domingo, 14 de abril de 2013

Leonardo Padura Fuentes y la batalla interminable


Recientemente galardonado con la Orden de las Artes y las Letras de Francia y con el Premio Nacional, es uno de los escritores cubanos más destacados. Incorpora en sus ficciones la historia oculta de la literatura de su país, encerrada en misteriosas bibliotecas en un mundo donde escritura y política confrontan



Por Carmen Perilli - Para LA GACETA - Tucumán



La narrativa cubana se asoma al siglo XXI plena de fábulas acerca de los conceptos de patria y nación. Nos encontramos con una verdadera batalla por la memoria y la tierra. Rafael Rojas propone leer la segunda mitad del siglo XX a partir del concepto de guerra civil. El gobierno socialista instituido en los 60 construye la nación alrededor del relato revolucionario que se reformula varias veces y excluye tradiciones anteriores.



Múltiples versiones inscriben la particular experiencia histórica cubana a partir de géneros como confesiones, memorias, relaciones. En ellos se repite la leyenda nacional en la sangre, el duelo, la melancolía, se insiste en definir el lugar del escritor desde el enfrentamiento entre historia y poesía. A través del uso, en muchos casos monumental, del género biográfico, los narradores se fabulan a sí mismos como protagonistas y testigos; como héroes y víctimas. En estas batallas de las memorias realidad y ficción se confunden. "En la pasada década el lugar de enunciación de la literatura cubana, sufrió la mayor diseminación de su historia. Entre la isla y la diáspora se extiende un vasto territorio cultural en el que se producen textos muy diversamente relacionados con la nación" (Rojas).



Leonardo Padura Fuentes, que acaba de recibir el Premio Nacional, vive en Cuba y su literatura ha logrado un enorme reconocimiento. Sus novelas usan el género policial confrontando la estereotipada tradición cubana. Ha creado un detective, Mario Conde, su un policía escritor, sumido en el fracaso y la desilusión. Es el protagonista de la apasionante serie Las Cuatro Estaciones, donde crímenes oscuros y ambiguos coexisten con recuerdos melancólicos de un pasado, que se puede datar en los 70. La violencia de la naturaleza devastadora es menos intensa que el huracán de la historia. La amistad masculina se torna sostén de un mundo en el que acecha la traición. El discurso novelesco situado en los 90 rechaza la idea de la historia como totalidad y los personajes vuelven constantemente sobre sus pasos perdidos en medio de las ruinas de la ciudad.



Vidas en la isla



Tres novelas de Padura van detrás de la biografìa: La novela de mi vida, Adiós Hemingway y El hombre que amaba a los perros, dedicadas al poeta José María Heredia y al narrador y periodista Ernest Hemingway y a León Trotsky y su asesino, vinculados a la historia de la isla. Creo que en el conjunto destaca La novela de mi vida (2002), donde Padura juega con tres historias que le permiten señalar similitudes entre el presente y el pasado. En el presente el ficticio crítico y poeta, Fernando Terry, vuelve a La Habana después de dos décadas de exilio e intenta reencontrarse con su vida anterior. El pretexto es la recuperación de extraviados papeles de Heredia, destinados a un hijo ilegítimo. El libro ha sido depositado en manos de las logias masónicas en 1921 por José de Jesús Heredia, a quien tampoco "le producía ninguna turbación su empeño en corregir la historia de su propio padre". Las memorias de Heredia, el escritor nacional, inventor de la cubana, que acuñó las imágenes de la bandera, se cimentó sobre una constelación que se reitera en la historia de la isla: destierro, melancolía y duelo. La poesía de Heredia erige, desde la distancia, la tierra inalcanzable y añorada, una geografía más soñada que vivida, siente "el olor perdido de La Habana… con la intensidad dolorosa de la novela que ha sido mi vida, donde todo ocurrió en dosis exageradas". Fabula una patria desde el destierro y con el destierro, teñida por el duelo y la melancolía escindida entre el sueño y la realidad.



Leonardo Padura incorpora en sus ficciones la historia oculta de la literatura cubana, encerrada en misteriosas bibliotecas en un mundo donde escritura y política confrontan: "Porque lo que tiene jodida a la literatura cubana es el delirio de la política". José María Heredia transforma al exilio en marca de la literatura, asediada por las ruinas de la historia. En el presente su biógrafo consigue la oportunidad que se le negó, la reconciliación. En el horizonte del cambio de siglo, Cuba se enfrenta al desafío de reconstituirse después de las enormes disgregaciones sufridas durante el periodo posrevolucionario, atravesado por afueras y adentros diversos. Leonardo Padura Fuentes ocupa un lugar central.



© LA GACETA Carmen Perilli - Investigadora del Conicet y profesora de Literatura latinoamericana de la UNT. Bibliografía: Padura Fuentes, Leonardo, La novela de mi vida, Barcelona: Tusquets, 2002.



Rojas, Rafael, Tumbas sin sosiego. Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano, Barcelona: Anagrama: 2006

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