, a disposición en minutos.
En relación con la versión digital, se desarrollan extras comentados, links de todo tipo, diccionarios, sonidos, y etcétera, cada cual con su propia creatividad. Tampoco olvidemos que, cuando lleguen las realidades virtuales, será un libro que nos lleve a su universo, y ya no será un libro.
El futuro de las editoriales. Acerca del fin de las partes “no escribientes” –los escritores cobrarán mayores regalías y estos cambios sólo redundan en beneficios para ellos–, se debate, comenta e imagina mucho; en este punto sí hay algo más de futurología: no tenemos bien claro de qué manera se comportarán los “espíritus animales”. Pero sí podemos señalar una cuestión fundamental: en la oferta infinita necesitaremos de alguien que nos diga qué elegir, los autores nuevos querrán distinguirse, que les “limpien” sus textos, que los recomienden, y ahí es cuando los editores y demás actores dedicados a poner su nombre detrás de una obra tendrán el poder de sugerir y hasta validar. En el inacabable panteísmo virtual, donde el anonimato tiene la opción de ser perpetuo para quien lo quiera, nos encontraremos con el imperio del nombre. De bautismo, colectivos o seudónimos, pero el poder de legitimación lo van a tener los nombres porque el valor lo tendrá su convocatoria. En una asociación simbiótica, la gente decidirá a quién erige y quién le da voz a su entidad. El infinito no termina siendo más un espacio a la espera de una medida que le otorgue realidad.
Libros y lectores. Los distintos formatos son algo más que opciones de lectura, son –aun con sus bemoles, y en ningún momento esto pretende ser taxativo– también parte de la construcción de una identidad como lector y consumidor de cultura en general, incluso cuando cada cual utilizará los distintos formatos según necesidades y posibilidades –los editores han encontrado en estos dispositivos la solución a la carga ingente de manuscritos–. Hay quien consume literatura con el único fin del entretenimiento, sin pretender emociones imprevistas ni trascender ese presente; es lógico que considere entonces que los libros ocupan un espacio desmedido y que para él los libros digitales resulten una solución perfecta. Para otros, cada vez que se mire el lomo de La muerte en Venecia se olerá otra vez la muerte, o al ver en fila libros de un mismo autor aparecerá el recuerdo de quién fue uno cuando los leyó en forma compulsiva, o cómo fue cambiando su percepción de Borges al ver el bloque de sus obras completas: esos libros queremos tenerlos, porque persisten, y nunca son iguales.

El futuro híbrido de la librería
Joaquín Rodríguez

Aunque Argentina es uno de los países iberoamericanos con índices de producción editorial y acceso al libro más prominentes, lo cierto es que su red de librerías sigue siendo proporcionalmente bajo con respecto al número de habitantes, y su concentración en los polos urbanos deja al resto del territorio en condiciones muy precarias de acceso a ese bien cultural. La revolución digital en el acceso a los contenidos a través de la web convertirá en superfluos o redundantes muchos de los canales de distribución y comercialización tradicionales, porque los libros son un tipo de bien, de mercancía, fácilmente virtualizable, y la experiencia de la búsqueda, la consulta y la compra no sufren menoscabo ninguno en la red, más bien al contrario. Ocurre, por tanto, que a una red de librerías débil y concentrada se superpone una revolución de desintermediación digital que amenaza con hacer superfluo su papel y su presencia.
Qué cabe hacer, entonces, ante la magnitud de un cambio en los modos de producción, de creación, circulación, distribución, uso y venta de los contenidos editoriales? Es necesario reconocer que las grandes librerías virtuales proporcionan una experiencia de búsqueda, encuentro y compra cómoda y ventajosa, más todavía cuando alguna de ellas proporciona dispositivos de lectura a precios asequibles a través de los que consumir los contenidos adquiridos en esas mismas plataformas (el Nook de Barnes & Noble). ¿Qué pueden o qué deben hacer los libreros ante la penetración creciente de grandes plataformas multinacionales con una masa crítica de contenidos incomparable? ¿No sería plausible pensar en una alianza global de los libreros y los editores para construir una plataforma única y global, iberoamericana, fundamentada sobre la existencia previa de sus respectivos catálogos nacionales y la estandarización de los registros de la producción editorial ISBN conectada con el catálogo español? La magnitud de la tarea es, claro, equiparable al tamaño de la amenaza. De llegar a existir una plataforma digital compartida de contenidos digitales, cabría pensar en un mapa de acceso y distribución a la oferta editorial sustancialmente distinto: sobre una red creciente que conectara progresivamente todo el territorio, podría accederse a todos los contenidos ofertados en la plataforma; en los puntos de venta tradicionales sobrevivientes cabría acceder a toda la oferta viva de los catálogos nacionales y servirlos título a título mediante una red bien dimensionada de impresión bajo demanda. Quizás el Cerlalc (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe) tenga algo que decir en todo esto: crear una plataforma iberoamericana única que beba de los catálogos nacionales, repositorios estandarizados y bien etiquetados, dotados de los metadatos y el fundamento semántico necesario para que su oferta sea visible y accesible, para que su impacto en la red pueda llegar a equipararse al de los grandes actores internacionales.

