viernes, 30 de octubre de 2009

La literatura como cámara




Toda biografía encierra secretas complicidades entre el escritor y personaje, un acto de memoria que anuda identidades y diferencia. Elena Poniatowska, a través del periodismo y la literatura, rescata el papel de mujeres como Frida Kahlo, Antonieta Rivas Mercado, Lupe Marín, Lola Álvarez Bravo.
Tinísima es la biografía de Tina Modotti, fotógrafa ítalo norteamericana; mujer y extranjera en un mundo nacionalista y viril, el del muralismo. Encarna a la contradictoria mujer moderna, artista y revolucionaria. Su cuerpo ha sido pintado, dibujado y escrito innumerables veces, en estudios, fotografías, pinturas, etc.
La historia de su vida está unida a la militancia anarquista del padre, al arte moderno y decadente del equívoco marido- “Los dibujos a línea de Robo tenían una modelo: Tina, su mujer, a quien puso una rosa en el sexo y pétalos giratorios en los pezones” ; al amor por el gran maestro norteamericano de la fotografía Edward Weston; a la figura oscura y enorme del muralista y militante comunista Xavier Guerrero- “Hacer el amor con Xavier era pasar de las caritas sonrientes de Veracruz a la gravedad de las cabezas olmecas... era ascender a una antigüedad portentosa, imponente, a la acción suspendida, a la esencia ajena”. Entre estas sombras masculinas que la atrapan está el luminoso líder cubano Julio Antonio Mella asesinado en sus brazos y el siniestro stalinista Vittorio Vidali-alias Comandante Carlos. El rumbo de su existencia parece determinado por sus amores. “Cada uno le había dado un sonido nuevo, un tiempo distinto, su espíritu, su estatura, cada uno había caminado sobre las olas hacia ella; ella, su cabeza sobre el pecho en turno”
El relato discurre entre la reconstrucción de notas periodísticas referidas al asesinato de Mella (1929) y a la muerte de Tina (1943). La muerte --la del otro y la propia-- dan origen y fin a la Historia que se trama sobre los espacios y diseña extrañas geografías. La permanente fuga de la identidad se refleja en los nombres que recibe el personaje: Assumpta, Tina, Tinísima, Rosa, María, Carmen, etc. La historia se inicia y concluye en México, superando la entrega al arte y la revolución por la pasión truncada en la historia de amor.
Curiosa identidad entre el cuerpo que nos interpela desde las fotos y el que está detrás de la cámara. Las fotografías de la propia Tina(15) contrastan con aquellas en la que actúa como modelo ( 25). Entre los artistas están Edward Weston, Manuel Álvarez Bravo, Robert Capra y Gerda Taro. También forma parte de los murales de Diego Rivera.La biografía inicia el diálogo cotejando la perspectiva la fotografía del rostro de Tina realizada por Weston con las flores de Modotti. Los retratos resaltan la intensa sexualidad y la vulnerabilidad. La interpretación de Poniatowska subraya la subjetividad de Modotti, su cuerpo femenino y expuesto.La escritora queda prendada de la cámara, como si no pudiera trabajar la lengua de Tina sin re-producirla en imágenes más ajenas que propias.
La fábula exhibe un diseño trágico y la condición circular del mito, uniendo a los amantes, de modo casi shakespeareano. Desde la muerte de Mella hacia atrás y hacia delante. Tina termina su largo y esforzado viaje en la misma mesa que trece años antes estuvo Julio Antonio donde su cuerpo desnudo recobra la belleza. La biografía tiene dos trayectos: el primero ascendente que la entroniza--presentándola como heroína y víctima-- y el segundo, descendente, que la destruye- mostrándola burócrata y verdugo. Hay cierta profusión de datos históricos con nombres como Eiseinstein, Maiakovski, Sandino. El fin de todo relato lo re-significa: la historia de amor se impone sobre todas las otras, inclusive sobre la historia de lucha.
Julio la nombra en el título íntimo y acariciador, Weston la muestra vuelta sobre sí misma. Sus ojos cerrados y sus manos enmarcando el rostro ponen el acento en el sentimiento y la subjetividad. El romántico retrato del fotógrafo se completa con la figura de Mella con la que comienza el primer capítulo. Tina “quisiera hundirse en su costado, ser con él un solo aroma nocturno” (10) La irrupción de Vittorio junto al cadáver tiende la narración hacia el futuro y remite a la escena de origen del libro- la entrevista de Poniatowska. Las fotografías de las azucenas y los cactus insisten en las flores como representaciones de mujeres lánguidas e indefensas o crueles y agresivas-- vinculadas a la subjetividad femenina.

