viernes, 30 de octubre de 2009

La caja de música del mundo: la literatura de Héctor Tizón

La caja de música del mundo: La narrativa de Héctor Tizón

Héctor Tizón funda una cartografía de la memoria en la frontera, en la que reverbera el “texto silencioso” de los pueblos. Confiesa que su conflicto inicial fue la “confrontación entre el habla entrañable de los que criaban y la lengua de la escuela, o sea, la lengua de los libros “(Tierras de Frontera). El narrador actúa como el artesano, conjuga alma, ojo y mano. Es cronista que registra palabras, sonidos, colores y paisajes. - “A medida que envejezco creo más en el don de la palabra, en las palabras que narran, puesto que si las palabras no sirven para narrar se prostituyen sin haber conocido el amor y mueren”. ( TF). Las palabras cambian, se tiñen de tonalidades “ son como los colores, sirven para que una cosa viva y valga diferente que ora, incluso que otra igual o parecida:¿Alguna vez han pensado cómo sería el mundo si los colores no existieran? Pero las palabras son aún más poderosas que los colores “ ( El hombre que llegó a un pueblo). El título de uno de sus cuentos es metáfora de toda su escritura: El mundo, esa vieja caja de música que tiene que cantar.
El lugar es siempre realidad vivida, imaginada. Una frontera no es lo que detiene sino aquello desde lo cual algo a hacerse presente. El límite puede estar poblado de significación, ser un horizonte que nos define. Uno de sus personajes afirma: “Todos de alguna manera estamos aquí construyendo un puente. Somos esas personas. Pero también somos otras personas, puesto que toda personalidad es una gran farsa y un montaje ( La mujer de Strasser)
Tizón se define a los escritores de provincias: “Dicho de una vez, esto es lo que somos los escritores que hemos decidido emboscarnos en el desierto del interior: narradores furtivos, francotiradores, aguafiestas desconfiables y sospechosos, perturbadores de la larga y embotante siesta que intelectualmente nos asfixia; apenas tolerados a regañadientes en la medida en que el país del centro nos otorga el halo equívoco de una suerte de consagración nominal” (TF).
Su arte cconjuga regionalismo y vanguardia, ausculta la historia en los sueños de una tierra donde “el cielo está más cerca que en ninguna otra parte y es azul y vacío. No llueve, pero cuando el cielo ruge su voz es aterradora, implacable, colérica. Sobre esta tierra, en donde es penoso respirar, la gente depende de muchos dioses..." (Fuego en Casabindo). Hombres y Hechos tienden a borrarse de libros y memorias. Entonces quedan “unos cantares y muchos muertos,” (FC; 14). Y ahí anda el narrador en busca de papeles escondidos, de restos de escrituras, de historias que cambian de boca en boca para no perderse, de libros escondidos por marqueses, de jirones de sonidos.. Ya que “en estas tierras las palabras sólo sirven para cantar y sólo se canta lo que está perdido” (HP) . Sus héroes buscan, como el coplero Belindo, la copla extraviada: “ ¿Cuál fue el verso de la copla perdido y recuperado al morir?¿Ese verso era una clave remota, un remedio secreto contra el olvido? Algunos dicen que es mismo que los brujos usaron como conjuro y que sólo sirve en el último instante.” ( La casa y el viento). Afirma que necesitamos “una literaturas de palabras, pero también de danzas y de cantos, de música, que son los medios de expresión predilectos del hombre andino (TF)
El autor pone en diálogo el mundo oral y la tradición literaria. Quiere reconstruir el tejido cultural desgarrado ya que, por estas regiones, “únicamente hay viejos que parecen saber de la historia del mundo sólo un fragmento, aunque aparentemente no sea el mismo..”.(CV). El narrador desconfía de su oficio “Sé que lo que de noche escribo en estos cuadernos no es la verdad. O, la menos, no es toda la verdad, sino retazos, trozos de la vida aparente, de mi vida y la de otros, que de pronto vuelve a narrarse, ¿Pero acaso la historia no es eso? (CV). No debemos olvidar “que hay un mundo poblado de cosas, de colores y de sonidos, y que el silencio es también como un sonido ( TF)
Su literatura juega con la casa y el viento, dos de las imágenes omnipresentes en la literatura de quien piensa que - “La historia de un hombre es un largo rodeo alrededor de su casa. Pero mi casa, junto a las vías, es también sonar de trenes raudos, resoplantes trenes a través de la noche, como una parábola. La memoria convertida en palabras, porque es en las palabras donde nuestro pasado perdura, y en las imágenes (¿no son las palabras sólo imágenes?) (CV). Tizón nos demuestra que la búsqueda de la belleza puede no ser infructuosa: “la belleza del mundo en un día como hoy, por ejemplo, es un milagro; la belleza siempre es un milagro. Todo estaba en silencio, pero no un silencio simplemente de ausencia de sonidos, sino algo infinitamente más real que los sonidos. Hay un silencio en la belleza del mundo que es como inaudito y extraño, que nos hace olvidar la suerte y la desdicha y el destino personal” (La belleza del mundo)
Bibliografía
Héctor Tizón, Fuego en Casabindo, Bs.As. :Puntosur, 1987
La casa y el viento Bs.As.:Legasa, 1984
hombre que llegó a un pueblo, Bs.As.: Alfaguara, 198
Tierras de Frontera Bs.As. : Alfaguara, 2005
La mujer de Strasser, Bs. As.: Perfil, 1997
La belleza del mundo Bs.As. : Alfaguara, 2004
Publicado en La Gaceta Literaria, Diario La Gaceta de Tucumán, 2008

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