lunes, 2 de noviembre de 2009

"El Piano Mudo " de Zuhair Jury

Hace unos diez días Tucumán apareció empapelado por afiches que se congratulaban del reconocimiento nacional de la película El piano mudo. La historia de las manos que rompieron el poder, realizada por Jorge Zuhair Jury , basada en la vida de Miguel Ángel Estrella, el célebre pianista fundador de Música Esperanza. Me apresuré a verla antes de que desaparecieran como suelen hacerlos muchas de estas obras. Me interesaba la historia del pianista, encarcelado y torturado durante la dictadura en una cárcel uruguaya. Salí con una enorme decepción, recordando muchos de los comentarios de Jorge Carnevale sobre la cinematografía argentina. Desde la primera escena el espectador se sumerge en una especie de estampita con colores primarios. El diálogo entre el pianista y el militante peronista con los campesinos resulta acartonado, a pesar de que la imagen del piano itinerante en los valles resulta poderosa, así como la apuesta ética y estética de entreverar música clásica y popular. Pero el texto presenta un pueblo” sin voz”, ingenuo, con personajes sin matices, casi infantiles. No hay mirada crítica sobre los 70 que son, sobre todo, peronistas. Los contextos están ausentes, no hay exteriores urbanos. Sólo la manifestación peronista que, desde la sala de piano, la maestra indica al músico como el fundamento genuino del arte. No entendemos cómo Estrella llega al Uruguay donde es detenido por el ejército. El contrapunto entre el encierro y los recuerdos podría haber sido efectivo si Jury no se obstinara en presentar el mundo en términos de buenos y malos en un mundo plano sin contradicciones. La biografía es una iconografía con una pastoral familiar con madre campesina y padre socialista (que poco tiene que ver con Omar Estrella librero y comunista). En la cárcel el encuentro con el trotskista deriva en arenga peronista de Estrella. Las escenas europeas, filmadas en uno de los teatros locales o en casas tradicionales revelan una total falta de recursos. La mayoría de los actores incurren en sobreactuaciones. Por supuesto que la historia conmueve, ya que apela a las experiencias de la dictadura y uno no puede menos que identificarse con el pianista con el teclado roto y las manos golpeadas. La aparición final de Miguel Ángel Estrella marca un enorme contraste con la falta de naturalidad de la mayoría de los personajes. Falta un buen guión y sobran tesis. Para terminar, casi irónicamente, entre los agradecimientos figura el Ministro de Cultura de la Provincia, Mauricio Guzmán, funcionario de Antonio Domingo Bussi. Obras así lejos de restituir la densidad a través del arte se convierten caen en la trampa de las simplificaciones de una realidad histórica que merece ser leída en toda su complejidad.

Carmen Perilli
carmenperilliI@yahoo.com.ar
Publicado en el Correo de Lectores. Revista Ñ, 31 de octubre de 2009

1 comentario:

  1. Interesante su lectura, aunque aún no vi la película me da mucha curiosidad, no sólo la historia que se cuenta sino el repertorio de las actuaciones que pueden verse también.

    Isabel

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