El futuro de las librerías es obligatoriamente híbrido, mixto, fruto de la suma de lo más propio y exclusivo de lo analógico y de lo más pujante y abarcador de lo digital.


La máquina de hacer libros
Beatty es vicepresidente de On Demand Books, empresa que fabrica y comercializa la Espresso Book Machine.



—¿Qué es la Espresso Book Machine?

—La EBM es la única máquina de impresión bajo demanda para venta al público. La particularidad es que nos permite ofrecer nuestro producto a librerías, bibliotecas y otros minoristas, quienes tienen con la EBM la oportunidad de acceder a más títulos sin la necesidad de inventario extra y, a la vez, de captar el creciente mercado de la autoedición.

—¿Cuántas están produciendo cada año?

—Nuestra producción viene creciendo en forma sostenida. En la actualidad, hay casi setenta EBM instaladas y hay varias instalaciones en camino. Además, anunciamos recientemente una asociación con Kodak y ReaderLink para llevar la EBM a nuevos comercios y ofrecer así a los consumidores un servicio completo de impresión digital.

—¿Cómo está la relación con el mundo de las editoriales, acuerdos, etcétera?

—Seguimos trabajando con los editores para tener su contenido disponible en la EBM. Recientemente hemos anunciado acuerdos con Harper Collins y Penguin Group, que se suman a otros grupos importantes.

—¿Cómo ve el futuro de la EBM con respecto a las librerías?

—Como una parte fundamental en el futuro de la librería. Las librerías no podrán ser capaces de competir con Amazon, pero sí de crear una experiencia local que no se pueda encontrar en internet. Al trabajar con la comunidad, seguirá siendo un lugar de encuentro. Tendremos mayor cantidad de autores, más independientes, que podrán publicar sus propios títulos, y las librerías se convertirán en el lugar perfecto para desarrollar este proceso.

—¿Cree que en el futuro todas las casas editoriales tendrán sus libros disponibles para la EBM u otra máquina de impresión?

—La EBM presenta un nuevo canal de ventas para editores y elimina devoluciones, gastos de envío, la cadena de distribución y los costos de inventario. Por lo tanto, creo que cada vez más editores verán el valor de la EBM y harán que su contenido esté disponible para dispositivos de este tipo.


El caso McNally Jackson y “El libro exprés”

J.G.S.

Es probable que esta ya emblemática librería de Nueva York resulte el mejor ejemplo de hacia dónde se dirige el espacio para comprar libros y cultura. Música, cine, una taza o una remera, tertulias variadísimas, club de lectura, una bien provista cafetería, y una Espresso Book Machine, que sirve, entre tantas otras cosas, como centro de impresión para un extraordinario proyecto editorial llamado Brutas Editoras (www.brutaseditoras.com), cuyos libros se diseñan y diagraman en Santiago de Chile y de ahí salen al mundo. Mucho de todo esto, gracias al empuje y la creatividad del librero uruguayo Javier Molea.



Entre su destacado catálogo aparece Destinos cruzados, de Matilde Sánchez y Juan Villoro, quien tras la presentación produjo un texto fundante en lo que a nuevas formas de vivir la edición se refiere, El libro exprés. En este breve pero insoslayable relato (que puede encontrarse en internet) da cuenta de la experiencia de ver cómo, tras agotarse los libros impresos, “gente se formó como si hiciera cola para comprar el pan. En cuatro minutos su ejemplar quedaba listo. Dos variantes de la cultura se mezclaron en la operación: el atavismo de ver cómo se produce un instantáneo producto artesanal y la modernidad de que eso sea un libro”. Y resume parte de la cuestión general en un párrafo: “En el sistema de publicación sobre pedido, el editor apenas hace gastos previos. No necesita comprar papel, ni contratar un almacén, ni colocar los volúmenes en una red de librerías. El libro se anuncia por internet y sólo se imprime cuando tiene comprador. La fórmula puede dar insólito impulso a la edición independiente y la autoedición, pero también a las editoriales establecidas, interesadas en repartir su catálogo entre obras impresas –que suponen un gasto fijo– y otras generadas de acuerdo a la demanda”.