miércoles, 7 de julio de 2010

Cuentos de viejas por Carmen Perilli




Que llueva Que llueva la vieja
está en la cueva los pajaritos cantan
la vieja se levanta
que sí que no que se le moje hasta el colchón.
Ronda Infantil.


El Diccionario de la Real Academia Española otorga a vieja distintas acepciones. Se dice de la persona Deslucido, estropeado por el uso. de edad. /Antiguo o del tiempo pasado/ Que no es reciente ni nuevo/. En México coloq. Méx. Mujer en general, incluso joven. La vejez es el castigo que recibe el humano
En Suecia hay una calle llamada “ calle de las viejas”. El vocablo sueco käring significa vieja, se usa en el sentido despectivo de bruja, de arpía.Karinggatan, es la calle de las viejas en Ystad. Casi Todos los personajes de Heming Mankell que tienen ver con asesinatos son viejos. Bajo inofensivas superficies se esconden aguas tormentosas y los peores criminales.
En esas siestas tormentosas de verano cuando chicos, cantábamos “Que llueva que llueva la vieja está en la cueva”. Pero en el pueblo también teníamos nuestra propia vieja, nunca adivinaré por qué este personaje estigmatizado corría a los chicos que se burlaban de ella al mismo tiempo que le tenían miedo, la vieja Concha. Una y otra vez en el imaginario social la vejez es asociada a la maldad y la fealdad con más frecuencia que a la sabiduría y a la bondad. Tanto la cultura de masas como la cultura popular nos entrega imágenes de ancianas temibles o ridículas. No hay demasiadas hadas ancianas, salvo una que otra en los tiempos políticamente correctos de las películas de Hollywood. Pero el cine nos ha entregado imágenes horrorosas de la vejez femenina, por ejemplo ¿Qué le pasa a Baby Jane? Con esas dos maravillosas locas- Bette Davis y Joan Crawford, disputando la escena. Mamá cumple cien años de Carlos Saura. O más recientemente las viejas que protagoniza China Zorrilla en obras como Elsa y Fred.
De más está decir que en las mitologías las Parcas o las Gurnas tejen, inexorables, el destino de los hombres. En la literatura española la Celestina merece todos los escarnios. La abuelita de los cuentos, tiene siempre un lugar secundario, casi de adorno. Dentro de la literatura podemos encontrar ancianas sabias y fascinantes como la intrigante Miss Marple de la inglesa Ágata Christie, la viuda del último coronel de la Confederación que lo contó todo, fascinante figura de Virgil Gorgiu o las mitológicas matronas negras en el universo faulkneriano.
Los escritores latinoamericanos insisten toda una mitología de la vejez femenina. En Gabriel García Márquez hay una profusa galería de viejas invencibles: desde la mama grande que dominó con puño de hierro desde tiempos inmemoriales, la estólida mujer del coronel, la legendaria Úrsula que, después de sostener la estirpe acaba como muñeca de sus tataranietos hasta la Pilar Ternera, la enorme meretriz sentada en su hamaca, consciente de que el mundo daba vueltas sobre su eje hasta desgastarse. Fermina Daza después de años de matrimonio, encuentra los rescoldos de otro amor
No hay relato que ponga en escena mejor el juego entre erotismo y edad que Aura de Carlos Fuentes donde una anciana hechicera, desde su lecho de enferma, crea una doble bella y adolescente para apoderarse del apuesto historiador. José Donoso ha creado abuelas terribles en Este domingo y en Coronación. Pero nada semejante a la ronda shakesperiana de viejas sirvientas, que, en el asilo del centro de Santiago de Chile en el que han sido confinadas por las poderosas familias, danzan, como las brujas de MacBeth recitando los oscuros secretos de sus antiguos patrones, de modo esperpéntico. Como si fueran las encargadas de tapar el deterioro. Algunas de las mujeres de Mario Vargas Llosa como la señorita de Tacna permanecen jóvenes para siempre, otras como La Chunga, impertérrita continúan vendiendo a otras mujeres en la eternidad. En Argentina creo que es inolvidable la Nona de Roberto Cossa.
En La pesquisa, Juan José Saer afirma“ se vive mucho más tiempo si es parisino que si se es de cualquier otra ciudad y, si se es parisino, se vive mucho más tiempo si se es mujer que si se es hombre...y algo debe haber de cierto en todo esto, porque en París abundan las viejecitas nobles, burguesas, pequeño burguesas o proletarias, solteronas achicharrada o mujeres libres que envejecieron obstinándose en no perder su independencia orgullosa, viudedad de notarios o de médicos, de comerciantes o de conductores de subterráneos...la luz del día las ve reaparecer cada mañana, emperifolladas o casi en harapos, según su condición…La obstinación por durar, más misteriosa que el concurso de las circunstancia que puso al mundo en funcionamiento y mas tarde a ellas. Y también a nosotros- en el mundo, las va depositando en sus departamentos exigua... Y , sin embargo, si las noche las traga, con el día, como decía, reaparecen...vueltas ya casi, de materia que eran, símbolo, idea , metáfora o principio (12). Federico Jeanmarie crea una viejecita siniestra que encierra en una trampa a su asaltante en Más Liviano que el aire.
Pocos, como el poeta mexicano Jaime Sabines han sabido cantarle a estas viejas Frente a la grandilocuencia épica de los cantos a la muerte, el género elegíaco se dirige a una vida insignificante, desposeída de todo, la de la vieja tía Chofi Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta /con tus setenta años de virgen definitiva,/tendida sobre tu catre, estúpidamente muerta./Hiciste bien en morirte, tía Chofi,/porque no hacías nada, porque nadie te hacía caso,/porque desde que murió abuelita, a quien te consagraste,/ya no tenías nada qué hacer y a leguas se miraba/ que querías morirte y te aguantabas....Vas a ser olvidada de todoscomo los lirios del campo,/ como las estrellas solitarias” De golpe la figura de la tía Chofi adquiere la grandeza ante la muerte que revaloriza su vida.
La serie puede continuar pero estaría incompleta si no mencionara dos viejas que me impactaron. No pertenecen a la literatura latinoamericana pero tienen la sabiduría de la libertad. Una es Helen Niemand la indómitas protagonista de Camino a la Meca del escritor sudafricano Athol Fugard. La historia real de en la que se inspira es apasionante. Esa mujer nacida y criada en una pequeña comunidad blanca de Sudáfrica, en medio de un desierto, descubre que nunca ha amado al buen hombre con el que está casada, que abandona la iglesia protestante y pierde la fe. Con la viudez encuentra en la escultura su propia Meca. .La otra mucho más dura y al mismo tiempo más tierna es la escritora Elizabeth Costello, la rebelde vieja escritora de Coetzee de una lucidez tremenda dispuesta a esperar a las puertas de la muerte el destino que se le asigne.

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