El lenguaje otro, el mismo
Domingo 19 de Mayo de 2013 0 1
* La poesía es otro lenguaje dentro del mismo lenguaje.
* La poesía es el lenguaje mismo. O, como dijo alguien muy sabio, el mismo lenguaje es poesía.
* La poesía es un lenguaje otro, aunque no otro lenguaje.
* Hölderlin lo sabía. Y también Paul Celan. Pero no sólo ellos.
* Cualquier niño lo sabe. Cualquiera es el lenguaje.
* No hablamos otra lengua. La lengua es quien nos habla. La lengua habla por nos. En nos.
* Por lo menos, tanto como la hablamos.
* La poesía es el niño del lenguaje. Y también su madurez. (Pero no uno u otro.)
* Y hasta su sinrazón. Su loca salud.
* Surgimos desde una antigua oralidad: la bárbaramente bella y primitiva de los padres fundadores, de los originarios primitivos. El lenguaje nos crea.
* Hombres de palabra articulada, definió Homero a sus griegos. Hombres de palabra, se llamaron a sí mismos nuestros antepasados, nuestros campesinos, nuestros paisanos. Gente de pocas palabras, más bien parcos, pero que cuando hablaban lo hacían justamente por eso en un marco de silencio, que valorizaba su decir, irradiante por escaso, sin verborragia y sin grandilocuencia.
* ¿Y nos veremos sucumbir ahora junto con los cada vez más escasos jirones de una oralidad diezmada, asolada por la tecnocracia? ¿El lenguaje nos fue?
* Colonizados por el ruido, universal y ubicuo, ¿qué gran poesía podría llegar a haber, si no hay Silencio?
* El paladar es nuestro órgano. Allí la voz nos hace. La voz nos iza.
* La única voz. La voz de todo. La lengua única y múltiple, de cada uno y general, íntima y pública.
* Considero un honor haber sido capaz de advertir, hace no poco tiempo, que fue uno de los más discretos y exigentes poetas argentinos, Carlos Mastronardi, quien supo percibir con nitidez esta sincera, humildísima pero ineludible verdad: "Todo es traducible, excepto el lenguaje."
* Me ratifico entonces en lo que yo mismo había supuesto con anterioridad. Cuanto más fácilmente traducible a otra lengua distinta resulta un poema, ¿no estará demostrando palmariamente con ello una mayor carencia en relación con su propio lenguaje?
* No usamos el lenguaje. Somos lenguaje.
© LA GACETA
Rodolfo Alonso - Poeta, traductor y ensayista.
martes, 28 de mayo de 2013
martes, 14 de mayo de 2013
A un año de la muerte de Carlos Fuentes
LA GACETA Literaria
Domingo, 20 de Mayo de 2012
Guía para recorrer la obra de Fuentes- Carmen Perilli
Los libros respiran de modo diferente, pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad
Dos libros
La lectura es un viaje fascinante por territorios de papel. El azar quiso que mi decepcionada lectura de La gran novela latinoamericana apareciera el domingo anterior de la muerte del escritor (LA GACETA Literaria, 13 de mayo). El adiós obliga a un primer balance de la escritura de uno de los más grandes novelistas del siglo XX latinoamericano. La vastedad de su producción puede aturdir al lector. Atraviesan sus textos dos grandes temas: la palabra y el poder, donde está cifrada nuestra historia. El novelista mexicano fue un hacedor de ficciones y un intelectual que propuso teorías acerca de la heterogénea identidad mexicana y latinoamericana.
En los años 60, la aparición de La muerte de Artemio Cruz me produjo un impacto muy distinto al de Cien años de Soledadcon su olor a guayaba. Sin embargo podía recitar de memoria el monólogo final del personaje. Fuentes era uno de sus blancos caballeros que, a juicio de una generación, reunían el compromiso con la revolución y la aventura de la literatura. Como otros llamaba a sacudir los absolutos y proclamar a la literatura "territorio libre de América", abrazando las utopías. Muchos años después, cuando escribí mi libro sobre Fuentes y Borges, el encantamiento fue distinto y me encontré con un autor que se proponía como mediado y que en el V Centenario se transformó en el interlocutor con España. Sus cartografías literarias adquirieron otro sentido, con una idea del tiempo cualificado por el espacio, impregnada de esencias que buscan suturar las heterogeneidades que amenazan el sueño de la Patria Grande de raigambre hispánica, imaginada como mestiza.
