domingo, 31 de julio de 2011

Una lectura del kichnerismo por Carmen Perilli

KIRCHNERISMO: UNA CONTROVERSIA CULTURAL
HORACIO GONZÁLEZ
(Colihue - Buenos Aires)
La Gaceta Literaria 31 de julio 2011
En todos los modos del ensayo, la figura del autor subsiste en la exposición de un proceso de pensamiento que puede adquirir un carácter profético. Las lecturas del "kirchnerismo" están determinadas por los lugares de enunciación. Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, uno de los ensayistas argentinos actuales más creativos, se coloca en la posición de defensor. Se trata de uno de los participantes más destacados de Carta Abierta, espacio del "progresismo", que propone una lectura cultural y política. El denso libro Kirchnerismo: una controversia cultural intenta explicar el fenómeno histórico diferenciándolo del peronismo donde se origina. Reconoce su matriz más en las acciones que en los escasos textos de Néstor Kirchner. Este gesto lo aleja del peronismo producto del decidor Juan Domingo Perón.
Horacio González expone metódicamente una historia, a veces con un lenguaje hermético que apela demasiado a los neologismos, una explicación que parte de la biografía de Kirchner: sus orígenes inmigrantes, su condición pionera, su militancia universitaria, su "exilio" patagónico y su llegada al poder. Justifica todos sus emprendimientos, incluido la acumulación de capital, en la necesidad de sustentar un proyecto político. Para el político patagónico el patriotismo es "efusión explicitada". El texto debate con las versiones, como la de Luis Majul, que han colmado los medios.
González emplea instrumentos de la fenomenología; parte de la descripción de actos y modos, de fotografías y gestos. Por ejemplo adjudica una gran importancia a la participación secundaria de Kirchner en la película La Patagonia rebelde, de Olivera, sobre la historia de Bayer, o el acto en el que un militante interpela a Cristina sobre Perón. Su discurso es inteligente y atrapa, aunque el lector reconoce fuertes apuestas al mito. Se afilia a una larga tradición de la cultura nacional popular: el cine de Leonardo Favio, las estampas de Daniel Santoro y el pensamiento de Arturo Jauretche. Curiosamente no menciona a Leopoldo Marechal. Pone en escena debates como los de Altamira y Galasso. Al referirse a la recepción del kirchnerismo, ensalza el papel de Nicolás Casullo al que reconoce como fundador de Carta Abierta. Recorre el pensamiento de figuras opuestas como Beatriz Sarlo y Horacio Verbitsky. Se permite criticar a José Pablo Feinmann y a Martín Caparrós. Considera a Ricardo Forster una figura de efecto renovador. Resulta un tanto evidente la necesidad de otorgar una genealogía a la intelectualidad kirchnerista, en especial en Contorno. No está justificada la inclusión de David Viñas y la de León Rozichner es lastimosa. González teje una suerte de "familia" con fieles y réprobos, en la que reconoce padres y hermanos.

El militante camporista
Los hilos secretos que unen las distintas posiciones y que van definiendo una trama no evitan vicios "posmodernos" que, en algunos casos, crean vacíos.
El kirchnerismo está unido a la historia de su fundador, en un hacerse que hilvana sujeto y nación. Néstor Kirchner fue un militante camporista que aceptó el mandato de Perón y volvió por la plaza del 25 de mayo de 1973, poseído "por el daimon de la memoria y de la justicia". Quiso alejarse del peronismo, "una selva de símbolos", y, aunque después intentó adaptarse, no lo hizo totalmente. Kirchner era el "solicitante descolocado" que supo hablarle a los ríos profundos de la historia nacional.
El texto se deshilacha hacia el final en la polémica con Vargas Llosa pero, sobre todo, en la figura de Cristina Fernández. Una de las virtudes del ensayo de Horacio González es el carácter inacabado de sus reflexiones que, no eluden la pasión del militante
© LA GACETA

Carmen Perilli

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