martes, 14 de mayo de 2013

A un año de la muerte de Carlos Fuentes

LA GACETA Literaria


Domingo, 20 de Mayo de 2012

Guía para recorrer la obra de Fuentes- Carmen Perilli

Los libros respiran de modo diferente, pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad

Dos libros

La lectura es un viaje fascinante por territorios de papel. El azar quiso que mi decepcionada lectura de La gran novela latinoamericana apareciera el domingo anterior de la muerte del escritor (LA GACETA Literaria, 13 de mayo). El adiós obliga a un primer balance de la escritura de uno de los más grandes novelistas del siglo XX latinoamericano. La vastedad de su producción puede aturdir al lector. Atraviesan sus textos dos grandes temas: la palabra y el poder, donde está cifrada nuestra historia. El novelista mexicano fue un hacedor de ficciones y un intelectual que propuso teorías acerca de la heterogénea identidad mexicana y latinoamericana.



En los años 60, la aparición de La muerte de Artemio Cruz me produjo un impacto muy distinto al de Cien años de Soledadcon su olor a guayaba. Sin embargo podía recitar de memoria el monólogo final del personaje. Fuentes era uno de sus blancos caballeros que, a juicio de una generación, reunían el compromiso con la revolución y la aventura de la literatura. Como otros llamaba a sacudir los absolutos y proclamar a la literatura "territorio libre de América", abrazando las utopías. Muchos años después, cuando escribí mi libro sobre Fuentes y Borges, el encantamiento fue distinto y me encontré con un autor que se proponía como mediado y que en el V Centenario se transformó en el interlocutor con España. Sus cartografías literarias adquirieron otro sentido, con una idea del tiempo cualificado por el espacio, impregnada de esencias que buscan suturar las heterogeneidades que amenazan el sueño de la Patria Grande de raigambre hispánica, imaginada como mestiza.



Fuentes organizó sus relatos y sus dramas bajo el ambicioso título de La edad del tiempo. Construyó un extenso mural que recuerda las pinturas de Diego Rivera, donde se condensa un enorme archivo cultural. El espejo enterrado llamó Fuentes a un programa que luego se transformó en libro. La cultura aparece como un espejo que prolonga el Mediterráneo en el Caribe. La literatura puede ser uno de esos suntuosos trajes indígenas con miles de cristales. El escritor es el memorioso que retrata un mundo complejo en el que el espacio se dice en múltiples tiempos. Un ensayo imprescindible, De Quetzalcóatl a Pepsicóatl, denuncia el deterioro histórico que puede ser el pasaje de las ruinas indígenas a la basura posmoderna.



Itinerario de lectura

Los libros respiran de modo diferente pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad. La primera gran novela moderna mexicana es La región más transparente, donde volviendo paródicamente sobre la frase de Humboldt, retrata a la ciudad mexicana de medio siglo, polucionada y tensa, llena de secretos. El escritor volverá sobre ese tema en un libro del 2000, Cristóbal Nonato, una ficción futurista, donde codifica un México desgarrado en el que la "suave patria" exige una nueva fundación.



Entre las novelas más logradas está La muerte de Artemio Cruz, una cruda reflexión sobre los tiempos post-revolucionarios en la que el caudillo mexicano se transforma en el poderoso hombre de negocios que asume la misma pose del amo colonial y se vende al imperio del Norte. En la escritura de Fuentes la frontera entre el Norte y el Sur se hace carne viva, sangrante, es el presente y el pasado beligerante, son "los mojados" que cruzan a buscar trabajo, es Texas arrebatada: "Queremos entrar a contar la historia de la frontera de cristal antes de que sea demasiado tarde, hablen todos" nos dice el personaje de La frontera de cristal. En ese sentido, la figura casi quijotesca del escritor norteamericano Ambrose Bierce cruzando el Río Grande, buscando la muerte en el país azteca, desdobla la del general Tomás Arroyo. Uno está de vuelta de la escritura y lleva como única compañía El Quijote; el otro abraza con desesperación los papeles que le certifican la posesión de la tierra. Los dos morirán, el mensaje de ellos estará en manos de una mujer, una extranjera, Harriet Winslow.



Una de las novelas más bellas y sugestivas es Aura, relato de un encuentro alucinante entre Felipe Montero, un joven historiador, con una hechicera que no es sino la reencarnación de la trágica emperatriz Carlota que espera al esposo fusilado.



El ciclo más ambicioso está constituido por Terra Nostra, donde reúne su lectura de la Conquista, dividida en tres partes: el mundo indígena, el mundo español y el mundo mestizo. En ese texto, la figura que atraviesa todos los tiempos es Celestina. La pintura del personaje subvierte el texto de Fernando de Rojas ya que a través de su lengua y de su cuerpo la mujer alumbra el futuro. En el texto expone su tesis sobre la conquista como derrota del proyecto moderno ahogado por lógicas absolutas. En las obras de teatro y en El naranjo vuelve sobre estas preocupaciones. En las Ceremonias del alba la Malinche alumbra al primer mexicano y permite una continuidad: "Entre las dos orillas del poder, un puente: la lengua, Marina, que con las palabras convierte la historia de ambos poderes en destino… Lo más fácil entre nosotros, será morir; un poco menos fácil, soñar; difícil, rebelarse: dificilísimo, amar".



Muchas de las novelas aparecen ahogadas por el ensayo y paralizadas por la alegoría, es el caso de Cambio de piel, La voluntad y la fortuna, El sillón del Águila, Instinto de Inéz yTodas las familias felices. El barroquismo y la alegoría las torna artificiosas y, aunque no carecen de momentos logrados, las tesis paralizan los mundos narrativos.



Recuperar la memoria

Para Carlos Fuentes, El Quijote era la gran aventura de la libertad del mundo moderno. Su propuesta sin embargo debe mucho a la Comedia Humana, de Balzac. Consideraba urgente a la literatura, apostaba por la educación. Intentó dar cuenta de un siglo complejo y violento, el siglo XX y la transición hacia el XXI. Le tocó asistir a la euforia nacionalista mexicana, al reinado eterno del PRI y a su derrumbe, en un México devorado por los cárteles. Fue el protagonista de un momento central de la novela latinoamericana: el de la internacionalización.



Dice el poeta José Emilio Pacheco que "la palabra deseo está desnuda. / Pero cuando avanzamos para tocarla / ella nos da la espalda y se pierde en la sombra". En Carlos Fuentes ese deseo es ansia por catalogar nuestra cultura. Coincido con Michel de Certeau que los lectores "son viajeros: circulan sobre las tierras del prójimo, nómadas que cazan furtivamente a través de los campos que no han escrito". El legado de Carlos Fuentes es un apasionante territorio a explorar. Como Sor Juana, Bernal Díaz, José Emilio Pacheco su vida ha sido "un solo y vasto intento de recuperar la memoria recuperando la palabra".



© LA GACETA Carmen Perilli - Doctora En Letras,Profesora Titular de Literatura Latinoamericana (UNT). Autora del libro Países de la memoria y del deseo. Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes(2004).



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