Fuentes organizó sus relatos y sus dramas bajo el ambicioso título de La edad del tiempo. Construyó un extenso mural que recuerda las pinturas de Diego Rivera, donde se condensa un enorme archivo cultural. El espejo enterrado llamó Fuentes a un programa que luego se transformó en libro. La cultura aparece como un espejo que prolonga el Mediterráneo en el Caribe. La literatura puede ser uno de esos suntuosos trajes indígenas con miles de cristales. El escritor es el memorioso que retrata un mundo complejo en el que el espacio se dice en múltiples tiempos. Un ensayo imprescindible, De Quetzalcóatl a Pepsicóatl, denuncia el deterioro histórico que puede ser el pasaje de las ruinas indígenas a la basura posmoderna.
Itinerario de lectura
Los libros respiran de modo diferente pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad. La primera gran novela moderna mexicana es La región más transparente, donde volviendo paródicamente sobre la frase de Humboldt, retrata a la ciudad mexicana de medio siglo, polucionada y tensa, llena de secretos. El escritor volverá sobre ese tema en un libro del 2000, Cristóbal Nonato, una ficción futurista, donde codifica un México desgarrado en el que la "suave patria" exige una nueva fundación.
Entre las novelas más logradas está La muerte de Artemio Cruz, una cruda reflexión sobre los tiempos post-revolucionarios en la que el caudillo mexicano se transforma en el poderoso hombre de negocios que asume la misma pose del amo colonial y se vende al imperio del Norte. En la escritura de Fuentes la frontera entre el Norte y el Sur se hace carne viva, sangrante, es el presente y el pasado beligerante, son "los mojados" que cruzan a buscar trabajo, es Texas arrebatada: "Queremos entrar a contar la historia de la frontera de cristal antes de que sea demasiado tarde, hablen todos" nos dice el personaje de La frontera de cristal. En ese sentido, la figura casi quijotesca del escritor norteamericano Ambrose Bierce cruzando el Río Grande, buscando la muerte en el país azteca, desdobla la del general Tomás Arroyo. Uno está de vuelta de la escritura y lleva como única compañía El Quijote; el otro abraza con desesperación los papeles que le certifican la posesión de la tierra. Los dos morirán, el mensaje de ellos estará en manos de una mujer, una extranjera, Harriet Winslow.
Una de las novelas más bellas y sugestivas es Aura, relato de un encuentro alucinante entre Felipe Montero, un joven historiador, con una hechicera que no es sino la reencarnación de la trágica emperatriz Carlota que espera al esposo fusilado.
El ciclo más ambicioso está constituido por Terra Nostra, donde reúne su lectura de la Conquista, dividida en tres partes: el mundo indígena, el mundo español y el mundo mestizo. En ese texto, la figura que atraviesa todos los tiempos es Celestina. La pintura del personaje subvierte el texto de Fernando de Rojas ya que a través de su lengua y de su cuerpo la mujer alumbra el futuro. En el texto expone su tesis sobre la conquista como derrota del proyecto moderno ahogado por lógicas absolutas. En las obras de teatro y en El naranjo vuelve sobre estas preocupaciones. En las Ceremonias del alba la Malinche alumbra al primer mexicano y permite una continuidad: "Entre las dos orillas del poder, un puente: la lengua, Marina, que con las palabras convierte la historia de ambos poderes en destino… Lo más fácil entre nosotros, será morir; un poco menos fácil, soñar; difícil, rebelarse: dificilísimo, amar".
Muchas de las novelas aparecen ahogadas por el ensayo y paralizadas por la alegoría, es el caso de Cambio de piel, La voluntad y la fortuna, El sillón del Águila, Instinto de Inéz yTodas las familias felices. El barroquismo y la alegoría las torna artificiosas y, aunque no carecen de momentos logrados, las tesis paralizan los mundos narrativos.
