lunes, 19 de julio de 2010

LA CIUDAD DE LAS COLUMNAS


ALEJO CARPENTIER, GUERRERO DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Carmen Perilli
La obra de Alejo Carpentier se asemeja a una catedral medieval de exquisita y elaborada factura. Se erige deslumbrante en medio de un sistema literario de dramática historia, riqueza de la pobreza de un continente que se desangra de lectores. Sus cartografías abarcan islas y mares, selvas y sabanas. La mirada del cubano, como la de su último y más entrañable personaje, el picaresco Cristóbal Colón, está marcada por el deslumbramiento de un sujeto entre mundos. La obsesión es cómo hacer novela en América Latina. La respuesta la encuentra en la historia y el mito..
Sus relatos mezclan, triturando, todo tipo de materiales; están llenos de sonidos: tambores y sinfonías, canciones y óperas. No sólo se trata de nombrar y apropiarse de la realidad sino de sacarle sonidos, colores, texturas y líneas al lenguaje. La literatura se yergue con orgullo de artificio. El Camino de Palabras entre Europa y América, el tránsito entre Allá y Acá resulta más confiable si se tiende, de modo paralelo, a la travesía de algún prestigioso explorador- un cronista del siglo XVI, un viajero del siglo XIX, etc. Las travesías construyen puentes inverosímiles, encuentran armonías caprichosas en el mestizaje cultural.
En Los Pasos Perdidos, el encuentro con el pasado implica el reconocimiento de la pertenencia al presente. El trayecto que lleva de la Ciudad del Gusano al Neolítico termina en el siglo XVI, en el claro de Santa Mónica de los Venados, la primera aldea. Las metáforas centrales están referidas a la relación entre escritura y conciencia americana
Los linajes de la cultura americana, se remontan a los discursos de los cronistas y viajeros, “ojos imperiales” que inventarían un continente. Puede decirse que Carpentier como Colón en El arpa y la sombra persigue “... un país nunca hallado que se te esfumaba como castillo de encantamientos cada vez que cantaste victoria, fuiste transeúnte de nebulosas, viendo cosas que no acababan de hacerse inteligibles, comparables, explicables, en lenguaje de Odisea o en lenguaje de Génesis.
Su escritura está llena de museos, archivos, colecciones, escenarios con los que rescata y ordena, otorgando nuevos sentidos. La semilla del arte está en la infancia del hombre y el mundo, pero su realización plena depende del retorno al presente, de la aceptación del mundo de la razón con la asunción de “la guerra del tiempo”. El narrador debe abandonar el paraíso, un decepcionante anacronismo, donde el arte no es tarea. “El pasado no es imaginable para quien ignore el ropero, decorado y utilería de la historia”nos dice uno de sus personajes. .. La escritura recupera esos paraísos infantiles, para encerrarlos en el papel y proyectarse hacia el futuro. La entrada a las "mansiones umbrosas" del Romanticismo es clausurada. Alonso Quijano recobra la lucidez, tomando distancia del mito. El deseo de identidad del escritor oscilará siempre entre Juan el Romero y Juan el Indiano, entre el Arpa y la Sombra en un Retablo de Maravillas cuyo resplandor está en las fulguraciones de la palabra.
Academias y congresos pregonan la defensa de la lengua, el mercado gobierna, en forma despótica, los destinos de la literatura mientras nuestros estados nacionales desertan en cultura y educación y gran parte de nuestros escritores reniegan del legado de Martí. La riqueza engañosa de las imágenes masivas acompaña la transformación de los libros en mercancías. Los lectores de este segundo milenio son sujetos dispersos, sacados de lugar, inmersos en el ruido y la prisa, cuando no en la miseria y el analfabetismo. Necesitamos desesperadamente volver sobre nuestros pasos, reconstruir ese claro del bosque, lugar de “silencio, espeso de tantos silencios donde la palabra recobre “ un fragor de creación”. Sólo así podremos lograr el estado de espíritu necesario para acceder a ese almácigo de posibilidades que ofrece la literatura latinoamericana. Si esto no sucede los estantes de esa biblioteca que tanto trabaja y amara Carpentier se tornarán cada vez más borrosos e inaccesibles. Y nuestra memoria literaria será derrotada por el olvido fatal.

La Gaceta Literaria
Carmen Perilli


Bibliografía
Carpentier, Alejo, Los pasos perdidos, Bs.As. : Andina, 1969.
Guerra del tiempo, Barcelona: Barral, 1970.
El arpa y la sombra, México: Siglo XXI, 1979
González Echeverría, Roberto, Mito y Archivo.Una teoría de la narrativa latinoamericana.
México: FCE, 2000

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