jueves, 28 de octubre de 2010

Vargas Llosa gana el Premio Nobel

10-2010 La Gaceta, Tucumán Información general
El combate entre ética y estética

Desde el comienzo de su trayectoria literaria asumió el lugar activo del intelectual y sus intervenciones en debates fueron siempre polémicas, debido, en parte, a sus cambiantes posiciones ideológicas. De la adhesión al socialismo a la lógica del mercado. Narrador brillante, no abandonó su frenética búsqueda de representar la realidad latinoamericana. Carmen Perilli - Doctora en Letras - Profesora de Literatura Latinoamericana en la UNT - investigadora del Conicet.


El sorpresivo anuncio del Premio Nobel ha llenado las páginas de la red de comentarios desatando un verdadero combate virtual. Es innegable, a pesar de que Roberto Bolaño lo acusa de "dinosaurio", que Mario Vargas Llosa es uno de los escritores más importantes de la literatura latinoamericana. Casi como ningún otro su figura prolonga los debates acerca de la relación entre ética y estética. Desde el comienzo de su trayectoria literaria el novelista asume el lugar activo del intelectual. Sus intervenciones en los debates culturales son constantes y polémicas, debido, en parte, a sus cambiantes posiciones ideológicas. Vargas Llosa se debate en el alineamiento a intereses totalmente opuestos. Se inicia como uno de los jóvenes modernizadores militantes de movimientos sociales opositores a los regímenes dictatoriales peruanos hasta convertirse en escritor estrella de la exclusiva comunidad del mercado cultural global.

Dos grandes ciclos
Siempre me fascinó su escritura, produciéndome reacciones ambivalentes que no distaban demasiado de la dificultad de leer a Borges en los 70. Sin embargo nunca pude desconocer la fuerza de atracción y el placer de su literatura.

Se puede distinguir dos grandes ciclos, enlazados por una etapa de transición. El primero se caracteriza por la fervorosa adhesión al modelo socialista, acompañado de una visión moral de la corrupción política. La transición, situada entre 1971 y 1974, coincide con el distanciamiento del escritor de la particular experiencia política del Perú, el alejamiento y la ruptura con la Unión Soviética y Cuba. Cambia su concepción social y su proyecto estético.

En los 90 Mario Vargas Llosa gira, junto con autores como Octavio Paz, hacia el proyecto neoliberal. La crítica Jean Franco señala que en él la lógica de la "libertad" definida en las trincheras de la guerra fría se volvió indistinguible de la lógica del mercado (80).

Es cierto que se trata de uno de los escritores donde la relación entre ideología y texto es muy fuerte. Su obra está surcada por sus contradicciones al mismo tiempo que por su enorme capacidad de trabajar con la lengua. Ha incursionado en casi todos los géneros, excepto la poesía. En el primer período podemos incluir obras como "La ciudad y los perros", "Los cachorros", "Conversación en la Catedral" y "La casa verde", signadas por su adhesión a las ideas de izquierda, su concepción de que "la literatura es fuego", al mismo tiempo que por la búsqueda experimental de modelos y la necesidad de representar las voces alternativas. En la segunda época, impregnada por el liberalismo, las novelas pregonan el individualismo y la autonomía y exploran los modelos de la literatura masiva, en especial el folletín y la ficción policial. Se pueden señalar ciertas obras que actúan como bisagra: "La orgía perpetua" -el ensayo sobre Madame Bovary- y "Pantaleón y las visitadoras" -la hilarante parodia del mundo militar-. Vargas Llosa no abandona su frenética búsqueda de representar la realidad latinoamericana. Escribe obras tan disímiles como la monumental "El hablador", "Guerra del fin del mundo" y "La tía Julia y el escribidor".

Desigual y admirable
Su producción se torna desigual, exigida quizá por la industria editorial. Pero no podemos dejar de admirar la fuerza de exploraciones del erotismo como "Los cuadernos de Don Rigoberto" y el placer de novelas como "Travesuras de la niña mala". Es el primero en tematizar la violencia política peruana en "Historia de Mayta" y expone su interpretación del conflicto étnico político en "Lituma en los Andes".

Aunque algunos críticos insistan en llamarlo "escritor mundial", su literatura no permite olvidar el territorio y la lengua de la que surge. Nadie más que él puede intentar escribir la historia de Flora Tristán en "El paraíso en la otra esquina" y fabular la dictadura de Trujillo en "La fiesta del chivo". Una obra que responde al mandato balzaciano aunque adhiera a la idea de autonomía del arte de Flaubert.

Ni partidarios ni detractores deben olvidar que ante todo se trata de un escritor. El Premio Nobel es sólo eso, un Premio. Es difícil escoger un escritor dentro de ese universo que es la literatura. Es innegable que el reconocimiento a la literatura hispanoamericana en la figura de uno de sus grandes novelistas es absolutamente merecido.

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