Recuperar la memoria
Para Carlos Fuentes, El Quijote era la gran aventura de la libertad del mundo moderno. Su propuesta sin embargo debe mucho a la Comedia Humana, de Balzac. Consideraba urgente a la literatura, apostaba por la educación. Intentó dar cuenta de un siglo complejo y violento, el siglo XX y la transición hacia el XXI. Le tocó asistir a la euforia nacionalista mexicana, al reinado eterno del PRI y a su derrumbe, en un México devorado por los cárteles. Fue el protagonista de un momento central de la novela latinoamericana: el de la internacionalización.
Dice el poeta José Emilio Pacheco que "la palabra deseo está desnuda. / Pero cuando avanzamos para tocarla / ella nos da la espalda y se pierde en la sombra". En Carlos Fuentes ese deseo es ansia por catalogar nuestra cultura. Coincido con Michel de Certeau que los lectores "son viajeros: circulan sobre las tierras del prójimo, nómadas que cazan furtivamente a través de los campos que no han escrito". El legado de Carlos Fuentes es un apasionante territorio a explorar. Como Sor Juana, Bernal Díaz, José Emilio Pacheco su vida ha sido "un solo y vasto intento de recuperar la memoria recuperando la palabra".
© LA GACETA Carmen Perilli - Doctora En Letras,Profesora Titular de Literatura Latinoamericana (UNT). Autora del libro Países de la memoria y del deseo. Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes(2004).
Domingo, 20 de Mayo de 2012
Guía para recorrer la obra de Fuentes- Carmen Perilli
Los libros respiran de modo diferente, pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad
Dos libros
La lectura es un viaje fascinante por territorios de papel. El azar quiso que mi decepcionada lectura de La gran novela latinoamericana apareciera el domingo anterior de la muerte del escritor (LA GACETA Literaria, 13 de mayo). El adiós obliga a un primer balance de la escritura de uno de los más grandes novelistas del siglo XX latinoamericano. La vastedad de su producción puede aturdir al lector. Atraviesan sus textos dos grandes temas: la palabra y el poder, donde está cifrada nuestra historia. El novelista mexicano fue un hacedor de ficciones y un intelectual que propuso teorías acerca de la heterogénea identidad mexicana y latinoamericana.
En los años 60, la aparición de La muerte de Artemio Cruz me produjo un impacto muy distinto al de Cien años de Soledadcon su olor a guayaba. Sin embargo podía recitar de memoria el monólogo final del personaje. Fuentes era uno de sus blancos caballeros que, a juicio de una generación, reunían el compromiso con la revolución y la aventura de la literatura. Como otros llamaba a sacudir los absolutos y proclamar a la literatura "territorio libre de América", abrazando las utopías. Muchos años después, cuando escribí mi libro sobre Fuentes y Borges, el encantamiento fue distinto y me encontré con un autor que se proponía como mediado y que en el V Centenario se transformó en el interlocutor con España. Sus cartografías literarias adquirieron otro sentido, con una idea del tiempo cualificado por el espacio, impregnada de esencias que buscan suturar las heterogeneidades que amenazan el sueño de la Patria Grande de raigambre hispánica, imaginada como mestiza.
Fuentes organizó sus relatos y sus dramas bajo el ambicioso título de La edad del tiempo. Construyó un extenso mural que recuerda las pinturas de Diego Rivera, donde se condensa un enorme archivo cultural. El espejo enterrado llamó Fuentes a un programa que luego se transformó en libro. La cultura aparece como un espejo que prolonga el Mediterráneo en el Caribe. La literatura puede ser uno de esos suntuosos trajes indígenas con miles de cristales. El escritor es el memorioso que retrata un mundo complejo en el que el espacio se dice en múltiples tiempos. Un ensayo imprescindible, De Quetzalcóatl a Pepsicóatl, denuncia el deterioro histórico que puede ser el pasaje de las ruinas indígenas a la basura posmoderna.
Itinerario de lectura
Los libros respiran de modo diferente pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados, donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad. La primera gran novela moderna mexicana es La región más transparente, donde volviendo paródicamente sobre la frase de Humboldt, retrata a la ciudad mexicana de medio siglo, polucionada y tensa, llena de secretos. El escritor volverá sobre ese tema en un libro del 2000, Cristóbal Nonato, una ficción futurista, donde codifica un México desgarrado en el que la "suave patria" exige una nueva fundación.