La “feroz exhibición de la intimidad” (59) es el lugar desde el cual se producen las lecturas de la historia y la política mexicana. Esa fuerza sexual emerge como naturaleza de mujer que desordena el territorio cultural masculino. Estas representaciones responden a las narraciones patriarcales del eterno femenino. Como una “buena salvaje” “Tina no se daba cuenta que el paraíso era ese momentáneo asomo de gorila en sus axilas” (121).
La fábula dibuja una odisea cuya Itaca es México, lugar de la violencia y la pasión; el arte y la revolución pintados con tonos surrealistas. Bello y luminoso en los brazos de Xavier o de Julio; cálido e idílico en la arcádica existencia de las campesinas; fascinante en las pinturas de los muralistas o en las fotografías de Weston pero de amenazantes fauces xenófobas; siniestro como “un país de hombres” en el que “las balas se hacen fiesta.” (280) Tina queda atrapada en México; su vida sólo tiene un antes de recuerdos de mundos perdidos y un después agobiante. (10) Su plenitud está ligada a Mella y a la fotografía; también a la lucha por la causa política. (11)... Cuando su existencia pende solamente del Partido se pierde a sí misma.
Poniatowska busca iluminar su actividad como creadora, como sujeto detrás y delante de la cámara. Las fotografías que encabezan la mayor parte de los capítulos refieren a la autoexposición, una especie de biografía icónica. Durante la primera etapa, Tina es espectáculo, su cuerpo es pura mirada. Ojos que miran pero que, sobre todo, son mirados. “Quizá Tina se enamoraba de la forma en que la miraban porque esa mirada la conmovió” (126) El texto se construye con palabras e imágenes en estrecho diálogo. Al autorretrato de la tapa suceden una serie de cuatro fotografías y dos dibujos fotografiados:”Tina en la azotea“, cuerpo de mujer, puro objeto sin rostro; “Tina en Hollywood”, cuerpo enmascarado; “Tina Y Eduardo” falsa escena de familia con la imagen de Cristo. Los dos dibujos “Tentación y Tina Modotti” de Roubaix de L’Abrie Richey- la presentan como objeto de deseo mientras que “Tina modelo de Diego Rivera en la capilla de Chapingo” la convierte en símbolo de germinación y fertilidad.

Sujeto deseante y objeto deseado, su cuerpo insiste, casi de modo activo, en inscribirse en distintas superficies: “En el cuarto oscuro... Tina hacía aparecer dentro del líquido revelador una nueva imagen de sí misma, su cuerpo que siempre la acompañaba y le era desconocido” (140):“Estar desnuda era ser ella misma, sin disfraz, y mostrarse en su desnudez era presentarles a los demás el más hermoso vestido” (141). Puede apropiarse del cuerpo ajeno, atrapar a los otros: el mundo de los hombres y sus producciones y encontrarse con ese Otro que es el pueblo mexicano. Entre la intimidad de la belleza y la fuerza de la denuncia la Graflex reproduce la máquina de escribir de Julio; los enormes e idolatrados murales; a los campesinos leyendo El Machete; a las marías entregadas a la supervivencia. Mujer entre tiempos- como Quiela- atribuye sus limitaciones a su condición de mujer” Su falta de disciplina y capacidad creativa era un problema de vida. Pero aún, de índole femenina” (177) “Sigo pensando que es un trabajo para hombres...yo no soy lo suficientemente agresiva” (322).
La expulsión de México marca el cambio, el paso hacia una paulatina destrucción. Abandona sus deseos--como mujer y como artista-- se mata a sí misma, transformándose en mero instrumento.” ¿Qué es lo que va a morir, si en los últimos años, su ”yo” no tiene vida, si al “yo” Tina lo ha matado, si en los últimos años se ha convertido en pura sumisión, vehículo de otros? Esta con la que ahora lucha no es sino la oquedad; soy un agujero, a través de mí pasan las corrientes, los pescados entran por mi sexo y salen por mi boca, miren”(301) “Tina quería cachetearse, otra vez su miserable “yo”. Hacía tiempo que creía haberlo erradicado; no hay “yo”, se repite, sólo”nosotros”, la causa por encima de los propios deseos.” (403) . Entonces acepta su derrota como fotógrafa.
Poniatowska adhiere al proyecto estético y político de la Modotti: la necesidad de un arte militante; la humanización del artista ante los desposeídos, la pasión por el pueblo mexicano; la importancia del carácter documental. Se plantea la gran problemática de la vanguardia: la conciliación del arte y la vida: “Tina registró en su Korona las texturas, el aplanado de los muros, la arquería fugitiva del convento de Tepoztlan, y por un impulso que obedeció a ciegas comenzó a buscar el rostro de la gente. ¿Podría arrancarles la máscara? (171) Queda exhausta de tanto poner el sentimiento: “¿Podía ella gastar placas en una escalera de Tepoztlán si las calles reventaban de miseria?” (230) “Su preocupación más profunda era vivir el arte sin dejarse desgastar por la vida, que también gasta a los hombres.”( 171) “Tina se ha propuesto alejarse del esteticismo, del arte por el arte, pero desea a la vez elevar la realidad a la altura del arte”(252) .
La escritura también procede como cámara cinematográfica para testimoniar. En la primera parte la biografía se enriquece con la polivalencia de representaciones, se arma en imágenes enfrentadas que yerguen una heroína rica y contradictoria. La Tina, apasionada por los hombres o por la fotografía, deseante y deseada se transforma en un ser distante y plano, se distancia de la autora que la emplea para denunciar el engranaje del que forma parte, que no registra su reencuentro con la fotografía.
Tina es la otra y es la misma que le permite poner en escena su propio proyecto político y estético, exhibir sus ondulaciones, las que van de las azucenas a los cactus. Entender la tragedia de la mujer en tránsito hacia sí misma como sujeto del arte y la política en la modernidad. “En su forma de trabajar había poesía; Tina sentía como si estuviera a la búsqueda de la esencia de la vida, su propia esencia” (78). En la crónica Poniatowska también encontró certezas. Aunque los materiales sean distintos: la imagen y la letra. Ambas reescriben la historia, una como fotógrafa del muralismo recoge las imágenes de los muros, la otra como cronista de Jaramillo y de Marcos plasma las voces de los otros.. .
fragmento de "Catálogo de ángeles mexicanos: Elena Poniatowska" de Carmen Perilli (Rosario: Beatriz Viterbo, 2006)

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