Entre las novelas más logradas está La muerte de Artemio Cruz, una cruda reflexión sobre los tiempos post-revolucionarios en la que el caudillo mexicano se transforma en el poderoso hombre de negocios que asume la misma pose del amo colonial y se vende al imperio del Norte. En la escritura de Fuentes la frontera entre el Norte y el Sur se hace carne viva, sangrante, es el presente y el pasado beligerante, son "los mojados" que cruzan a buscar trabajo, es Texas arrebatada: "Queremos entrar a contar la historia de la frontera de cristal antes de que sea demasiado tarde, hablen todos" nos dice el personaje de La frontera de cristal. En ese sentido, la figura casi quijotesca del escritor norteamericano Ambrose Bierce cruzando el Río Grande, buscando la muerte en el país azteca, desdobla la del general Tomás Arroyo. Uno está de vuelta de la escritura y lleva como única compañía El Quijote; el otro abraza con desesperación los papeles que le certifican la posesión de la tierra. Los dos morirán, el mensaje de ellos estará en manos de una mujer, una extranjera, Harriet Winslow.
Una de las novelas más bellas y sugestivas es Aura, relato de un encuentro alucinante entre Felipe Montero, un joven historiador, con una hechicera que no es sino la reencarnación de la trágica emperatriz Carlota que espera al esposo fusilado.
El ciclo más ambicioso está constituido por Terra Nostra, donde reúne su lectura de la Conquista, dividida en tres partes: el mundo indígena, el mundo español y el mundo mestizo. En ese texto, la figura que atraviesa todos los tiempos es Celestina. La pintura del personaje subvierte el texto de Fernando de Rojas ya que a través de su lengua y de su cuerpo la mujer alumbra el futuro. En el texto expone su tesis sobre la conquista como derrota del proyecto moderno ahogado por lógicas absolutas. En las obras de teatro y en El naranjo vuelve sobre estas preocupaciones. En las Ceremonias del alba la Malinche alumbra al primer mexicano y permite una continuidad: "Entre las dos orillas del poder, un puente: la lengua, Marina, que con las palabras convierte la historia de ambos poderes en destino… Lo más fácil entre nosotros, será morir; un poco menos fácil, soñar; difícil, rebelarse: dificilísimo, amar".
Muchas de las novelas aparecen ahogadas por el ensayo y paralizadas por la alegoría, es el caso de Cambio de piel, La voluntad y la fortuna, El sillón del Águila, Instinto de Inéz yTodas las familias felices. El barroquismo y la alegoría las torna artificiosas y, aunque no carecen de momentos logrados, las tesis paralizan los mundos narrativos.
Recuperar la memoria
Para Carlos Fuentes, El Quijote era la gran aventura de la libertad del mundo moderno. Su propuesta sin embargo debe mucho a la Comedia Humana, de Balzac. Consideraba urgente a la literatura, apostaba por la educación. Intentó dar cuenta de un siglo complejo y violento, el siglo XX y la transición hacia el XXI. Le tocó asistir a la euforia nacionalista mexicana, al reinado eterno del PRI y a su derrumbe, en un México devorado por los cárteles. Fue el protagonista de un momento central de la novela latinoamericana: el de la internacionalización.
Dice el poeta José Emilio Pacheco que "la palabra deseo está desnuda. / Pero cuando avanzamos para tocarla / ella nos da la espalda y se pierde en la sombra". En Carlos Fuentes ese deseo es ansia por catalogar nuestra cultura. Coincido con Michel de Certeau que los lectores "son viajeros: circulan sobre las tierras del prójimo, nómadas que cazan furtivamente a través de los campos que no han escrito". El legado de Carlos Fuentes es un apasionante territorio a explorar. Como Sor Juana, Bernal Díaz, José Emilio Pacheco su vida ha sido "un solo y vasto intento de recuperar la memoria recuperando la palabra".
© LA GACETA Carmen Perilli - Doctora En Letras,Profesora Titular de Literatura Latinoamericana (UNT). Autora del libro Países de la memoria y del deseo. Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes(2004).
jueves, 9 de mayo de 2013
Territorios de la memoria y el olvido. Carmen Perilli
istoria y Literatura en América Latina
Carmen Perilli
La Gaceta Literaria en La Gaceta de Tucumán
Los comienzos del siglo XXI enfrentan nociones tradicionales de historia y literatura, así como concepciones de ficción y realidad. La Historia se reescribe en la literatura en nuevos recorridos que problematizan las representaciones culturales, poniendo en evidencia su carácter retórico. La ficción trabaja con la teoría- teoría de la literatura y teoría de la historia-; se transforma en sociología y/o antropología de imaginarios, rompe con la linealidad histórica y abre espacios a la voz y la imagen. A la historia disciplinaria se agregan otras fuentes: la historia oral y la crónica, ligadas a la inmediatez del acontecimiento. La institución literaria se estremece, las fronteras se corren y aparecen nuevos horizontes de lecturas y escrituras. El escritor puede trabajar con y contra los materiales del “escribidor” o refugiarse en “las fulguraciones” de una letra transformada en cuerpo. “Narrar no consiste en copiar lo real sino en inventarlo, en construir imágenes históricamente verosímiles de ese material privado de signo que, gracias a su transformación por medio de la construcción narrativa, podrá al fin, incorporado en una coherencia nueva, significar” . La cercanía de la fábula literaria a la fábula histórica arroja al lector en el debate de la verdad y sus escrituras. Augusto Roa Bastos en el prólogo a La vigilia del almirante señala: "Este es un relato de ficción impura o mixta, oscilante entre la realidad de la fábula y la fábula de la historia. Su visión y cosmovisión son las de un mestizo de "dos mundos", de dos historias que se contradicen y se niegan. Es por tanto una obra heterodoxa, ahistórica, acaso anti-histórica, anti-maniquea, lejos de la parodia y del pastiche, del anatema y de la hagiografía" . Los narradores buscan los relatos con los que se imaginan las sociedades; critican despiadadamente las identidades nacionales . La literatura apela al arte de lo mínimo al que Tununa Mercado define como ”capacidad de llevar el discurso elocuente de la pareja, del juego, del transcurso (que es infinitud ) de conducir toda una dialéctica y con toda la ambición que esto implica, a una simple cuenta de hilos. El prodigio: hacer (decir) lo más con lo menos” . Las tensiones entre utopía, epopeya y mito cambian; la alegoría que desplaza a la metáfora; los fragmentos a las totalizaciones; tenues líneas se tienden entre lo real y lo irreal. Las profundas modificaciones sufridas por la literatura y la historia dejan atrás clasificaciones como las de “novela histórica”; la representación se viste de distintos disfraces genéricos- la crónica, la poesía, el teatro. La parodia del relato heroico cede a la historia de la vida cotidiana.Margo Glantz escribe sobre La amoroso inclinaciòn a enredarse en los cabellos . José Donoso en Casa de campo alegoriza la historia contemporánea de Chile a través de una historia de familia. Carlos Fuentes en Terra Nostra enfrenta una imposibilidad: la de la historia en un tiempo sometido a la eternidad. Las historias de mujeres,rescatada tonos “menores” polemiza desde una palabra política que afecta el mundo privado así como las fábulas de género. Ángeles Mastretta, Alicia Yañez Cossío, Ángela Abreu y Elena Poniatowska emplean fórmulas, discursos; canciones o recetas de cocina y reclaman el poder de interpretar usando saberes otros. Los textos plasman antropologías de lo cercano y de lo lejano que escudriña otros tiempos y otros espacios como Homero Aridjis, Carmen Boullosa¸ María Negroni y Ángela Abreu y auscultan la trama de nuestras sociedades como Ana María del Río y Tomás Eloy Martínez. Sergio Ramírez usa un caso policial para dar cuenta de la modernidad centroamericana; Fernando Vallejo un prontuario para adentrarse en el Medellín actual; Héctor Aguilar Camín el relato periodístico insistiendo en las tensiones entre poder y discursos. Su personaje Sala, el director, le dice a Vigil historiador/periodista/novelista:- como el mismo autor. “El periodismo no es más que la historia instantánea del pasado que pasa, Carlos. No me diga que un historiador puede renunciar a ese espectáculo” . La literatura abandona la función documental a la producción testimonial y reivindica la libertad de cartografiar imaginarios, deteniéndose en los castillos de la palabra. Porque, como dice Jerónimo de Aguilar personaje del soldado Bernal y del escritor Fuentes en América hay “un perpetuo reinicio de historias perpetuamente inacabadas, pero sólo a condición de que las presida, como en el cuento maya de los Dioses de los Cielos y de la Tierra, la palabra”
Adriana Varejão, Contingente, 2000 Cortesía de Victoria Miro Gallery, Londres
Carmen Perilli
La Gaceta Literaria en La Gaceta de Tucumán
Los comienzos del siglo XXI enfrentan nociones tradicionales de historia y literatura, así como concepciones de ficción y realidad. La Historia se reescribe en la literatura en nuevos recorridos que problematizan las representaciones culturales, poniendo en evidencia su carácter retórico. La ficción trabaja con la teoría- teoría de la literatura y teoría de la historia-; se transforma en sociología y/o antropología de imaginarios, rompe con la linealidad histórica y abre espacios a la voz y la imagen. A la historia disciplinaria se agregan otras fuentes: la historia oral y la crónica, ligadas a la inmediatez del acontecimiento. La institución literaria se estremece, las fronteras se corren y aparecen nuevos horizontes de lecturas y escrituras. El escritor puede trabajar con y contra los materiales del “escribidor” o refugiarse en “las fulguraciones” de una letra transformada en cuerpo. “Narrar no consiste en copiar lo real sino en inventarlo, en construir imágenes históricamente verosímiles de ese material privado de signo que, gracias a su transformación por medio de la construcción narrativa, podrá al fin, incorporado en una coherencia nueva, significar” . La cercanía de la fábula literaria a la fábula histórica arroja al lector en el debate de la verdad y sus escrituras. Augusto Roa Bastos en el prólogo a La vigilia del almirante señala: "Este es un relato de ficción impura o mixta, oscilante entre la realidad de la fábula y la fábula de la historia. Su visión y cosmovisión son las de un mestizo de "dos mundos", de dos historias que se contradicen y se niegan. Es por tanto una obra heterodoxa, ahistórica, acaso anti-histórica, anti-maniquea, lejos de la parodia y del pastiche, del anatema y de la hagiografía" . Los narradores buscan los relatos con los que se imaginan las sociedades; critican despiadadamente las identidades nacionales . La literatura apela al arte de lo mínimo al que Tununa Mercado define como ”capacidad de llevar el discurso elocuente de la pareja, del juego, del transcurso (que es infinitud ) de conducir toda una dialéctica y con toda la ambición que esto implica, a una simple cuenta de hilos. El prodigio: hacer (decir) lo más con lo menos” . Las tensiones entre utopía, epopeya y mito cambian; la alegoría que desplaza a la metáfora; los fragmentos a las totalizaciones; tenues líneas se tienden entre lo real y lo irreal. Las profundas modificaciones sufridas por la literatura y la historia dejan atrás clasificaciones como las de “novela histórica”; la representación se viste de distintos disfraces genéricos- la crónica, la poesía, el teatro. La parodia del relato heroico cede a la historia de la vida cotidiana.Margo Glantz escribe sobre La amoroso inclinaciòn a enredarse en los cabellos . José Donoso en Casa de campo alegoriza la historia contemporánea de Chile a través de una historia de familia. Carlos Fuentes en Terra Nostra enfrenta una imposibilidad: la de la historia en un tiempo sometido a la eternidad. Las historias de mujeres,rescatada tonos “menores” polemiza desde una palabra política que afecta el mundo privado así como las fábulas de género. Ángeles Mastretta, Alicia Yañez Cossío, Ángela Abreu y Elena Poniatowska emplean fórmulas, discursos; canciones o recetas de cocina y reclaman el poder de interpretar usando saberes otros. Los textos plasman antropologías de lo cercano y de lo lejano que escudriña otros tiempos y otros espacios como Homero Aridjis, Carmen Boullosa¸ María Negroni y Ángela Abreu y auscultan la trama de nuestras sociedades como Ana María del Río y Tomás Eloy Martínez. Sergio Ramírez usa un caso policial para dar cuenta de la modernidad centroamericana; Fernando Vallejo un prontuario para adentrarse en el Medellín actual; Héctor Aguilar Camín el relato periodístico insistiendo en las tensiones entre poder y discursos. Su personaje Sala, el director, le dice a Vigil historiador/periodista/novelista:- como el mismo autor. “El periodismo no es más que la historia instantánea del pasado que pasa, Carlos. No me diga que un historiador puede renunciar a ese espectáculo” . La literatura abandona la función documental a la producción testimonial y reivindica la libertad de cartografiar imaginarios, deteniéndose en los castillos de la palabra. Porque, como dice Jerónimo de Aguilar personaje del soldado Bernal y del escritor Fuentes en América hay “un perpetuo reinicio de historias perpetuamente inacabadas, pero sólo a condición de que las presida, como en el cuento maya de los Dioses de los Cielos y de la Tierra, la palabra”
Adriana Varejão, Contingente, 2000 Cortesía de Victoria Miro Gallery, Londres
martes, 7 de mayo de 2013
45 años jugando a la rayuela. Carmen Perilli
Hace cuarenta años que salió esta novela hechicera e incómoda. Iba a recibir el nombre de mandala, que, según la cita de Eliade que registra el Cuaderno de Bitácora: “Es a la vez imago mundi y panteón. Al entrar en él, el noneo se acerca en cierto modo al “Centro del Mundo”; en el corazón del mandala le es posible operar la ruptura de los niveles y acceder a un modo de ser trascendental”. El nombre definitivo conserva ese sentido y remite al juego infantil y a la cultura popular argentina.
Rayuela es un laberinto mágico que nos invita a perdernos y a encontrarnos, armando puentes entre el lado de acá y el lado de allá; la escritura y la lectura; la tierra y el cielo. Un libro concebido como un espacio que se multiplica en muchos libros; que invita al lector a formar parte del acto poético, a construir su propia travesía. El narrador afirma categóricamente "Por lo que a mí respecta, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer sentir que el verdadero y único personaje que me interesa es el lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo". La novela no permite la indiferencia ni la inmovilidad. Desde el primer instante incluye a los lectores dentro de la ficción. De acuerdo a sus postulados se trata de "Hacer del lector un cómplice, un camarada de camino. Simultanearlo, puesto que la lectura abolirá el tiempo del lector y lo trasladará al del autor. Así podrá llegar a ser copartícipe y copaciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y en la misma forma".
Gran parte de la conmoción que produjo y produce Rayuela se debe a la constante lúdica, a su condición de escritura producida en el juego como rito de pasaje que ofrece la posibilidad de acceder a un mundo diferente, con sus propias reglas, alejado de los tediosos territorios de lo cotidiano, de "la Gran Costumbre”.
“¿Encontraría a la Maga? “ Es la frase inicial que dibuja el gesto que surca el libro: la búsqueda. La Maga es La Mujer o la Literatura, figura mitológica, enigmática e inalcanzable. Horacio Olivera, el torturado y diletante intelectual, repite a otros personajes de la obra de Julio Cortázar como Johnny el saxofonista de “El perseguidor”. Desarraigados y partidos, viven en combate con el mundo que les rodea, se enfrentan con la pesadilla de la realidad e intentan encontrar los agujeros que le permitan escapar de ese mundo gris y repetitivo. Héroes fallidos de la modernidad, no cumplieron con sus mandatos y deambulan solitarios y desesperados.
El escritor sella un pacto de complicidad con sus lectores, especialmente con aquellos jóvenes que, en poco tiempo, echaron a andar por las calles a La Maga y a Olivera, recitando de memoria el famoso capítulo 7 o hablando en gíglico, milagroso efecto de una escritura hermética que pone en juego todo el horizonte cultural europeo de la época, al mismo tiempo que los relatos que circularán en nuestra cultura nacional.
Rayuela postula una curiosa relación entre ficción y teoría; narrativa, poema y ensayo; creación y crítica. A pesar de su voluminosa presencia ataca la idea de totalidad y de representatividad ya que apuesta a la condición fragmentaria de lo real y al fracaso de toda búsqueda de absoluto. La pregunta por el sentido de la literatura y el lenguaje se convierte en mecanismo de la narración. El libro se mira en el acto de hacerse, de modo narcisista; la literatura juzga su propia posibilidad. La irrupción de vastas zonas ensayísticas amenaza con quebrar el ritmo de la ficción.
La anécdota se centra en la historia de Olivera y la Maga en París y en la de sus dobles Traveler y Talita en Buenos Aires disolviéndose en conversaciones. Los climas pueden ser asfixiantes y hasta siniestros como en el capítulo de la muerte del Bebé Rocamadour.
La obra es un rompecabezas, un modelo para armar, collage de textos propios y ajenos, montados irónicamente, cuya significación depende del choque que se produce entre ellos. Davi Arrigucci habla de una poética de la destrucción, una contranarrativa que, como el escorpión, se muerde la cola casi hasta su aniquilación. La palabra se destruye y se renueva con neologismos que arman nuevas lenguas
La parodia y la ironía son los recursos fundamentales de una escritura que duda sobre la posibilidad misma de la literatura, que se sostiene en la incertidumbre de la pregunta “. ¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra..... Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo, inventar una purificación purificándose; tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos de nylon”
Cortázar propone la aceptación de una permanente dualidad, en la que se vislumbra un nuevo orden. Un mundo otro en el que las cosas sean y no sean al mismo tiempo, en el que la maravilla quede a la vuelta a la esquina como en los cenáculos surrealistas. Se trata de encontrar la salida al agotado racionalismo occidental.
En el espacio de la literatura se debaten las posibles salidas a un mundo absurdo. La nostalgia del paraíso está simbolizada por el cielo de la rayuela -“¿Qué es en el fondo esa historia de encontrar un reino milenario, un edén, un otro mundo? Todo lo que se escribe en estos tiempos y que vale la pena leer está orientado hacia la nostalgia. Complejo de la Arcadia, retorno al gran útero, back to Adam, le bon sauvage (y van...) Paraíso perdido, perdido por buscarte, yo, sin luz para siempre”. El centro puede esta en París o Buenos Aires. Los dos pueden ser el paraíso y el infierno a la vez, unidos por un hilo tenue o por puentes precarios. Siempre podemos perdernos en la lucidez o en la locura- "Sólo en sueños, en la poesía, en el juego - encender una vela, andar con ella por el corredor- nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos" Al poeta le queda un único camino: la magia de las palabras.
El jazz como leitmotiv nos ayuda a dar cuenta de la estructura novelesca. Oliveira monologa sobre el carácter primitivo y universal de una música que alude y soslaya y hasta anticipa un mundo donde reina la indeterminación, la improvisación y ambigüedad. La narración sigue ese ritmo, el hilo central se pierde una y otra vez, dando lugar a las improvisaciones. El autor, eximio ejecutante, introduce movimientos inesperados, variaciones deslumbrantes.
Julio Cortázar desafía a los lectores a renunciar a toda propuesta estética convencional, ataca los dogmatismos. Por un lado logra que el mundo entre en el libro pero, por el otro hace de este el mundo. En 1963 declara “¡Cuidado con la fácil demagogia de exigir una literatura accesible a todo el mundo¡ Muchos de los que la apoyan no tienen otra razón para hacerlo que la de su evidente incapacidad para comprender una literatura de mayor alcance...”
Rayuela seduce pero al mismo tiempo exige que los lectores se le entreguen totalmente. Quizá es por eso que seguimos pasando de página en página por el solo placer de saltar del cielo a la tierra, de la tierra al cielo y así infinitamente.
Bibliografía
Davi Arrigucci, O escorpiao encalacrado. A poética da destruçao em Julio Cortázar, Sao Paulo: Perspectivas, 1973
Julio Cortázar, Rayuela, Edición crítica de Julio Ortega y Saúl Yurkievich, Colección Archivos, Madrid: 1991
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